El Atlético de Madrid se podía haber metido en un serio lío en la primera mitad, que no es que saliese airoso del todo, pero podría haber sido mucho peor. El Arenteiro se había puesto por delante a los 41 minutos con un buen gol de Markitos y pintaba noche dura para los colchoneros.
Sin embargo, a los cuatro minutos del tanto local que anticipaba una encerrona en toda regla para los de Simeone por el estado del césped, la energía del rival y su buen hacer, el Atlético se encontraba con un penalti a favor en el 45.
Una pena máxima nacida de un doble derribo en el área del equipo gallego, en el que caían tanto Savic como Giménez por sendos agarrones. Cualquiera de los dos habría valido para que se pitase penalti.
El caso es que era un momento delicado. Justo antes del descanso, haber fallado la pena máxima habría sido una losa. Yannick Carrasco pidió la responsabilidad, ejecutó fuerte, abajo, al lado del palo y aunque el meta del cuadro gallego se tiró muy bien, no llegó. Empate y el Atlético que se iba al descanso suspirando.
En el caso del belga no fue una decisión cualquiera, porque la última vez que quiso tirar una pena máxima fue en Liga de Campeones, en el tiempo añadido ante el Bayer Leverkusen. Una pena máxima que de haberla metido el jugador rojiblanco, el Atlético habría llegado a la última jornada con opciones de clasificarse para las eliminatorias de Champions.
LA NOCHE DEL BAYER
Recordarán qué sucedió, el belga disparó, detuvo el meta del Bayer Leverkusen, el rebote acabó en la cabeza de un rojiblanco, se fue al larguero y el remate posterior de un compañero a bocajarro tocaba en el talón del propio Carrasco para enviar el balón fuera. Conclusión, el Atlético quedaba eliminado de la Champions, el prolegómeno de lo que sucedería poco después, en la última jornada de la fase de grupos, en la que los de Simeone quedaban fuera también de Europa League.
Ante el Arenteiro, el belga provocaría un segundo penalti con un regate a dos rivales, que acabaría en derribo. En esta ocasión, no sería Carrasco que el que lo tiraría, sino un Álvaro Morata que lo fallaría. Y él mismo anotaría el 1-3 en el contragolpe final del Atlético.