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Casado se lanza a competir con Vox y se compromete a derogar todas las leyes de la izquierda

Pablo Casado entierra el viaje al centro y la moderación. Vuelve el Casado de las primarias del PP. El de antes de la ruptura con Vox en la moción de censura, el representante del ala más dura de los conservadores, con planteamientos próximos a los de la extrema derecha. El de la batalla cultural contra la izquierda que enarbola Isabel Díaz Ayuso. El líder del PP dio por superada la apuesta por la centralidad en su discurso de este domingo en la plaza de toros de Valencia ante 9.000 militantes. En el ecuador de la legislatura, Casado se lanza a representar las posiciones más duras de la derecha española para dejar sin espacio a Vox. Memoria histórica, terrorismo, unidad de España, maternidad, inmigración, crítica al feminismo y oposición sin cuartel a la izquierda. Con toques trumpistas ―habló de “devolver el poder a los españoles” ―, el líder de PP desplegó el discurso más duro de su presidencia y amenazó con derogar todas las leyes aprobadas por el Gobierno de izquierdas para superar el “trienio negro” de Pedro Sánchez.

Casado apuesta por competir con Vox al dar por superada la pugna con Ciudadanos. “Los que vinieron a sustituirnos se han ido quedando por el camino. El PP es mucho PP”, avisó en referencia al partido de Santiago Abascal. El discurso del líder de los populares este domingo dejaba sin oxígeno a la extrema derecha, aproximándose a muchos de sus planteamientos. Así, Casado anunció su intención de deshacer la mayoría de las leyes del Ejecutivo del PSOE y Unidas Podemos si llega al Gobierno: las leyes de memoria histórica, las leyes feministas, la eutanasia y la ley de educación.

Pablo Casado, durante su discurso de clausura en la convención nacional del PP, este domingo en Valencia. Mònica Torres

El jefe de la oposición lidera la mayoría de las encuestas privadas ―no así el CIS― y podría, según los sondeos, gobernar con apoyo de la extrema derecha, aunque aún quedan dos años y medio para las elecciones. Pero los ultras resisten en los estudios demoscópicos y siguen en valores de voto cercanos al medio centenar de escaños que tienen ahora en el Congreso. El PP quiere arañar en ese caladero de voto, y Casado aprovechó el cierre de la convención nacional del partido, que se prolongó durante toda esta semana pasada, para presentar su proyecto. Un proyecto que achica el espacio a Vox.

El líder del PP se centró en los temas que preocupan a la derecha en una vuelta a las esencias ideológicas del partido remozadas por la influencia de la extrema derecha. Sobre la inmigración ―el tema estrella de Vox, que se desliza hacia posiciones xenófobas―, el líder de la oposición habló del “efecto llamada del Aquarius, que ha multiplicado las pateras, colapsando autonomías como las Canarias”, y anunció una ley “de integración para regular la inmigración y la convivencia”. Casado también se detuvo en la memoria histórica, otro de los asuntos más controvertidos para los conservadores. Avisó que aprobará una ley de concordia “que dejará sin efecto las leyes de memoria histórica”, y criticó al Gobierno por “desenterrar los rencores”, aunque no se opuso a la apertura de fosas y dijo que ayudará “de verdad a las familias a encontrar los restos de sus seres queridos”.

El proyecto del PP de Casado no se mueve del conservadurismo moral, que le diferencia de su competidor en la centroderecha, Ciudadanos. Casado se opuso a la eutanasia, dijo que derogará la norma y que la cambiará por una ley “de cuidados paliativos”. El líder del PP apuesta además por la “cultura de la vida”, en referencia a las corrientes antiabortistas. “Creemos que las administraciones deben estar siempre a favor de la vida. Y si tienen dudas, que apuesten por la vida. Y si faltan recursos, que los pongan para salvar vidas. Y si se equivocan, que lo hagan a favor de la vida”, defendió Casado en pleno debate en España sobre los obstáculos que encuentran las mujeres para ejercer su derecho al aborto. “Libertad, igualdad y maternidad, esa es la nueva revolución”, sostuvo el líder popular.

