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Cas Mudde, politólogo: “Vox es como Meloni en Italia. Quiere cambiar el sistema desde dentro”

EL PAÍS

El politólogo holandés Cas Mudde (56 años) lleva décadas analizando el ascenso de la ultraderecha. Y no es optimista. Los movimientos que amenazan a las democracias liberales están en auge y su discurso populista permea el debate general sin que nos demos cuenta. “La derecha radical no se ha moderado; es el mainstream el que se ha radicalizado”, alerta. Residente en Estados Unidos —es profesor en la Universidad de Georgia— desde 2008, Mudde aprovecha sus viajes a Europa para dar charlas, reunirse con sus colegas en varios países y disfrutar del fútbol. Ha visto un partido en Berlín, donde nos atiende antes de volar a Barcelona para participar en el Día Orwell, que se celebra este martes en el Centro de Cultura Contemporánea (CCCB). Autor de La ultraderecha hoy y del muy citado Populismo: una breve introducción, Mudde recurre a la política española para explicar conceptos. Vox es peligroso, dice, porque se mueve bien dentro del sistema y probablemente tendrá como aliado al PP.

Pregunta. Usted explica que en tres décadas las sociedades occidentales han pasado de excluir el discurso radical a normalizarlo. ¿Cómo ha ocurrido?

Respuesta. A finales de los noventa había un gran tabú sobre la xenofobia y el nacionalismo. Pero llegó el 11 de septiembre y la respuesta fue la islamofobia y los prejuicios. Una vez en esa dinámica, solo un partido tenía un discurso negativo sobre la inmigración y era la extrema derecha. Otros empezaron a hablar de la inmigración como un problema, como una amenaza para la identidad y la seguridad nacional. Y una vez que adoptas el marco, adoptas las posiciones. Entonces la diferencia entre tú y la extrema derecha se reduce y hay menos razones para excluirla.

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P. ¿Cómo define esa ideología?

R. El núcleo no es socioeconómico, sino sociocultural y se basa en el nativismo, que es una forma xenófoba de nacionalismo. Quieren que su Estado esté habitado principalmente por la propia nación, que definen de forma estricta, y consideran lo extranjero como una amenaza. Combinado con el autoritarismo, una visión propia de la ley y el orden y, en muchos casos, el populismo. Y lo que llamamos chovinismo del Estado del bienestar. Lo apoyan, pero para su gente.

P. Dice que en la mayoría de los países avanza la tolerancia y la inclusión, sobre todo en los jóvenes. ¿Cómo se explica la ola reaccionaria?

R. ¿Quién vota? Los mayores, sobre todo. La gente mayor no es necesariamente más xenófoba, pero para ellos la inmigración se ha convertido en un problema y en una cuestión identitaria.

P. ¿Y cuál es el papel de los partidos conservadores en ese contexto?

R. Estamos viendo una radicalización de la corriente dominante y, en particular, de la derecha mainstream. El PP, por ejemplo, es hoy mucho más de derechas, sobre todo en cuestiones socioculturales, de lo que lo era hace 30 años. En Francia, los republicanos son como Reagrupamiento Nacional. Hay algunas excepciones, como la CDU en Alemania. El centro se está moviendo a la derecha para obtener ganancias electorales. Dentro de un tiempo serán indistinguibles de la extrema derecha. Y como ya dijo Jean-Marie Le Pen, la gente elegirá el original antes que la copia.

P. ¿Es peligroso Vox?

R. Mucho. Vox es un partido de derecha radical, igual que Frente Nacional o AfD. El hecho de que salgan del mainstream [del PP], que sean políticos profesionales, que sean más suaves que otros no significa nada. Ideológicamente es nativismo, autoritarismo y populismo. Hay peligro porque fundamentalmente son antidemocracia liberal, tienen problemas con los derechos de las minorías, la separación de poderes y el Estado de derecho, como todos los partidos radicales de derecha. Y son particularmente peligrosos porque son competentes. Vox querrá trabajar dentro del sistema y probablemente tendrá un aliado en el PP.

P. ¿En qué sentido?

R. Vox es como Meloni en Italia y, en parte, como Orbán en Hungría: quieren cambiar el sistema desde dentro. Y saben cómo.

“A los progresistas les encanta el miedo a la extrema derecha. Se tragan cualquier historia, incluso inventada. Siempre es lo más leído. Yo lo llamo ‘porno de extrema derecha’”

P. ¿Tiene sentido convertir unas elecciones en un plebiscito de “o yo o la extrema derecha” (como ha hecho el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez)?

R. El problema de centrar las elecciones en la extrema derecha es que el partido que está en contra gana, pero la extrema derecha también. Porque se ha situado en el centro del debate. El PP, por supuesto, va a tratar de contrarrestar eso diciendo: si quieres evitar a Vox, danos a nosotros la mayoría.

P. ¿Y entrará en ese juego?

R. Honestamente, creo que el PP es una amenaza mayor a corto plazo para la democracia liberal que Vox. Vox no va a llegar al 30% de la noche a la mañana. Si consigue influencia será indirectamente porque el PP se desplace a la derecha o directamente a través de una coalición. Así que Pedro Sánchez necesita plantear ese plebiscito. El problema es que el debate se limitará a eso. Y los españoles no hablarán de vivienda, educación o sanidad.

P. ¿Qué responsabilidad tienen los medios?

R. Los medios son a menudo vistos como parte de la arena democrática, y no lo son. Son un negocio y necesitan vender. Muchos periodistas están preocupados por la extrema derecha, pero trabajan en empresas que se nutren de esos contenidos. Y la extrema derecha vende, los escándalos venden.

P. Ocurrió con Trump, ¿verdad?

R. Nada lo demuestra mejor. La audiencia de la CNN, las suscripciones a The New York Times o a The Washington Post se dispararon. A los progresistas les encanta tener miedo a la extrema derecha. Se tragan cualquier historia, incluso las inventadas sobre una internacional populista. Es lo más leído. Yo lo llamo “porno de extrema derecha”.

P. Europa teme otro Trump.

R. Normal, es impredecible y sería la persona más poderosa del mundo como presidente y líder del mayor ejército. Y Ron DeSantis es ideológicamente idéntico. Es tan nativista y autoritario como él, y ambos son fundamentalmente antidemocráticos.

P. Tenemos líderes antidemocráticos en Europa. ¿Cómo lidia con ellos la Unión Europea?

R. Durante mucho tiempo ha dominado la lección de Hungría. Si eres autoritario en casa pero leal en Bruselas, la UE te deja hacer. Ahora llega una nueva lección de Polonia. Si eres autoritario en casa pero juegas limpio en términos de la OTAN o de los intereses en política exterior, está bien. En este momento Orbán está marginado, pero no por la democracia liberal, sino por su posición pro Putin. La lección que impera es que con ser incondicionalmente anti Putin, me dejarán en paz.

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