Un bulo la mató hace tan solo unos días, pero Carmen Sevilla vive, aunque en un mundo de olvido. Dice Santiago Segura en la entrevista que le concede a la periodista Toñi Moreno, publicada este miércoles en la revista ‘Lecturas’, que en España nos olvidamos de gente que nos ha dado tanto. Y es cierto, suele pasar que grandes nuestros, del cine y del espectáculo quedan olvidados en el baúl del olvido y hay que rescatar su recuerdo para poner en valor lo que fueron durante su carreara artística. Carmen Sevilla es, quizá, uno de esos nombres que se nos ha quedado en el camino. Cumple 90 años y aunque su salud no le permite disfrutar los días como tal, sí es de ley celebrar hoy sus años dorados en la escena, el espectáculo y el cine de nuestro país.
Desde sus inicios en la copla hasta su última temporada en televisión, Carmen Sevilla ha sido una estrella en toda la expresión de la palabra. Tal día como hoy, en 1931, nacía en Sevilla la niña María del Carmen García Galisteo. Desde bien pequeña sintió una gran atracción por el cante y el baile. En su casa se vivía de cerca el ambiente artístico. Su padre, Antonio García Padilla, escribía letras para las canciones de las artistas de la época como Imperio Argentina o Concha Piquer. Su madre, Florentina Galisteo, la crio junto a su hermano Antonio.
La niña Carmen lo tenía claro: quería ser artista y pudo estudiar en el Conservatorio de Música poco después de que la familia se mudara a Madrid, finalizada la guerra civil en 1939. Su debut llegó con tan solo trece años y se estrenó bailando en la compañía de una de las grandes del momento, Estrellita Castro. La artista se fijó en ella el día que fue a llevarle una letras de canciones al teatro Calderón de Madrid. Decidió amadrinarla y de allí al estrellato. Cuatro años más tarde, con 17 años, llegaba a la gran pantalla en su debut con un pequeño papel en ‘Serenata española’ de la mano del director Juan de Orduña. El nombre de la sevillana ni siquiera apareció en los créditos de la película, pero su éxito sería ya imparable.
Solo un año después, consigue su primer papel protagonista en una producción hispano-mexicana, acompañada del ídolo de entonces, el actor y cantante azteca Jorge Negrete, ‘Jalisco canta a Sevilla’. La carrera de Carmen Sevilla en el cine se dispara entonces y su rostro sería uno de los más disputados por los directores de la época. En sus películas siempre cantaba y bailaba. Había nacido una estrella. Atractiva y con un toque descarado y sexy que levantaba pasiones en la España conservadora y de censura franquista, Carmen se convirtió en “La Novia de España”. Las mujeres querían parecerse a ella y los hombres, la soñaban. En los sesenta, protagonizó películas junto a Lola Flores y Paca Rico, pero también participó en coproducciones internacionales con actores de la talla de los norteamericanos Charlton Heston y de la actriz Paulette Goddard. Encarnó a María Magdalena en la recordada ‘Rey de Reyes’ de Nicholas Ray, en 1961. Para entonces, ya era una cantante consolidada con más de una docena de discos en el mercado. Carmen cantaba desde copla a tangos, boleros y chotis. Una integral de la época.
El amor llega con Augusto Algueró, compositor de la mayoría de las canciones que interpretó. En febrero de 1961, la pareja se casa en la Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza. Tras años después, nació Augusto, el único hijo del matrimonio. Enamorada y feliz con su maternidad, seguía siendo esa “Novia de España” que vendía bien – la cámara la adoraba- tanto en nuestro país como en el extranjero. En diciembre de 1965, Carmen actúa por primera vez en un programa de la televisión norteamericana ‘El show de Ed Sullivan’.
Llegaron los setenta y las películas de Rafael Gil, Pedro Olea, José María Forqué Gonzalo Suárez o Eloy de la Iglesia. Carmen se adaptaba a los cambios, a diferentes papeles y al giro radical que dio el cine tras la muerte de Franco y la transición española. Camaleónica y mujer de principios, su vida dio también un cambio drástico cuando en 1974 se separa de Augusto Algueró y vive una segunda juventud junto al empresario de cine Vicente Patuel, el hombre de su vida, según ella misma confesó. Por él lo dejó todo, la escena, la canción, el cine, los focos y el brillo de gran estrella que le acompañó desde su debut preadolescente. Se casaron en 1985 en Arcos de la Frontera y se fueron a vivir al campo, a Herrera del Duque (Badajoz) a la finca de Patuel. Disimulaba regular que el campo le aburría cuando contaba qué hacía en su nueva vida campestre. “Me dediqué a acariciar y a contar ovejitas”, explicaba con sonrisa irónica.
La última etapa artística de Carmen la vive en la televisión. En 1990, el realizador rumano Valerio Lazarov la pone frente al Telecupón en Telecinco y Carmen vuelve a los hogares españoles a través dela pequeña pantalla. Su dicción confusa, sus gazapos, errores e improvisaciones en directo disparan de nuevo su popularidad. La cámara la pilla en zapatillas y ella lo convierte en un momento estelar. Después presentó en diferentes canales con Bertín, Lolita Flores, Juan Imedio o Ramón García, con quien da las campanadas en 2003.
La muerte de Vicente Patuel, en el año 2000, la sume en una profunda tristeza. En 2004 sustituye a José Manuel parada en el programa ‘Cine de Barrio’ de TVE. En 2009, el Alzheimer comienza a hacer mella y Carmen comienza a apagarse. Su último trabajo en televisión fue en 2012 y también su última imagen pública, saludando desde una ventana, ya con otra mirada.
Vive desde entonces ingresada en una residencia en Aravaca (Madrid), tranquila y cuidada, en un apartamento muy bien equipado en donde recibe las únicas visitas de su hijo Augusto y de su íntimo amigo Moncho Ferrer, quien en agosto declaró al programa ‘Juntos’ de Telemadrid que la artista se encuentra estable, pero que «no reconoce a nadie». Le suele llevar flores y ella le pide que le cante «Violetas Imperiales», la que interpretó en aquella película del mismo nombre junto al tenor Luis Mariano en 1952. Dicen que la música se recuerda siempre. A ella, su legión de admiradores no la olvida tampoco.