La vacunación está avanzando bien en el Perú: casi 10 millones de dosis han sido ya suministradas y los planes para las próximas semanas son esperanzadores. Las hospitalizaciones llevan ocho semanas en descenso, igual que los fallecidos por la covid-19 y los nuevos casos. El país no vive la misma situación de hace unos meses, hay un respiro. Las personas han vuelto a los restaurantes, a hacer deporte con sus amigos, a jugar en el casino o marchar en contra o a favor de diferentes causas. Todos menos los niños, quienes continúan por más de año y medio con las escuelas cerradas.
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Perú, con un 99% de los colegios cerradas, corre el riesgo de ser el último país del mundo en abrirlas y está ya cerca. Son una decena los países en esa situación: Venezuela, Corea del Norte, Arabia Saudí, México, Myanmar, Camboya, Honduras, entre otros pocos.
Y las consecuencias para los más pequeños están siendo incalculables y no solo en educación. Uno de cada cinco niños ha pasado toda la pandemia en hacinamiento (hogares sin habitaciones exclusivas para dormir con más de tres miembros). Además, el número de niñas forzadas a ser madres producto del abuso sexual se triplicó y han aumentado un 50% las hospitalizaciones de estos, por casos de ansiedad.
Los que menos tienen son, como siempre, los que más sufren. El 37% de los hogares en el Perú son monoparentales, siendo la madre cabeza de hogar y única responsable del cuidado de sus hijos. Mujeres de las cuales muchas viven al día y para las cuales llevar a sus hijos a la escuela supone un refugio que les alimenta, cuida y educa mientras ellas pueden ir a trabajar y sacar para la cena. Para estas familias la situación actual es dramática.
Únicamente el 39% de los hogares tiene acceso a internet (5% en áreas rurales)
Pero en un país con ya fuertes rezagos de aprendizaje que lastran su desarrollo, muchos niños están perdiendo prácticamente dos cursos lectivos desde el cierre por coronavirus. Únicamente el 39% de los hogares tiene acceso a internet (5% en áreas rurales) y, aún para quienes pueden seguir las clases virtuales, su aprendizaje se verá fuertemente mermado.
Como mencionaba en Twitter Jaime Saavedra, actual director global para educación del Banco Mundial y uno de los peruanos más vocales en el regreso a las clases de los niños, en un reciente estudio sobre São Paulo, estudiantes de secundaria con educación a distancia aprendieron un 27,5% de lo que lo harían con educación presencial.
“Manda a tu hijo estúpido… yo a mi bebe no quiero exponer a contagios”, fue una de las respuestas que Saavedra recibió en su tuit. Esta es la tónica general cuando se reclama la apertura de los colegios. Derivan del miedo y de la desinformación, pues los medios de comunicación, cada vez más deslegitimados, no han tratado prácticamente el tema a pesar de los resultados y aprendizajes que otros países con colegios abiertos venían mostrando. El feroz proceso electoral que el país ha sufrido los últimos meses sin duda tampoco ayudó.
No hay datos ni en el Perú ni de otros países que muestren a las aulas como un foco de contagio mayor que cualquiera de las actividades ya permitidas, ni para adultos ni mucho menos para los niños. De las 2.400 colegios abiertos en el Perú el ministro de Educación señaló recientemente que “no hay ningún contagio asociado a la asistencia a las escuelas, aun cuando no hayamos tenido todavía la vacuna para los docentes”.
Se ha también demostrado que la transmisión del virus por parte de los niños es menor, igual que los síntomas. “Hasta el momento, las pruebas no sugieren que estas variantes estén afectando específicamente a los niños y sigue siendo relativamente infrecuente que los jóvenes que se contagian desarrollen una enfermedad grave”, se insiste desde un comunicado de Unicef.
Por último, sabemos que, los contagios en los países que han tenido los colegios abiertos durante prácticamente toda la pandemia han sido muy pocos. En España, por ejemplo, únicamente el 1,67% de sus aulas tuvo que estar en algún momento en cuarentena, a fecha de noviembre de 2020.
La reactivación económica ha sido una prioridad en el Perú, antes incluso que la salud o educación de los niños. Fueron las minas y los centros comerciales sectores que comenzaron prematuramente, porque primaban los negocios en el corto plazo. The Economist publicó recientemente un artículo sobre la tragedia de las escuelas vacías en América Latina señalando que “incluso si solo se pierden diez meses de clases, el Banco Mundial calcula que el estudiante promedio podría perder el equivalente a 24.000 dólares (unos 20.200 euros) en ganancias a lo largo de su vida”. Serán los bolsillos de nuestros hijos quienes sufrirán las decisiones que ahora estamos tomando.
Varias campañas en redes como Volvamos a Clases Perú, organismos como Unicef, Banco Mundial y líderes de opinión se van sumando. Pero son necesarios sobre todo los medios de comunicación y sindicatos de maestros, estos últimos en sospechoso silencio ante un tema que tanto les atañe pero quienes centran únicamente sus demandas en un también necesario aumento salarial.
Recientemente, coincidiendo con el Día del Maestro comenzó la vacunación a los docentes. Es una muy buena noticia que debe contribuir al regreso a los niños a las aulas con profesores más seguros. Mientras, como es normal, los niños juegan en los parques como lo estarían haciendo en la escuela, meseros se exponen en restaurantes, igual que taxistas, enfermeros o empleados en las minas, todos ellos mientras esperan su vacuna. Paradojas.
Asier Hernando Malax-Echevarria es exdirector Regional de Oxfam para América Latina, actualmente en excedencia estudiando un master en ciencias políticas en la PUCP de Lima, Perú.
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