Nuevo giro a la derecha en Europa. La victoria de Giorgia Meloni y su partido de extrema derecha en Italia amenaza con sacudir el equilibrio de poder en la UE. En Bruselas miran con inquietud la llegada de una muy posible primera ministra euroescéptica y ultranacionalista. En público, el mantra es el mismo: la Comisión Europea trabajará con cualquier Gobierno que salga de las urnas. En privado, fuentes comunitarias se muestran preocupadas porque el aterrizaje del Ejecutivo que resulte de la coalición formada por Hermanos de Italia, la Liga de Mateo Salvini ―euroescéptico, ultraconservador y aliado del ruso Vladímir Putin―, y Forza Italia, de Silvio Berlusconi, provoque fricciones en las políticas comunitarias. También porque altere el equilibrio en un momento geopolíticamente complejo, con la guerra en Ucrania y el jefe del Kremlin profiriendo amenazas nucleares contra Occidente y agitando la guerra energética contra la UE.
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Mientras, los euroescépticos se han apresurado a dar la bienvenida a Meloni, que se sumará a la familia política que integran las fuerzas dirigentes de Polonia y Hungría. La victoria de Hermanos de Italia, con el beneplácito y el impulso del Partido Popular Europeo (al que pertenece la Forza Italia de Berlusconi), marca un giro a la derecha de ese espectro conservador, que se ha ido derechizando para tratar de no perder espacio.
La Comisión Europea ha asegurado este lunes que espera tener una “cooperación constructiva” con el futuro Gobierno italiano, que previsiblemente estará liderado por Meloni. “La Comisión y la presidenta [Ursula von der Leyen] trabajan con los gobiernos que salen de las urnas de las elecciones de los países de la UE y no van a hacer una diferencia en ese caso”, ha recalcado el portavoz del Ejecutivo comunitario, Eric Mamer, que ha negado que los comicios italianos se puedan leer como un “juicio” a las políticas europeas.
Sin embargo, la escena italiana puede interpretarse también de un modo similar a la sueca, donde a principios de mes los Demócratas de Suecia, de extrema derecha, se convirtieron en el segundo partido más votado del país y el mayor en el ámbito de las derechas, que se espera que formen una coalición de Gobierno en el país nórdico (aunque no está claro aún el papel de la formación ultraderechista).
El encaje del próximo Ejecutivo italiano y las políticas que ponga en marcha respecto a la UE se ven con cierta incertidumbre en Bruselas. Una de las claves es a quién elegirá arrimarse Meloni, que hace meses clamaba contra los “burócratas de Bruselas” pero que ha moderado el tono respecto a las políticas de la UE por necesidad, apuntan fuentes comunitarias. Porque la victoria de Meloni supone también un aumento de las fuerzas no solo de extrema derecha en la UE, sino también un impulso para los euroescépticos. Y si Meloni apuesta por aliarse con las posiciones del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y del polaco, Mateusz Morawiecki —ambos en la diana por no cumplir con los estándares democráticos de la UE y el Estado de derecho—, ese grupo ganará fuerza.
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Las formaciones ultraderechistas y alérgicas a las políticas de Bruselas —aunque extremadamente dependientes de los fondos comunitarios— han felicitado con grandes loas a Meloni. “En estos tiempos difíciles, necesitamos más que nunca amigos que compartan una visión y un enfoque comunes de los desafíos de Europa”, ha dicho en redes sociales Balázs Orbán, colaborador cercano de Orbán. También polacos y ultraderechistas alemanes han aplaudido a Meloni.
Advertencias de Bruselas
La presidenta de la Comisión Europea advirtió a finales de la semana pasada, a una pregunta sobre Italia y el entonces próximo resultado electoral, que Bruselas cuenta con “herramientas” como la congelación de fondos comunitarios para presionar hacia el cumplimiento del Estado de derecho, como en el caso de Hungría y Polonia. Von der Leyen pareció así dar un toque de atención frente a los próximos gestos de Meloni, que ya ha hablado, por ejemplo, de la necesidad de revisar el plan de recuperación de 200.000 millones de euros de la UE. La italiana ha prometido continuar las políticas de su antecesor, Mario Draghi, en el apoyo militar a Ucrania, así como mantener la línea dura sobre las sanciones a Rusia, pero su aliado de coalición, Matteo Salvini, ha arremetido contra ellas asegurando que tienen un coste para la economía italiana. Todo en línea del argumentario también del húngaro Orbán, que ha vuelto a clamar este lunes que las sanciones contra el Kremlin son “contraproducentes”.
