Carmen Boullosa: “La poesía es un género hecho para resistir”

El último poema del libro La aguja en el pajar, de la escritora mexicana Carmen Boullosa (Ciudad de México, 65 años) está en la página 44. La edición consta de 20 poemas escritos, refundidos y hallados en un lapso de cinco años. Cada verso teje la recopilación editada por Visor y reconocida en septiembre con el XIX Premio Casa de América de Poesía que la poeta recibió este martes en Madrid.

El jurado, conformado por Miguel Albero, Benjamín Prado, Nieves Blanco, Franco Bordino y Jesús García Sánchez; otorgó el premio a Boullosa el pasado 24 de septiembre, al considerar que La aguja en el pajar tiene “una fuerte personalidad, con la doble capacidad de jugar con el lenguaje y utilizarlo como espejo de la realidad mexicana, a veces violenta, con versos memorables y reflexiones de una gran profundidad”.

Su libro, explica la autora, es “de tribu”. Es decir, de mezclarse con el resto del mundo en un momento en el que el ser humano ha sido despojado de su propia humanidad. “Hay toda una retórica en el ambiente que quiere decir que todos somos desechables. Una maquinaria universal o global que tiene su propio fin, que no es el hombre ni la humanidad”. ¿Cuál es el fin? “Quién sabe qué locura”. Aunque sí tiene claro un detalle importante: “el poema va a contracorriente de esta maquinaria”.

La paja en la que se establece el mundo actual, carente de humanidad, es inestable, explica Boullosa antes de añadir: “Cuando el humanismo era el centro, estábamos en una tierra firme”. En esa reflexión, que por momentos pisa los terrenos de la filosofía, la escritora dice que ser la aguja en el pajar es eliminar la distancia que hay entre los creadores como ella y el entorno actual, en cuyo ambiente no tienen importancia las necesidades fundamentales del ser humano: la salud, la educación, el trabajo digno. Es incómodo estar en el pajar, admite Boullosa, “pero eso es lo que debe hacer un poeta”.

Cubierta de 'La aguja en el pajar', de Carmen Boullosa, editado por Visor.
Cubierta de ‘La aguja en el pajar’, de Carmen Boullosa, editado por Visor.

Mientras diserta sobre las infinitas aristas que se desprenden de su obra, Carmen Boullosa se detiene y habla del estado actual de la literatura latinoamericana. Y abre la compuerta de un torrente de referencias literarias en el que ella se ha sumergido durante los últimos cinco o seis años para formular un canon histórico en el que las mujeres no sean excepciones o azares, como ha sucedido durante décadas.

– ¿Es como si la literatura hubiese andado coja?

– Más que coja, como una llanta desinflada. Y ya no andamos igual. Con el boom lo que quisieron fue inflar las llantas con solo varones.

Boullosa considera que la escritura en el continente americano goza de muy buena salud: “La literatura latinoamericana pasa por un momento de oro protagonizado por mujeres”. Entre ellas están la ecuatoriana María Fernanda Ampuero o la argentina Samanta Schweblin, aunque el listado es muy largo.

En dirección contraria, dice Boullosa, va el mundo. En el estado actual de crisis, que pasa por los aspectos sociales y políticos, aparece la poesía que, en su opinión, “no es útil porque no es desechable”. Y la compara con un árbol: “A un árbol no se le usa. A un árbol se le vive. Si lo usas, lo matas. La poesía no se usa, y ese es su valor mayor”. Luego celebra el hecho de que los poemas se han deslizado a lo largo de la historia, desde los trovadores hasta las pantallas de los móviles, y siempre han tenido un séquito de lectores como receptores fieles. Es un género inmune al tiempo. O como Boullosa lo explica, “es un género hecho para resistir”.


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