Simpatizantes del PP en la Plaza de Toros de Valencia, este domingo. Monica Torres (EL PAÍS)

El movimiento feminista, otra de las bestias negras de la extrema derecha, también es objeto de críticas por parte del líder conservador, que avisó de que si llega al poder derogará “todas las leyes” feministas del Gobierno de coalición. “Menos tonterías de niñes y matria, y más defender el empleo femenino y su autonomía personal”, clamó.

El capítulo de medidas sobre la unidad de España fue uno de los más extensos y aplaudidos en la plaza. El líder popular dijo que aprobará una nueva ley educativa que acabe con el “adoctrinamiento” en las aulas. “Ya está bien de envenenar a los niños de odio”, se quejó. El PP hará delito la convocatoria de referéndums, la rebelión sin violencia y los indultos a condenados por sedición, y “acabará con la propaganda independentista en los medios de comunicación públicos cambiando la ley audiovisual”. Los populares, dijo Casado, recuperarán si llegan al Gobierno la competencia de prisiones en Cataluña y en el País Vasco, aprobarán una norma de símbolos “para acabar con las humillaciones” y “cortarán la financiación pública a partidos y asociaciones que promuevan la violencia”.

Ante el conflicto catalán, Casado corrige su propia apuesta catalanista y más moderada de las últimas elecciones catalanas, que supusieron un varapalo electoral para el partido, relegándolo a octava fuerza del Parlament. El líder del PP se rectificó a sí mismo en las dudas que había expresado durante la campaña sobre la actuación del Gobierno de Mariano Rajoy ante el desafío secesionista. “Quiero decir una cosa muy clara ahora que se cumplen cuatro años del 1 de octubre. Hicimos lo que teníamos que hacer”, afirmó. A renglón seguido, se refirió al expresidente catalán y la plaza estalló en aplausos. “Traeremos a Puigdemont al Tribunal Supremo, aunque tengamos que viajar hasta el último país de Europa para exigir el respeto a nuestra justicia. ¡Ya está bien de impunidad con los golpistas”, clamó. “¡Puigdemont, a prisión, Puigdemont, a prisión”, corearon los simpatizantes del PP.

En materia económica, el programa de Casado apuesta por la bajada de impuestos y por revertir la reforma de pensiones del Gobierno de coalición progresista para volver al llamado factor de sostenibilidad. El PP también quiere “fomentar la jubilación activa para seguir trabajando con la pensión”.

Isabel Díaz Ayuso, a su llegada a la plaza de toros de Valencia. Mònica Torres (EL PAÍS)

A pesar de la guerra fría que mantiene con Isabel Díaz Ayuso por el poder orgánico del PP de Madrid, la presidenta madrileña gana la batalla ideológica en el PP. El líder está mucho más próximo a Ayuso que al resto de barones más moderados. Casado siguió la estela de Ayuso en su defensa de que España no tiene que disculparse ante los indígenas latinoamericanos por los excesos de la conquista. “España no tiene que pedir perdón a nadie ni por nada, al revés, nos deben dar las gracias por nuestra contribución a América con el acontecimiento más importante de la humanidad, después de la romanización, que es la Hispanidad”.

El propósito del nuevo Casado es convencer a toda la derecha, que sigue dividida en tres marcas, de que tiene que llegar a La Moncloa para, aseguró, “resetear el desastre de los radicales del Gobierno”. El líder del PP ninguneó al presidente socialista, a quien no quiso ni citar. “No he venido a hablar del aún inquilino de La Moncloa. Él ya es el pasado, aunque aún no lo sepa. Ya sabéis lo que pienso de él, no le voy ni a nombrar”.

