Bruselas estudia fórmulas para decretar un embargo al petróleo ruso de forma inminente que contente a díscolos y reticentes con una propuesta hecha a la carta para algunos miembros de la UE, según fuentes diplomáticas y comunitarias. La desconexión se haría de forma progresiva hasta final de año, para dar un margen a países como Alemania, la locomotora económica de la UE, que temen el duro impacto de un desacople inmediato y total del crudo del Kremlin. Se baraja, además, ofrecer un plazo adicional, de hasta cuatro o cinco años, a otros socios que han expresado un rechazo frontal a cortar los lazos energéticos con Moscú. El más reacio a las sanciones es Hungría, cuyo Gobierno, capitaneado por Viktor Orbán, muestra desde hace años sintonía con el régimen de Vladímir Putin. Tras obtener el visto bueno de la Comisión, el Consejo empezará a negociar el paquete de sanciones en un afilado debate entre los países socios de la UE.
Más información
“No se descarta permitir que algunos países sigan usando combustible de Moscú más allá de 2022″, aseveraba el martes una fuente diplomática, convencida, además, de que el cierre de los conductos rusos de petróleo debería tener un componente “solidario” con aquellos países que han planteado dificultades técnicas para ejecutar el corte y han lanzado advertencias económicas.
El riesgo de que la UE se acabe enfrentando a un cataclismo inflacionista autoinfligido, uno de los argumentos clave de Berlín, pone en alerta a las capitales: “Si Alemania se ve afectada, todo el bloque comunitario se vería afectado”, añade esta fuente. Berlín ya ha anunciado su apoyo al embargo, siempre y cuando cuente con “unas semanas o meses para hacer las preparaciones técnicas”, tal y como aseguró el lunes en Bruselas el ministro alemán de Economía y Acción Climática, Robert Habeck.
Pólvora húmeda
Los miembros más beligerantes del club comunitario, como Polonia y los países Bálticos, advierten de que se corre el riesgo de que el cañonazo sancionador contra Moscú dispare con pólvora húmeda y quede muy lejos de ser un verdadero embargo energético. Aprobar un plan con un par de excepciones aún podría sostenerse y presentarse como una respuesta unitaria. Pero un paquete con diversas soluciones a medida y diferentes parches y anexos según los casos podría convertirse en un fracaso estrepitoso que deje al aire los costurones que zurcen la unión de los Veintisiete, advierten fuentes comunitarias.
Únete para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete
La UE se juega mucho con este nuevo paquete de medidas con el que responderá a los primeros cortes de gas decretados por el gigante Gazprom la semana pasada contra Polonia y Bulgaria, por su negativa a pagar en rublos, como exige ahora Rusia de forma unilateral. Bruselas además ve probable que haya más cierres en las manijas de las tuberías por las que circula el combustible ruso hacia otros países.
Este sexto paquete de sanciones apunta a la mayor partida del comercio entre Rusia y los Veintisiete, ya que las importaciones de crudo ruso suponen en torno al 25% en la UE y su factura asciende a 48.000 millones de euros. Si a esto se le suma los productos derivados del petróleo, la cifra alcanza casi los 75.000 millones, según Eurostat. Se trata de un enorme pastel cuya financiación comienza a ser éticamente inviable para un buen puñado de Estados miembros.
Alta dependencia energética
Además de Hungría, Eslovaquia y República Checa han dejado constancia de sus reticencias al embargo inmediato. Se trata de socios pequeños, del bloque del Este, con alta dependencia del crudo ruso y sin salida al mar, lo que complica aún más la entrada de fuentes alternativas a los conductos que bombean oro negro desde Rusia.
Bratislava, por ejemplo, que ha anunciado que reclamará a Bruselas más tiempo para la transición, obtiene la mayor parte del petróleo a través del oleoducto Druzhba (amistad, en ruso), una de las mayores redes energéticas del mundo. Su puesta en marcha se remonta a la era soviética. Procesar un petróleo distinto resultaría muy complejo y costoso en el corto plazo.
