Bruselas y Londres se exigen concesiones recíprocas antes de 48 horas para evitar el Brexit a las bravas


El primer ministro británico y la presidenta de la Comisión Europea han mantenido este sábado una conversación telefónica (la primera desde junio) en la que han dado instrucciones a sus respectivos equipos negociadores para que incrementen el esfuerzo e intenten salvar las “significativas” diferencias que perduran sobre la mesa. La conversación de Boris Johnson y Ursula von der Leyen estuvo precedida, horas antes, por las declaraciones de la canciller alemana, Angela Merkel, quien de nuevo introdujo en la tensión negociadora una nota de optimismo y flexibilidad. “En los próximos días comprobaremos si estamos progresando o no”, dijo. “Está claro que el Reino Unido desea una mayor libertad que la que le otorga seguir adherido a las reglas del Mercado Interior. Debemos respetar esa voluntad y dar con la respuesta adecuada a esa demanda”, planteó Merkel.

Londres y Bruselas concluyeron este viernes la novena ronda de negociaciones. Los responsables de cada uno de los equipos, el comisario Michel Barnier y el jefe de la delegación británica, David Frost, emitieron sendos comunicados en los que intentaban transmitir algo de optimismo en el actual clima de incertidumbre. “Seguiremos manteniendo una actitud calmada y respetuosa”, aseguraba el representante europeo. “Y nos mantendremos unidos y decididos a concluir estas negociaciones”.

Lo dos puntos más conflictivos de las conversaciones siguen siendo los referentes al acceso de la industria pesquera europea a aguas británicas, una vez que el Brexit sea una realidad el próximo 1 de enero, y la exigencia de la UE de que el Reino Unido se someta a las reglas comunitarias de competencia justa en materia de ayudas y subvenciones públicas a las empresas.

Aunque el tono de ambos ha sido duro en las últimas semanas, ha sido Frost quien, al compás de la música que se escuchaba desde Downing Street, ha forzado más su posición negociadora. “Seguimos buscando un acuerdo que asegure la capacidad del Reino Unido de aprobar sus propias leyes sin ataduras que suponen mucho más que las propias de un acuerdo comercial”, decía en su comunicado, en referencia expresa a las acciones legales emprendidas por la UE contra el Reino Unido por la última maniobra de Johnson.

Su Gobierno aprobó unilateralmente el proyecto de Ley del Mercado Interior, que viola algunas de las cláusulas del Protocolo de Irlanda del Note, parte integral del Acuerdo de Retirada firmado entre Londres y Bruselas el pasado enero. En concreto, lo referente a la necesidad de que los productos que circulen de Irlanda del Norte al resto del Reino Unido sean sometidos a declaración de aduanas, o que el Gobierno británico deba informar a la Comisión Europea de cualquier ayuda pública que reciba una empresa radicada en territorio norirlandés.

Bruselas considera que, con esta sorpresiva ley, Londres ha quebrado la confianza necesaria entre las partes, y exige que se anulen las cláusulas polémicas. Downing Street se ha negado a hacerlo, pero ha maniobrado parlamentariamente para que la aprobación definitiva del texto se retrase lo suficiente como para dejar espacio a la negociación.


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