No hace falta descubrir a Candela Andújar a estas alturas. Ya hace años que brilla como subcampeona del mundo Sub’20 en 2018 y dos veces subcampeona de Europa Sub’17. La catalana, formada en el Barça, llegó cedida este verano al Valencia para ganar minutos y seguir creciendo como futbolista, en un aterrizaje estelar.
Así se pudo ver en el partido ante el Santa Teresa, donde la defensa de 20 años salió en la segunda parte para vestirse de heroína y sentenciar con dos goles. Tras poner fin a una lesión en la rodilla, la jugadora está dispuesta a triunfar.
“Venir cedida al Valencia ha sido una de las mejores decisiones que he tomado. Es verdad que en mis ocho años en el Barça he aprendido un montón y he disfrutado de oportunidades en el primer equipo, pero a mi edad (20 años) lo que busco son minutos en Primera División”, explica.
Le avala una trayectoria envidiable: ha participado en 15 partidos de la Primera Iberdrola como azulgrana, dos de ellos de titular, para sumar 365 minutos más los 142 minutos en sus cuatro partidos de la Champions.
Busca seguir creciendo en Primera
Su polivalencia como defensa, así como su tremenda calidad y gol, la han llevado a formar parte del ambicioso proyecto valencianista. “Aquí aspiramos a más de lo que hemos hecho hasta ahora”, avisa, siendo el Valencia sexto en la tabla con dos victorias, tres empates y una derrota. “Vengo de una lesión larga y aún estoy cogiendo ritmo, pero noto que he recuperado la confianza en mi misma física y futbolísticamente”.
Sobre su idea de regresar algún día al Barça, no oculta que “pensar que algún día podré estar en el once titular del Barça es un sueño, pero yo ahora estoy solo centrada en el Valencia, al 100%”.
Un golazo de Candela al Santa Teresa
Iniesta y Vicky Losada, sus referentes
Sus referentes de niña son Andrés Iniesta y Vicky Losada, así como la francesa del Olympique Amel Majri y recuerda con inmenso cariño sus inicios en el fútbol, cuando acompañaba a su padre a ver los partidos de su hermano en el equipo de Barberà del Vallès, su localidad natal. Luego empezó a ejercer de portera para las prácticas de su hermano y sus amigos: “Les decía que no me chutaran demasiado fuerte, aunque luego ya no me daba miedo y paraba todo”.
Quería seguir los pasos de su hermano en Barberà, pero aún no había equipo femenino, así que “mi padre y yo insistimos tanto que me dejaron entrar en el alevín masculino”, recuerda. Empezó de portera y acabó de defensa, hasta que primero el Sant Gabriel y después el Barça la descubrieron.
La música y el ukelele, sus otras pasiones
Su otra gran pasión es la música, que escucha a todas horas: “En el coche, antes de entrenar y de jugar, mientras cocino o incluso cuando estudio”. Tras lanzarse con el ukelele, le está tomando el pulso a la guitarra. “También intento cantar”, confiesa esta jugadora destinada a triunfar
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