La peor amenaza a la que se enfrenta el PSG a menudo es contra su propia concentración. Le ocurre en Francia, en una liga en la que va sobrado, y esta noche también le puede pasar en Israel ante el Maccabi Haifa, un rival menor que a priori no tiene que ponerle en problemas: “En el vestuario no hay nadie que no hable de este partido de Champions”, se refirió ayer Christophe Galtier, que no quiere un resbalón que pueda abrir la puerta a las dudas.
Cada paso es un acicate para el PSG, que necesita armarse de razones para confiar en alcanzar la gloria en Champions esta temporada. El equipo tiene las ideas claras y se ha adaptado perfectamente a un esquema táctico con el que se siente cómodo, aunque la lesión de Kimpembe es un problema. El central, de baja las próximas seis semanas por un problema en los isquiotibiales, obligará a Christophe Galtier a utilizar a Danilo como parche.
El Maccabi Haifa es la cenicienta del grupo. La semana pasada perdió contra el Sporting y no tiene grandes ambiciones, pero tampoco miedo a nada. Con el recuerdo imborrable del inesperado triunfo contra el PSG en 1998 en la Recopa de Europa (3-2), espera vivir otra noche histórica. Esta vez con Messi, Neymar y Mbappé enfrente, tres futbolistas especiales con quienes el cuadro parisino espera confirmar las buenas sensaciones contra la Juve.