Vista de la refinería Slovnaft en Bratislava, Eslovaquia. JOE KLAMAR (AFP)
“Con un embargo total, se tardaría entre dos y cuatro años en alcanzar el nivel de producción necesario para abastecer a la región”, aseguró la semana pasada el grupo energético húngaro MOL. Añadió que el cambio requeriría de una inversión en infraestructuras de más de 600 millones de euros, según Reuters. El grupo, al que también pertenece Slovnaft, que se encarga de refinar el crudo ruso en Eslovaquia, reclamó que las sanciones no afecten a los países más expuestos y sin acceso al mar.
La UE trata de avanzar sin perder el equilibrio. En Bruselas son conscientes desde que se comenzaron a esbozar las sanciones económicas, cuando las tropas de Putin pusieron el primer pie en Ucrania, de que, a medida que se vaya apretando el torniquete económico en torno a las arcas del Kremlin, más difícil será mantener un coro afinado de voces. Este temor comienza a ser palpable, cuando las sanciones ni siquiera han alcanzado el gas, una partida menor que el crudo en términos económicos, pero en la que la UE (y sobre todo Alemania) es mucho más dependiente de Rusia.
Discusiones técnicas y políticas
La última propuesta de la Comisión lleva días en proceso de negociación. El Ejecutivo comunitario y las capitales de la UE sostienen reuniones bilaterales para tratar de armar un frente común. El plan aún podría sufrir cambios o incluso un bloqueo político, ya que requiere de la unanimidad de los Estados miembros para salir adelante. Fuentes comunitarias aseguran que la actitud de Hungría es “constructiva” en la búsqueda de soluciones y alejada del alboroto mediático del Gobierno de Orbán, que ha expresado en público innumerables veces su negativa rotunda a un veto energético.
Ahora quedan los compases finales de una larga y delicada coreografía bruselense. Tras la revisión este martes del sexto paquete por parte del colegio de Comisarios europeos, bajo la batuta de su presidenta, Ursula von der Leyen, está previsto que el plan de sanciones sea aprobado formalmente y enviado de inmediato a los embajadores ante la UE.
Los diplomáticos, en nombre de los Estados miembros, serán los encargados de tratar de sellar un pacto final con una discusión técnica y política que arrancaría mañana miércoles a primera hora, mientras Von der Leyen comparece en el Parlamento Europeo, y donde se espera que ella anuncie las nuevas medidas. La discusión se prevé enquistada: la negociación del quinto paquete, que abrió por primera vez las puertas a las sanciones energéticas contra Moscú al decretar el embargo al carbón ruso por valor de 4.200 millones de euros, requirió tres días de negociaciones.
El asunto ahora implica un salto cuántico: la intención es darle un golpe de muerte a la mayor fuente de ingresos energéticos de Rusia. Fuentes comunitarias admiten que existe una enorme presión para que las sanciones salgan adelante y confían en alcanzar un pacto hacia el final de esta semana. Tras el acuerdo diplomático quedaría la aprobación final por parte del Consejo (el órgano que representa a los Veintisiete Gobiernos de la UE), un mero trámite final antes de que se apliquen y se hagan públicas las sanciones.
Varios primeros espadas de las instituciones comunitarias daban ya por hecho este martes la adopción del embargo. “Tenemos que romper la maquinaria de guerra rusa, y estoy convencido de que el Consejo impondrá de forma inminente nuevas sanciones, en concreto, sobre el petróleo ruso”, ha expresado Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, durante la inauguración de la construcción en Grecia de una nueva terminal de gas natural licuado, una infraestructura que persigue fomentar la independencia energética de la UE.
El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell ha dado algún detalle del sexto paquete de sanciones comunitarias, con el que se pretende sacar más bancos del sistema de pagos internacionales Swift, incluir en la lista negra de personas a los agentes que contribuyen a la desinformación y “hacer frente a las importaciones de petróleo”, según ha escrito en redes sociales. “Estas medidas se presentarán al Consejo para su aprobación”, ha asegurado.
Entre los bancos amonestados, según fuentes comunitarias, se encuentra Sberbank, la mayor entidad financiera de Rusia, que representa en torno a un tercio del sector; se uniría así a otros siete bancos ya desvinculados del sistema de transferencias internacionales, entre los que no se encuentra, sin embargo, Gazprombank, mediante el cual la UE quiere dejar abierto un canal para hacer frente a los pagos de gas ruso, que aún sigue fluyendo.
Sigue toda la información internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.