En línea con Von der Leyen, la primera ministra francesa, Élisabeth Borne, advirtió este lunes de que todos los Estados miembros deben respetar valores como los derechos humanos y el derecho al aborto; también en Hungría y Polonia. “Evidentemente, estaremos atentos, con la presidenta de la Comisión Europea, para que esos valores sobre los derechos humanos, sobre el respeto de unos y otros, en particular el respeto al derecho del aborto, sean respetados por todos”, ha dicho Borne en una entrevista al canal BFMTV. El ministro de Exteriores español, el socialista José Manuel Albares, ha insistido en que hay que leer los resultados italianos en clave europea en unos momentos “muy definitorios”. “Es un momento de incertidumbre y en momentos de incertidumbre los populismos siempre adquieren importancia y siempre terminan de la misma manera: en catástrofe”, ha dicho en un desayuno organizado por la agencia Europa Press.
El giro del PPE
La victoria de Meloni consagra también el viraje hacia la derecha del Partido Popular Europeo. El declive de la derecha tradicional en Alemania, Países Bajos, Polonia o Francia ha llevado a la formación que dirige el alemán Manfred Weber a normalizar una alianza electoral con la extrema derecha, con la que antes se mantenía un cordón sanitario, para mantenerse a flote. Italia —con gobiernos que duran 18 meses de media— podría ser el laboratorio ideal para testar estos pactos de cara, por ejemplo, a las elecciones españolas de 2023.
El PPE ha aplaudido los resultados que ha obtenido Forza Italia y ha remarcado que hará de brújula de los valores europeos del próximo Ejecutivo del país transalpino, que previsiblemente encabezará Hermanos de Italia. “Confiamos en que Forza Italia guiará al próximo Gobierno por un camino que sirva a los mejores intereses del pueblo italiano como parte de una Europa fuerte y estable”, ha dicho el PPE en un comunicado. Su presidente, que ha recibido numerosas interpelaciones para que se posicione sobre el apoyo del partido de Berlusconi a la ultraderecha, ha guardado silencio.
El desencanto social, la crisis energética provocada por el Kremlin y su guerra en Ucrania y el impacto económico de la pandemia de coronavirus han golpeado a los partidos de centro en Europa, que se están recolocando; y casi siempre más hacia la derecha.
El giro hacia la extrema derecha iniciado por Italia puede poner en peligro el tripartito (populares, socialistas, liberales) que sostiene la Comisión Europea este mandato. El Ejecutivo Von der Leyen nació de ese frágil equilibrio a tres bandas. Y eso también causa preocupación en Bruselas. La presidenta salió elegida con un porcentaje muy ajustado (también la apoyaron los ultras, aunque su voto no fue decisivo), y está por ver si aguantará una reelección en los comicios marcados para 2024 y si el voto de los partidos de extrema derecha y euroescépticos será clave. También por eso, Bruselas aguarda los movimientos del equipo italiano. “El próximo Gobierno de Italia tendrá que lidiar con la invasión rusa de Ucrania y con su propia situación económica y financiera. Pero también podría decidir introducir nuevos expedientes, como una agenda para la migración y el Estado de derecho”, señala Teresa Coratella, directora de programas de la oficina de Roma del centro de estudios Consejo Europeo de Relaciones Internacionales (ECFR).
Con el triunfo del extremista Hermanos de Italia, el equilibrio de poder en el Consejo de la Unión Europea va a cambiar. La coalición ECR (Europeos Conservadores y Reformistas), en la que está, por ejemplo, Vox, o el partido ultraconservador en el Gobierno polaco Ley y Justicia, será la segunda formación política en términos de población (unos 100 millones de habitantes, alrededor del 25%), por detrás de socialdemócratas y por delante de los liberales de Renew Europe y del Partido Popular Europeo, que seguirá representando a la mayoría de los países en el Consejo, pero ninguno de ellos pertenece a la categoría de Estados miembros grandes o medianos. Una variable que puede ser significativa, ya que a la hora de votar en el Consejo se vota en términos de población.
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