Me imagino a
Caparrós
consolando a nuestros jugadores en el vestuario, compungido. “Pero, ¿qué habéis hecho?”, les preguntaría sorprendido. Un pacto entre caballeros hay que cumplirlo, como
Sabina
con su canción.
Ahora, con qué cara vuelve de visita el utrerano a Bilbao. El pobre toda la semana diciendo a sus jugadores que chuten fuera, que los rojiblancos son amigos y van los vascos y se disparan ellos solos en el pie. Como si no hubiera nada en juego.
Pues eso, que Sevilla solo ha sido una más. Que hemos tirado Europa por la borda en cinco salidas consecutivas lejos de San Mamés sin ofrecer un solo detalle que indicara que queríamos ir a Europa. Una oportunidad tras otra desperdiciada.
En las previas, buenas y ambiciosas palabras. Una final, vamos a por todas, blablablá. Sobre el campo, nones.
La chispa se acabó en Girona. Sin gasolina en el depósito, los rojiblancos solo han mantenido el pulso al amparo de San Mamés. No han llegado al área contraria, y por supuesto, no han elaborado el más mínimo engarce con el balón. Tienen un largo verano para meditar sobre el fútbol que van a proponernos. Es lo que toca hasta la próxima temporada.
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