Castilla y León cierra la hostelería y los centros comerciales desde el viernes


El límite está en los hospitales. Mientras hay margen para atender a más enfermos, las restricciones para frenar la epidemia de covid pueden permitirse errar. Pero cuando se acerca el colapso, comienza a recurrirse a lo único que se ha demostrado completamente efectivo: el confinamiento domiciliario. Lo está haciendo media Europa —antes incluso de que sus UCI alcanzaran el límite— y en España ya está sobre la mesa, aunque ni las autoridades sanitarias ni los expertos se ponen de acuerdo.

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El melón lo abrió este fin de semana Melilla, que tiene la mayor incidencia acumulada de coronavirus en los últimos 14 días (1.356 casos por 100.000 habitantes). El presidente de la ciudad autónoma solicitó al Gobierno aplicar el confinamiento domiciliario y sopesar las clases no presenciales. A él se ha sumado este lunes el presidente asturiano, el socialista Adrián Barbón, quien anunció que solicitaría al Gobierno ampliar el estado de alarma para poner en cuarentena en sus domicilios durante 15 días a los asturianos, ya que el actual decreto no lo contempla. La respuesta del Ministerio de Sanidad llegó minutos después, en una comparecencia de su titular, Salvador Illa, en Barcelona: “Ni estamos trabajando en ello ni lo prevemos. Pensamos que con el abanico de medidas que están a disposición de las autoridades de las comunidades autónomas es suficiente”. El ministerio de Sanidad ha convocado para este mediodía una reunión bilateral por videoconferencia, liderada por el ministro, con las autoridades asturianas para abordar el tema y estudiar medidas alternativas al confinamiento en los hogares.

Pero, tras Asturias, otras comunidades se han sumado de forma más o menos explícita a la iniciativa. La que lo hizo más claramente fue Castilla y León. “Ese confinamiento va a existir porque es necesario que frenemos el virus, aunque se permita el trabajo, la educación y otros aspectos que no tuvimos en marzo, pero habrá que limitar las actividades no imprescindibles y estar en casa, lo vamos a tener que hacer”, ha dicho su consejera de Sanidad, Verónica Casado, en una entrevista en la SER. El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha confesado que no descarta “modelos más duros o confinamientos” y el vicepresidente de la Junta de Andalucía, Juan Marín, ha afirmado que España “va por el camino” de Francia o Portugal, y que el confinamiento “puede llegar en próximos días”. El lehendakari Iñigo Urkullu lo ha situado como “última opción”, pero no lo descarta, como tampoco lo hace La Rioja.

Estas últimas comunidades están por encima de la media española en incidencia del virus, pero no así Asturias, que tiene mejores datos que la mayoría. Sus argumentos combinan la expansión del virus y la situación hospitalaria con la demografía del Principado. Las tasas de incidencia de la covid-19 han pasado en apenas unas semanas de los 200 casos por 100.000 habitantes en 14 días hasta duplicarse. La zona de Gijón, con el hospital de Cabueñes ya saturado, supone la principal preocupación, informa Juan Navarro. Los dirigentes han insistido en que no atajar cuanto antes los contagios supondrá un colapso sanitario. Su director de Salud Pública, Rafael Cofiño, explica que las medidas que piden se parecerían a las de la fase 1 de la desescalada, con franjas horarias para salir a la calle a pasear y hacer deporte. Lo solicitan, asegura, en coherencia con la política de la comunidad, que siempre ha actuado de forma muy preventiva.

Un confinamiento domiciliario con los datos actuales de España divide a los expertos. Ninguno de los consultados es partidario de uno duro como el de marzo y todos apuestan por permitir, como mínimo, salidas a la calle y la apertura de los colegios mientras sea posible. Algunos, como Daniel López Acuña, exdirector de Emergencias de la Organización Mundial de la Salud, lo ven inaplazable: “La autoridad sanitaria del Estado y el Consejo Interterritorial deben acordar medidas urgentes de confinamiento domiciliario durante 15 días para frenar la pandemia y prevenir el colapso asistencial. A ello deberá seguir declarar un nuevo estado de alarma que lo haga posible”. En la misma línea se manifiesta José Martínez Olmos, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública: “Es deseable e inevitable el confinamiento domiciliario en aquellos territorios en los que el riesgo de colapso asistencial es objetivo y objetivable. No tiene por qué ser para todo el territorio español, aunque tal como está todo no debemos descartar nada. Salvar vidas es prioridad”.

Dudas sobre la medida

Otros epidemiólogos expresan más dudas. Andrea Burón, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública (Sespas), cree que lo sensato sería comprobar antes si las medidas que comenzaron la semana pasada (confinamientos perimetrales y toque de queda) surten efecto, para lo cual habrá que esperar todavía al menos otra semana más. “Los confinamientos domiciliarios son muy restrictivos en cuanto a las libertades. Creo que es oportuno dejar un poco más de tiempo a las medidas ya instaladas y valorar si se cumplen. Los ciudadanos somos conscientes de que no hay mucho seguimiento y vigilancia”, reflexiona.

Opinión parecida tiene Fernando Rodríguez-Artalejo, catedrático de Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid. “No sabemos exactamente dónde se está contagiando la gente ni el cumplimiento de las medidas que se están tomando. Entiendo la tentación de querer ser más restrictivos cuando la curva hospitalaria sube y cuando vemos a otros países que ponen más limitaciones, para no quedarnos atrás, pero no se hace sobre una base muy racional”, señala Artalejo, quien subraya que mientras no se conozca dónde están las infecciones, las medidas irán “a ciegas”.

Una opción intermedia que ya se aplica en Cataluña es el cierre de la hostelería. En esta comunidad, entre esta limitación, los confinamientos perimetrales y los toques de queda están de facto en una situación muy parecida al confinamiento domiciliario que proponen algunas comunidades. Antoni Trilla, catedrático de Medicina Preventiva de la Universidad de Barcelona, asegura que algunas estadísticas son esperanzadoras y que pueden verse resultados positivos pronto. “En cualquier caso, el confinamiento es algo que tendrán que valorar en cada territorio en función del estado de sus UCI. Ojalá no lleguemos, pero no se puede descartar. Si toman esta medida lo que sí deberían hacer las autoridades es explicar muy bien por qué la toman, qué prevén, con qué datos la levantarán…”.

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