Desde la salida de Marc
Cucurella, el Eibar no tenía un jugador capaz de romper defensas rivales y desequilibrar partidos. La llegada de Bryan
Gil a Ipurua ha sido una bendición para Mendilibar, que ve cómo su juego ofensivo ahora puede ir más allá del centro lateral. Balones al 25, al alegre gaditano de Barbate que juega como si estuviera en la Feria de Abril: desparpajo y alegría al servicio de sus compañeros, que le buscan en cada acción de ataque. El único pero es que todo lo que produce no está dando rédito numérico, no porque sus intervenciones no tengan calidad, sino porque sus compañeros no están sabiendo aprovechar todo su fútbol.
De una cabalgada suya llegó la mejor ocasión armera de la primera mitad ante el Getafe. Gil encaró a su par, le dejó sentado con un regate al más puro estilo de un jugador de los noventa y asistió a Edu
Expósito dejándole en una posición idónea para que Kike
García fallase en el mano a mano y disparando el rechace al larguero. Situación parecida antes del descanso. Maniobra de Bryan en la banda para zafarse de su par y asistir a Kike
García, que de nuevo ante Soria no estuvo acertado. Si sus compañeros hubiesen tenido algo de puntería, Bryan
Gil podría llevar tres asistencias en su casillero.
Juventud al poder
Si bien el Eibar es el equipo con más media de edad de la Liga, Bryan
Gil se encarga de bajar la estadística. El de Barbate es del año 2001 y así también lo dice su apariencia. Melena al viento y bigotillo, características de adolescente. Cuando se calza las botas, en cambio, demuestra talante y aplomo como si llevara jugado 10 años en la elite del fútbol español. Como extremo puro que es, las patadas, los choques y las faltas sobre su persona están a la orden del día.
El conjunto azulón, incluso con el temido doble lateral formado por Damián
Suárez y Nyom, no fue capaz de detener cada envite de Gil, que besó el suelo más de la cuenta. Pero en ese sentido también tiene alma y esencia de jugador importante. Mientras otros se enzarzan en las marrullerías del Getafe, Bryan Gil optó por hace caso omiso a cada provocación. El balón es su único amigo. Colocarse las espinilleras, subirse las medias y de nuevo a encarar. Sin rechistar ni desquiciarse tras bajar de nuevo al barro.
Tras el parón de selecciones del mes de octubre, Mendilibar ha exprimido a su prestidigitador. Desde que salió de revulsivo ante Osasuna, puso patas arriba el encuentro y apunto estuvo de llevarse los tres puntos a casa él sólo, el técnico de Zaldibar tiene claro que en cada partido armero Bryan
Gil y 10 más. De los últimos cuatro partidos, el gaditano ha jugado prácticamente todo. Disputó 85 minutos en la victoria en el Pizjuán, jugó los 90’ en la derrota ante el Cádiz, sólo tuvo cuatro minutos de descanso ante el Huesca y el domingo volvió a ser titular. Ahora sólo falta asistir y marcar.
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