Celorrio: “De la Real me quedo con las personas y los valores”


Tras casi media vida en Zubieta, Marcos Celorrio (Logroño, 1997) abandona la Real para afrontar una nueva aventura exótica en Noruega. Del club txuri urdin se queda con las personas y los valores, aquellos que le han llevado a ser la persona que es. El delantero cree que era momento de dar un cambio en su vida.



Llega en alevín con 12 años. ¿Cómo es la llegada a Zubieta?

Yo jugaba en Logroño, la Real no tenía equipo en alevín y me llamaron para ir a torneos porque había un centro de tecnificación cerca de casa. Tuve la suerte de disfrutar y en 1º de la ESO, después de varios torneos, se formó un equipo de Infantil Txiki y pude fichar por la Real. Al principio tenía que ir a Donostia y volver porque entrenaba tres veces y solo uno con la Real, los viernes. Jugaba el sábado y me volvía para Logroño, estuve así dos años.

¿Entonces se dio el salto?

Sí, con 13-14 años doy el paso. La Real me da la oportunidad de quedarme en la residencia de Olarain viviendo. Mi madre tuvo problemas (risas), creía que era más mayor pero seguía siendo un niño y mis padres si que tenían alguna duda, pero cuando me llamó la Real yo no me lo pensé porque mi sueño era jugar al fútbol. Al final vieron que era mi sueño y accedieron.

¿Cómo fue dar ese paso?

No fue sencillo, pero yo quería dedicarme al fútbol y al final lo das inconscientemente. Lo pasé algo peor cuando ya estaba en Zubieta, porque empiezas a valorar todo lo de casa, a tu familia, amigos y todo lo que dejas en Logroño.

¿Cómo era su día a día con 13 años?

Hacíamos lo mismo que cualquier otro chaval. De la residencia íbamos a la ikastola de Larramendi, íbamos muchos compañeros juntos, porque tanto como mi familia como el propio club hicieron y hacen mucho hincapié en los estudios. Es algo clave del proceso y la Real hace un gran papel ahí. Tras las clases, comíamos e íbamos a entrenar a Zubieta. Estaba Xabi Abascal que nos ayudaba con las tareas, y de ahí para casa.

Hablemos de sus muchos entrenadores. ¿Quién le marcó cómo jugador?

De cada uno saqué lo mejor, aprendes de todo y de cada momento. En la Real eso también lo hacen genial. Llegué con Bixen Calzón, que era el ideal para esa edad porque entiende el contexto. Luego pasé a estar con Jon Mikel Arrieta y aprendí un estilo de juego diferente, me sentí muy cómodo con él porque tenía mucha confianza en mí, crecí muchísimo. También tuve a ‘Satrus’, le guardo mucho cariño, estuve en Cadete Vasca, jugaba con los de un año más y él me cuidada como si fuera el pequeño (risas), puede que me marcase mucho esa etapa.

Siga, siga…

No me puedo olvidar de Imanol, más adelante. Estuve dos años con él y fue entonces cuando cambió mi forma de ver el fútbol porque me hizo ver que esto ya era una profesión, nos puso una exigencia que te hacía sacar lo mejor de ti, creo que en el primer equipo ahora pasa lo mismo. Y el último pues Xabi Alonso, qué voy a decir de él, todo lo que pueda añadir está dicho ya y me quedaría corto (risas).

Cuántas alegrías ha dado la generación del 97.

¡Y tanto! Cada uno tuvimos nuestros procesos y tiempos, la Real lo mide bien. Pero se veía que la generación era muy buena, destacaban jugadores, Oyarzabal, Igor… iban con la selección de Euskadi, con la española, yo también tuve la oportunidad de ir. Cuando jugaba con Mikel te das cuenta de que era diferente, marcaba las diferencias, nunca he visto un jugador de ese nivel, veía cosas que los demás éramos incapaces de ver. Pero no sólo él, también Igor, Guevara, Aihen… Están donde están porque son los mejores.

¿Quién pensaba que podía llegar al primer equipo y se ha podido quedar a medio camino?

¡Puf! Ahora si que me pillas (risas). Cada uno ha tenido muchas experiencias e historias distintas. Por decirte alguno, que creo que todavía puede llegar y dar el salto, Álex Petxarromán. Aunque ahora está en el Sanse, me parece un jugador increíble y espero que le respete y supere la grave lesión.

Casi media vida en Zubieta, ¿con qué se queda de la Real?

Lo tengo clarísimo, con los valores y con las personas. El otro día llamé a Luki Iriarte, otra de las personas claves que mira por el jugador, y se lo dije: “No sería quien soy, como persona, con los valores que tengo, si no fuese por la Real. Es algo que llevas por bandera toda tu vida”.

Celorrio ya se encuentra en Noruega, pero tiene que guardar “14 días de cuarentena por llegar de España”. La liga también está en marcha: “Han vuelto los partidos, tengo ganas de jugar, pero tengo que esperar un poco. Me han sorprendido las instalaciones, no son tan diferentes, es obvio que la liga es secundaria pero al final es la primera división de un país, tenía ganas de cambiar de aires y creo que no me he equivocado”.



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