Catarsis democrática

Simpatizantes de Aurora Dorada celebrando el resultado de las elecciones en las que lograron representación en el Parlamento griego.
Simpatizantes de Aurora Dorada celebrando el resultado de las elecciones en las que lograron representación en el Parlamento griego.Nikolas Giakoumidis

Un ejemplar fallo judicial ha dejado fuera del juego político al que llegó a ser el tercer partido de Grecia, al considerar probado que la cúpula de Amanecer Dorado (AD), una formación que quiso disimular su condición neonazi con un disfraz nacionalista, dirigía una organización criminal a la que se imputan un asesinato y sendos ataques a inmigrantes y sindicalistas. La muerte de un rapero en 2013 a manos de uno de sus militantes desencadenó un proceso que se prolongó cinco años y medio, durante los cuales, aun con algunos de sus líderes entre rejas, el partido logró capitalizar el hartazgo de la ciudadanía ante la vieja política para convertirse, en 2015, en una fuerza de gran peso.

Con sus repartos de comida y bancos de sangre solo para griegos, AD culminó una labor de zapa en la que convirtió a los inmigrantes en el chivo expiatorio de la crisis que durante la pasada década desgarró el país. Pero también puso en la diana a activistas de izquierda, sindicalistas, movimientos ciudadanos o vecinales. Sus credenciales siempre han sido obvias: el odio al diferente y el uso de la fuerza para limpiar las calles de quienes consideraban indeseables, de forma sistemática y organizada, según ha establecido el tribunal.

Los estragos de la crisis, y especialmente de las recetas de austeridad a cambio de los rescates que evitaron el default y un probable Grexit, alimentaron el apoyo a esta vil forma de antipolítica. Pero un férreo cordón sanitario de las instituciones, la sociedad civil y los medios que subrayaron sus desmanes, privó al grupo mafioso de representación parlamentaria en 2019.

El fallo rebasa las fronteras helenas y puede leerse como aviso a navegantes cuando la penetración de elementos neonazis en las instituciones amenaza incluso a países tan sólidos como Alemania. Vale decir lo mismo sobre la presencia en el Parlamento húngaro de Jobbik, con su actitud dudosamente democrática contra gitanos y judíos. En el seno de la UE sigue incubándose esa amenaza parda a la democracia contra la que no solo la justicia, sino la sociedad entera, debe pronunciarse.


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