A la Real sólo le falta decorar el pastel con la guinda. Sería el broche a la dulce fase de grupos de la Europa League, inmaculada, con un pleno al quince de categoría. El remate a la faena es clasificarse como primeros para los octavos de final, esquivando una eliminatoria intermedia que la carga el diablo. Caer a la segunda plaza significaría jugarse la continuidad en una ronda a doble partido como la del curso pasado contra el Leipzig. Contra los terceros que se descuelgan de la Champions, lobos hambrientos por reivindicarse, como Ajax, Salzburgo, Milan o Juventus.
Para meterse en octavos, la Real tiene la obligación de cerrar el grupo como líder, para lo que necesita ganar o empatar, incluso se puede permitir perder por un gol de diferencia contra el Manchester United, el jueves en Anoeta. Los 10 partidos continentales que los txuri urdin han jugado como locales y con Imanol a los mandos, son un aval. El 80% de los resultados serviría para terminar primeros: cuatro victorias, tres empates y una derrota por la mínima. Sólo dos -el 20%- arrebatarían la primera plaza del grupo. Uno de ellos, curiosamente, contra el United, hace dos temporadas (0-4), en el exilio pandémico de Turín. El 1-3 frente al Leipzig que acarreó la eliminación del pasado curso también haría que la Real terminara segunda.
Pero predominan las razones para creer en un final de grupo feliz. La Real nunca había sumado 15 puntos en un grupo de Europa. Los de Imanol rompieron en Chipre el récord de 12 puntos en una primera fase, conquistado con Eusebio hace cinco años. Esta es la sexta vez que la Real juega una fase de grupos internacional. En sus participaciones continentales del Siglo XX sólo existían las eliminatorias directas.