Casi cuatro millones de espectadores vieron la final de 'Supervivientes 2020′


Los realities trasladan a sus concursantes a un mundo paralelo, una realidad alternativa prácticamente desconectada del exterior. Pero el contraste entre la realidad y el programa este año en Supervivientes ha sido mayor que nunca. El 20 de febrero, una nueva remesa de concursantes más o menos famosos ponían rumbo hacia los idílicos Cayos Cochinos de Honduras. Tres semanas después, la OMS declaraba el 11 de marzo el brote de coronavirus pandemia global. El estado de alarma dejó a los españoles confinados en sus casas. Pero en Supervivientes el espectáculo debía continuar.

“No tuvimos margen de maniobra. Cambiar la localización era imposible, y cuando se declaró la pandemia, la situación de contagio en España era de las más complicadas del mundo, traer aquí el programa no habría sido viable. En Honduras el desarrollo fue algo más lento”, cuenta a EL PAÍS Alfredo Ereño, director general de la productora Bulldog TV, repasando la edición que hoy concluye. De inicio, esta entrega se presentaba como una de las más duras por la climatología esperada, pero ha terminado luchando no solo contra la lluvia, el viento y el frío, sino también contra toda una pandemia mundial. Para hacer frente a lo primero habían dotado a los participantes de equipamiento extra en forma de protección para el frío y la lluvia y neoprenos para el mar, además de haber realizado un trabajo de concienciación con ellos más intenso que en otras ocasiones. Pero nadie les había preparado para el choque emocional que fue conocer, menos de un mes después de llegar a las islas, cuál era la situación en España.

Ese momento llegó el 17 de marzo, cuando los espectadores vieron cómo Lara Álvarez hablaba con los concursantes de pandemia, estado de alarma y confinamiento. “Hubo dos razones importantísimas para decírselo: una es que tenemos el compromiso con ellos de que si algo importante ocurre en España o con sus familias, se lo vamos a contar. Si no lo cumplimos, no confiarían en Supervivientes los futuros concursantes. Y otra es que nos parecía una falta de respeto hacia la audiencia no contarlo habiendo tanta gente en España que lo estaba pasando mal. Tenía que haber un pacto de realidad entre el programa y la gente que lo está viendo”, explica Ereño. Antes de las imágenes que se emitieron con Lara Álvarez, el director del programa en Honduras, acompañado de un médico y un psicólogo, explicó a los concursantes, fuera de cámara, cuál era la situación.

También se les recordó en diversas ocasiones que el espectáculo debía continuar, y que millones de espectadores contaban con ellos para evadirse de esa dura realidad. Supervivientes ha sido el programa más visto de la cuarentena en España, con una media de 3.454.000 espectadores y un 28,6% de cuota de pantalla en las galas de los jueves, y ha copado ocho de las 10 emisiones con mayor share de lo que va de año. “Ha sido una ventana al aire libre, a la naturaleza, al sol, la frescura, era un momento de descanso y desconexión de los problemas que tenemos en España, un rato de distracción sana, sin más. Ha sido un hilo conductor en estas semanas que nos ha ayudado a pasar de forma más amable este periodo de tiempo”, defiende Ereño.

Durante todo el programa, el equipo de Supervivientes ha estado en permanente contacto con la embajada española en Honduras. A pesar de que el tráfico aéreo comercial se paralizó, tenían un permiso que les aseguraba la posibilidad de tomar un vuelo de regreso a España en 48 horas si lo necesitaban. “No pensamos en volver, pero sí teníamos la garantía de que podríamos hacerlo”, aclara Ereño. Para que el programa pudiera continuar con normalidad, el equipo en Honduras, compuesto por unas 160 personas que se alojan en un hotel a unos 50 minutos en barca rápida desde los cayos donde están los concursantes, decidió vivir como si de una gran unidad familiar se tratara. “El hotel se cerró al turismo, todo el equipo del hotel, limpiadores, seguridad, cocineros… se incorporaron a nuestro equipo y estaban las 24 horas con nosotros, sin contacto con el exterior”, continúa Ereño. También se establecieron barreras y protocolos de protección para que el abastecimiento de material y alimentos fuera desinfectado antes de entrar al hotel, además de contar con un equipo médico que coordinó la situación. A esta gran familia se sumaban los concursantes expulsados, que solo podían volver a España “de una forma poco programable, en vuelos de repatriación”.

La pandemia también ha obligado a una recta final diferente, con los concursantes en España antes de tiempo para que pasaran la cuarentena obligatoria para todas las personas procedentes del extranjero. “El margen de maniobra con el que hemos contado lo da la normativa que se va publicando en el BOE. Por eso decidimos trasladar la burbuja que habíamos creado en Honduras a Madrid, para poder seguir trabajando aquí con normalidad”, dice Ereño. Así, tanto los concursantes finalistas como parte del equipo que estaba con ellos en Honduras han estado confinados en un complejo hotelero en la Comunidad de Madrid, de forma que entre ellos pueden interactuar sin problema pero siguen aislados del contacto exterior. La anómala situación actual quedó patente el pasado jueves en unos reencuentros con familiares con una mampara de por medio y abrazos separados por un plástico.

Ahora, la productora Bulldog TV prepara un nuevo programa para Telecinco, La casa fuerte, con parejas de famosos confinadas en una villa. ¿Cómo se prepara un reality de cero en tiempos del coronavirus? “Tenemos un equipo muy potente y conocedor de las mecánicas de los realities y de los concursantes posibles”, cuenta Ereño. La selección de participantes, entre los que ya están confirmados rostros conocidos del mundo de Mediaset como Maite Galdeano, Ferre o Fani y Christofer, no es complicada para ellos, según explica el director general de la productora. “Las mecánicas de los realities son muy concretas, y se pueden formular de distintas formas, pero los resortes para generar interés los conocemos bien. Por videoconferencia y con llamadas telefónicas se puede preparar un programa así, estamos habituados a trabajar en la distancia”, concluye. El ritmo de los realities de Mediaset no puede parar, haya pandemia o no.


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