El PP ha regresado a la plaza de toros de Valencia para evocar los buenos tiempos. Los populares han llenado este domingo el coso valenciano con 9.000 simpatizantes llegados en autobuses de todo el país para hacer una demostración de fuerza que impulse a Pablo Casado en su carrera hacia La Moncloa. “El PP ha vuelto”, proclamaron en el partido sin ocultar la euforia. Muy lejos quedan las más de 55.000 personas que reunió el mitin en el estadio de Mestalla que en 1996 encumbró a José María Aznar, pero se trata de evocar esa imagen. Casado regresó a una plaza que los populares dominaron durante dos décadas ―ahora está en la oposición y la izquierda gobierna la Generalitat― y cuyo impulso espera que le ayude en el ecuador de la legislatura para consolidar su crecimiento en las encuestas. El mitin se celebró bajo un sol de justicia de principios de octubre en el Mediterráneo y ante los principales dirigentes populares y el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, como invitado especial.

Simpatizantes del PP, en la plaza de toros de Valencia. Mònica Torres

El canciller austriaco Sebastian Kurtz dio plantón al PP en el último momento y no asistió al mitin por la negociación de Presupuestos en su país, según informó el partido, pero envió un vídeo de apoyo que se cortó justo cuando hablaba de los inmigrantes, según el PP por un problema técnico. “Soy consciente de que aquí en España estáis especialmente sobrecargados con la acogida de inmigrantes y de refugiados”, señaló el canciller antes de que la organización subiera la música y lo diera por terminado. El primer ministro griego también aludió a la cuestión migratoria y abogó por “una Europa que proteja sus fronteras”.

El PP ha recuperado los mítines de siempre, los de militantes con el bocadillo en la mochila, sombrero del partido y bandera rojigualda. Hacía tiempo que no se veían en España actos así, por las restricciones que impuso la pandemia, y había algo de euforia colectiva en el ambiente. El partido quería exhibir músculo y movilizó a la organización de todo el país con autobuses y trenes llegados de todas partes. Dj Pulpo, un clásico en las celebraciones y actos del PP, amenizó los prolegómenos del mitin con éxitos de discoteca de Los 40 Principales. La organización tuvo que desalojar la parte superior de las gradas de la plaza antes del comienzo del mitin por seguridad, porque las previsiones de asistencia se desbordaron y esa zona no se podía ocupar porque se está rehabilitando.

Los populares no reniegan de su pasado con claroscuros por los escándalos de corrupción en la Comunidad Valenciana. La plaza homenajeó a la exalcaldesa de Valencia Rita Barberá, ya fallecida, cuya carrera política acabó por las irregularidades que la rodeaban. “Rita convirtió Valencia en la mejor ciudad del mundo”, dijo María José Catalá, portavoz en las Cortes valencianas, y la plaza se puso en pie a aplaudir, incluido Casado, que habló luego de su “gran legado”. Entre los asistentes al mitin se encontraba también Francisco Camps, expresidente valenciano que lleva más de una década imputado en distintos casos de corrupción, aunque fue absuelto en el llamado caso de los trajes. Camps quiere volver a la arena política y se ha acercado de nuevo al PP tras un amago de montar una candidatura propia, pero en el PP aseguran que es “imposible” que vaya en las listas. En el mitin, el partido exhibió el discurso más duro. “La unidad de España, con los terroristas y los comunistas trasnochados no se negocia”, clamó el presidente provincial, Vicente Mompó.

El PP confía en que la imagen de este domingo suponga un “salto cualitativo” para Casado. La plaza de toros de Valencia es un enclave icónico para la formación. Por allí pasaron también Aznar en el año 2000 y Mariano Rajoy en 2011 y 2015. Casado quiere transmitir el mensaje de que “no hay dos sin tres”, como dijo Rajoy el lunes en el arranque de la convención popular. El partido quiere dar por enterrada la travesía en el desierto que vivieron tras su abrupta salida del poder en 2008 en una moción de censura por sus casos de corrupción. “España quiere volver a respirar PP”, clamó Casado. En Valencia, el líder del PP dio el enésimo giro estratégico y enterró el viaje al centro.


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