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centros de drogadicción supervisados evitarían muertes por sobredosis

centros de drogadicción supervisados evitarían muertes por sobredosis

SAN FRANCISCO, California – San Francisco está apostando por la aprobación de centros supervisados para el consumo de drogas en un esfuerzo por minimizar las muertes por sobredosis en la ciudad.

El uso rampante de drogas en las calles ha dejado a la ciudad con una de las cifras más altas de muertes por sobredosis en todo Estados Unidos.

¿Simplemente no vamos a hacer nada mientras cientos de personas están muriendo? No tiene sentido”, afirmó Hillary Ronen, suprevisora de la ciudad.

Ronen ha estado en desacuerdo con la alcaldesa, London Breed, sobre cómo controlar las muertes por drogas y hasta le llamó la atención a la rama ejecutiva directamente en audiencias recientes.

“Estamos cansados de que nos den la vuelta y eso es lo que has estado haciendo. Tú hablas y dices nada y dices las mismas cosas una y otra y otra vez pero nada pasa y luego le pisas el freno a la comunidad”, aseveró Ronen.

Pero Ronen y la alcaldesa, desde entonces, han unido fuerzas poniendo sus diferencias políticas a un lado para así poder hacer lo que San Francisco ha estado intentando hacer durante años, abrir los llamados centros supervisados para el consumo de drogas.

Estos son lugares donde las personas pueden consumir drogas ilícitas bajo el cuidado de empleados entrenados que proveerían atención médica en caso de una sobredosis.

“Hay un dicho en la reducción de daños: las personas muertas no pueden acceder a tratamiento”, explicó la doctora Leslie Suen.

Por casi una década, Suen ha estado ayudando a pacientes que luchan contra la adicción en San Francisco.

En la ciudad, hubo 620 muertes por sobredosis de droga el año pasado, un leve descenso en comparación al 2021, pero aun así es un aumento de más del 500% desde el 2015.

Suen dice que en el exterior hay más de 200 centros de consumo supervisado de drogas ayudando a salvar vidas.

En 2018, el equipo investigativo de nuestra estación hermana NBC Bay Area visitó uno de estos sitios en Canadá.

Estudios desde Vancouver demuestran que luego de abrir los centros, las jeringas usadas en las calles y aceras disminuyeron por más de la mitad, mientras que las inscripciones en centros de rehabilitación y servicios de adicción aumentaron en un 30%.

“Cuando lo piensas, parece una idea loca, ¿verdad? Yo creo que lo que las personas no entienden es que cuando una persona tiene un desorden por uso de drogas o una adicción a opioides, es una condición recurrente-remitente, en el sentido de que las personas pasarán por periodos donde quieren recibir tratamiento. Entonces, en ese caso, el centro inmediatamente puede contactarlos con un centro de tratamiento y realmente aprovechar la oportunidad”, dijo Suen.

Pero estos centros violan leyes federales y estatales. Hasta el gobernador de California, Gavin Newsom, conocido por sus políticas progresivas, vetó un plan el año pasado que hubiese permitido la apertura, a modo de prueba, de centros de consumo supervisados en varias ciudades, incluyendo San Francisco.

Este limbo legal atrasó los planes de la ciudad, con la alcaldesa negándose a seguir adelante con la apertura de estos centros, ya que pueden poner a empleados municipales en peligro de una investigación federal.

“Cuando nos referimos a programas de prevención de sobredosis, yo quiero verlos en San Francisco, pero aquí se guarda un problema legal serio que no ha sido discutido para centros operados por la ciudad o financiados por la ciudad”, indicó Breed.

Pero la supervisora Ronen no está de acuerdo.

“La administración (del presidente, Joe) Biden no ha enjuiciado a nadie. Cuando la vida y la muerte está en juego, creo que en ocasiones debemos tomar riesgos y ahora es el momento para tomar ese riesgo”, afirmó Ronen.

Breed dice que ella ya no está esperando por las recomendaciones del gobierno federal para avanzar.

Ahora, con un compromiso político con Ronen, ambas esperan copiar lo que Nueva York hizo hace más de un año.

La Gran Manzana abrió el primer centro de consumo supervisado en la nación con un par de instalaciones que son financiadas con fondos privados, no dinero del contribuyente.

Breed y Ronen quieren traer ese modelo a San Francisco, abriendo tres centros para fin de año en un intento para disminuir la responsabilidad legal mientras que la ciudad busca intentar nuevamente manejar su crisis de drogas.


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