Alex Caruso (College Station, EE.UU., 1994) es de esos jugadores de la NBA que pueden pasar inadvertidos en plena calle. No llega a los dos metros y no tiene un físico imponente, pero es capaz de correr, saltar, taponar y defender como nadie.
Su estilo de juego, sin complejos, le ha convertido en uno de los nombres más queridos por los aficionados a la NBA. Ahora, afronta su segundo año en los Chicago Bulls, donde es un hombre clave para el técnico Billy Donovan, con la intención de que su equipo siga creciendo.
“No queremos dar pasos atrás en el proyecto. Es una competición muy exigente, pero creo que depende de nosotros y de nadie más”, aseguró en una entrevista con EFE.
Con una competencia atroz en su posición, el texano no se arruga a la hora de marcarse objetivos en el curso que los Bulls comenzaron este miércoles con victoria a domicilio ante los Miami Heat (108-116).
“Espero tener otro buen año. Siento que estoy cada año mejor. Quiero descubrir qué puedo aportar al equipo, mi objetivo individual cada año responde siempre a eso. Sea de la manera que sea, pero siempre tratando de mejorar y sumar”, argumentó.
Llegó a Chicago con la etiqueta de especialista defensivo aunque frecuentemente logra hacerse un hueco en las mejores jugadas con acciones ofensivas espectaculares.
“Me gusta encontrar un buen equilibrio entre las dos facetas del juego. Las dos cosas pueden ser divertidas. Creo que, si quieres estar a un buen nivel, tienes que aportar en los dos lados de la cancha”, explicó.
En este sentido, ganarse el respeto de sus defendidos cuando estos son los mejores del mundo es uno de sus orgullos.
“La defensa para mí es un reto. Es una prueba muy dura, pero es una habilidad que tengo y trato de ser competitivo con ello”, dijo.
A estos reforzados Bulls se les exige que den un paso más.
Tras cuatro temporadas sin hacerlo se clasificaron para la postemporada el curso pasado desde la sexta posición de la Conferencia Este, pero cayeron en cinco partidos ante los Milwaukee Bucks.
DeMar DeRozan, Zach LaVine, Andre Drummond, Lonzo Ball, Nikola Vucevic… Muchos jugadores de calidad, a los que se suma la espectacular explosión del joven Ayo Dosunmu.
Los Bulls mezclan veteranía y juventud con el denominador común del talento y una buena química de vestuario, tal y como asegura Caruso.
“Nos llevamos muy bien dentro del equipo, son buena gente. Tratamos de divertirnos, hacer cosas juntos cada día”, detalló.
Está probado que mucho puede aportar en la estabilidad del vestuario un veterano como Goran Dragic, recién llegado a los Bulls este verano y alguien en quien además Caruso se fija como referente.
“Sí, es muy positivo que esté con nosotros. Obviamente es un gran jugador, ha estado en la liga muchísimo tiempo, jugando al más alto nivel también durante muchos años. Es emocionante tenerle en el equipo. Esperamos que pueda ayudarnos mucho en esta temporada”, apuntó.
DE LOS ÁNGELES A CHICAGO
Caruso puede presumir de haber lucido dos camisetas históricas como las de Bulls y Lakers, con quienes, además, ganó el anillo de la “burbuja” de Orlando en 2020.
“Dos franquicias históricamente enormes. Son instituciones que siempre tienen como objetivo ganar, por todo lo que han hecho en el pasado. Soy un afortunado de haber podido decir en algún momento que estos lugares son mi hogar. Espero poder extender mi carrera y estar aquí en los Bulls por el máximo tiempo posible”, afirmó.
Ese peso de la historia, que en ocasiones se siente en la camiseta, no parece ser la preocupación de Caruso, como tampoco lo son las valoraciones externas.
“Para mí, lo único es exigirme lo máximo cada día, sin mirar qué dicen las críticas y las opiniones o las expectativas de los aficionados. Simplemente intento ser el mejor que puedo ser. Me exijo rendir al máximo. Con eso seguro que la gente estará contenta con mi rendimiento y podré encontrar un rol importante dentro del equipo”, desarrolló.
Consolidado como pieza clave de los Bulls, la anécdota que persigue a Caruso en la NBA es de sus tiempos en los Lakers durante la ‘burbuja’, cuando decidió no asistir a la boda de su hermana para no arriesgar su carrera deportiva.
“A veces hay que tomar decisiones complicadas. Dejar la ‘burbuja’ y regresar después suponía un proceso muy largo por el protocolo que había que seguir. Era una gran oportunidad para mí de tener minutos, quería aprovecharla y tuve que decidir quedarme con el equipo. No sabía si iba a ser una buena elección, pero con el tiempo se ha visto que sí lo fue”, recordó.