Todo el mundo del fútbol mira y espera las últimas noticias del mercado de invierno en la Premier League. Es, sin duda, uno de los días más caóticos en el calendario del fútbol, y siempre trae sorpresas, o pactos de última hora impredecibles. En el escenario del ‘winter market’ inglés se representan los movimientos más agitados entre agentes, futbolistas y clubs, como la última oportunidad para reforzar las plantillas cara a afrontar la segunda mitad de la temporada, y, en algunos casos, como última presión para que algunos jugadores a disgusto impongan su voluntad para cambiar de aires. Casi siempre surte efecto.
Desde hoy los clubs europeos ya no podrán hacer negocios. Entre lo muy resaltable, el Liverpool abrió el mercado contratando al holandés Cody Gakpo (PSV Eindhoven), el Chelsea siguió con el ucraniano Mudryk (Shakthar Donetsk) y el Arsenal apostó por el internacional belga Trossard (Brighton). Ante la histórica oportunidad que se les presenta a los ‘gunners’ de ganar la Premier, 18 años después de la victoria de los ‘invencibles de Wenger’, el Arsenal ha apretado todo lo posible para encontrar a otro mediocampista, antes de la fecha límite, y su objetivo ha sido atraer al internacional ecuatoriano Moisés Caicedo (Brighton), un puntal para los ‘seagulls’ que dirige el italiano De Zerbi, quien se ha opuesto a su marcha.
El ’caso Caicedo’ en el Brighton, con sus deseos de fichar por el Arsenal y el del portugués Joao Cancelo, en el Manchester City – con su voluntad de marcharse cedido al Bayern Múnich, tras sus últimas suplencias con Guardiola-, ilustran muy bien la veleidad del mercado y la inconsistencia de ciertas posiciones intransigentes de los clubs. ¿Quién tiene al final más fuerza, el jugador o el club? ¿Qué pesa más? Se cuenta en Inglaterra que el mítico sir Alex Ferguson apeló con inusitada contundencia a la lealtad de Cristiano Ronaldo para evitar que en el 2008 fichara por el Real Madrid: “Prefiero dispararte que venderte”. Ronaldo se quedó con su ficha muy mejorada, pero se marchó en verano al Bernabéu.
Desde la ‘sentencia Bosman’ de diciembre de 1995, el poder de decisión y la voz está del lado de los futbolistas. A nivel legal, los clubs todavía pueden obligar a un jugador a cumplir un contrato, pero también hay vías menos formales, como las renegociaciones del contrato. Tienen medios de persuasión económica. Pep Guardiola sostiene, en cambio, que no hay posibilidad de retener a ningún jugador que se quiera ir, como le ocurrió en verano pasado con Sterling, Gabriel Jesús y Zinchenko: “¿Cómo le vas a pedir que rinda al máximo por tu club, si su cabeza va a estar en otro sitio? Por lo que nos dieron, se merecen elegir dónde quieren jugar”. Ahora revive la situación con Joao Cancelo, una de esas operaciones que desconcierta, al tratarse de un pilar del City hasta hace pocos meses. Son las sorpresas del mercado y de las extrañas interioridades que mueven a los futbolistas.