Cae Florian Tudor, presunto líder de la mafia rumana en Quintana Roo

En reacción, el titular de la UIF, Santiago Nieto, publicó:

En junio del año pasado, publicamos un reportaje de OCCRP, MCCI, Quinto Elemento Lab y Rise Project, el cual expone:

No eran precisamente el tipo de personas que podrían ser descritas como exitosas en el mundo de las finanzas y la tecnología: un grupo de jóvenes, de una ciudad pequeña, enclavada en una región agrícola de Rumania. Pero eran listos, tenían agallas y una serie de habilidades únicas.

Aprendieron todo lo que pudieron sobre tecnología bancaria, construyeron un negocio de cajeros automáticos y pronto, operaban en Europa, Asia y América. Invirtieron sus ganancias en nuevas tecnologías y en mano de obra calificada, contrataron ingenieros inteligentes del sector tecnológico rumano, en pleno crecimiento.

El grupo de la ciudad de Craiova estableció relaciones con exitosos empresarios y políticos y se expandió internacionalmente. Hicieron una importante inversión al otro lado del mundo, en el trópico mexicano, y firmaron un acuerdo con un banco local, que les permitió usar su marca en  su red de cajeros.

Compraron máquinas chinas, les incorporaron un software propio, dispositivos de Bluetooth y, rápidamente, ya controlaban más de 100 cajeros en varias de las principales zonas turísticas de México. Invirtieron sus enormes ganancias en lujosos bienes alrededor del mundo.

Si las cosas hubieran sido un poco diferentes, su historia de mendigo a millonario podría haber sido portada de alguna revista de negocios, que presentan historias de empresarios que conquistan la nueva economía global. Pero había un problema.

Su negocio no era legal. Eran skimmers, gente que roba información de tarjetas bancarias insertando dispositivos o software ilegales en los cajeros automáticos. Su líder no era un CEO, era una figura del mundo criminal apodada el Tiburón. Y cuánto más grande era su negocio, más crímenes tenían que cometer para que siguiera creciendo: lavado de dinero, intimidación, soborno, e incluso, presuntamente, asesinato.

Hoy, según la policía y ex integrantes de la banda, son uno de los mayores grupos criminales de skimming del mundo pues controlan cerca del 10 por ciento de un mercado global de 2.000 millones de dólares.

OCCRP y sus socios Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad y Quinto Elemento Lab revisaron miles de documentos, entrevistaron a personas en tres continentes, rastrearon redes sociales y ordenaron, con piezas dispersas por todo el mundo, un rompecabezas sobre la delincuencia transnacional.

El cuadro que aparece es el de un empresariado despiadado y violento. A pesar de que los agarraron en más de una oportunidad, la banda ha seguido operando en el mundo entero, sin que se vislumbre su final.

Costosas vacaciones

Para el tejano Rod W. y su familia, eran unas vacaciones más que necesarias. Y qué lugar podía ser mejor que el sol y las cálidas arenas de Playa del Carmen (México), epicentro turístico de la Riviera Maya. La zona ha sido durante mucho tiempo un destino popular para los estadounidenses, donde pueden evitar la criminalidad y la violencia de los cárteles que controlan parte de México.

Al menos, eso pensaba la familia.

Un día soleado, Rod quiso comprar un habano, para acompañar su cena. Salió del restaurante para sacar efectivo en uno de los muchos cajeros automáticos que están en la zona.

En solo 15 minutos, los ladrones sacaron más de 800 dólares de su cuenta. Él lo notó de inmediato. Dice que tenía activado un sistema de alertas en su celular, que le notificaban cualquier transacción superior a 250 dólares.

“De repente fue ‘boom’, ‘boom’, ‘boom’. Creo que estaban en dos o tres lugares diferentes, haciéndolo al mismo tiempo” dijo Rod.

Rod había sido cuidadoso. Pensó que sabía cómo reconocer un cajero adulterado.

Pero esta máquina no tenía un skimmer aparente, con una luz intermitente sobre la ranura de la tarjeta. Y, además, llevaba la marca de un respetado banco mexicano. No podía saber que un software, instalado en el cajero, se encargaba de hacer el skimming.

Rod, que pidió que su apellido no fuera publicado, no fue el único en perder su dinero. Miles de turistas se han enfrentado al mismo problema desde 2012, cuando un grupo de criminales liderado por rumanos convirtió Cancún en su base de operaciones. OCCRP los apodó la banda de la Riviera Maya.

A estos turistas les robaron los números de sus tarjetas bancarias y luego los copiaron en una tarjeta de plástico virgen. Después, uno de los miembros de la banda se encargaba de sacar el dinero de un banco en otro lugar del mundo.

Lo que no sabían era que esta banda rumana convirtió la Riviera Maya en su cuartel general y controlaba docenas de cajeros en esta meca del turismo.

Pero su historia comenzó en un lugar muy diferente a los cielos soleados y azules de México.

El Tiburón

Craiova es la ciudad natal de Florian Tudor, un hombre de negocios de 43 años y, según las autoridades rumanas, el líder de la banda de la Riviera Maya. Ésta, de acuerdo a la policía y a un exintegrante, cuenta con unos 1.000 miembros. Varios de los edificios más nuevos de la ciudad son inversiones que vienen de las operaciones de skimming de Tudor, afirma la policía.

A partir de enero de 2020, la policía rumana empezó a investigarlo por dirigir un grupo de delincuencia organizada, por tres cargos de incitación al chantaje, por un cargo de chantaje y por uno más de incitación al asesinato. La policía mexicana también lo tiene en su punto de mira.

La fiscalía rumana alega que Tudor ordenó a amenazar, golpear, chantajear y asesinar a enemigos de la banda, incluyendo exintegrantes con los que se disputó. Según la policía rumana, en 2012 estaba en México, coordinando una trama de contrabando de personas de Rumania a Estados Unidos, vía México.

Tudor, que todavía está basado en México, niega estas acusaciones.

“No soy un criminal y nunca lo seré”, dijo Tudor en un intercambio de correos electrónicos con OCCRP. “Nunca he matado a nadie y nunca he ordenado que maten a nadie”.

Tudor afirma que es un empresario legal, víctima de autoridades corruptas de Rumania y México, sobornadas por criminales. En cambio, acusa a la policía mexicana de haberle robado. Y señala que los reporteros de OCCRP son aliados de estas autoridades corruptas.

(Leer el reportaje completo)




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