En ocasiones, lo más difícil es acordar los principios de un acuerdo; otras veces, el verdadero trabajo no empieza hasta después de ese momento. Las autoridades estadounidenses y chinas llegaron a un acuerdo el viernes que permitirá las inspecciones estadounidenses en Hong Kong de los documentos de auditoría de China. Esto podría ser un verdadero paso adelante en esta disputa que dura ya 15 años, pero el verdadero éxito sigue dependiendo de lo que ocurra a partir de ahora.
Los valores chinos que cotizan en Nueva York ya celebraron la noticia el jueves, cuando el Wall Street Journal avanzó las negociaciones. El titán tecnológico Alibaba se disparó un 8%, mientras que el índice Nasdaq Golden Dragon, que lo sigue junto a otros valores del continente chino, subió un 6%. El acuerdo, en teoría, eliminaría la amenaza de expulsión forzosa de Manhattan que ha propiciado un desplome del 50% del índice desde que el entonces presidente Donald Trump firmó la Ley de Responsabilidad de las Empresas Extranjeras en diciembre de 2020. En virtud de esta ley, toda empresa cuya auditoría no pueda ser inspeccionada durante tres años seguidos será excluida de cotización. Hay más de 200 valores chinos presentes en la Gran Manzana.
Este asunto supone un gran lastre para Alibaba y sus compatriotas, pese a sus esfuerzos por aliviar la presión añadiendo otra cotización en Hong Kong. Alrededor del 30% de los grandes valores chinos que cotizan en Nueva York está en manos de inversores estadounidenses, según calculaba Goldman Sachs en marzo.
Alrededor del 8% del valor de mercado de esas empresas estaba en manos de inversores que probablemente no podrían poseer acciones de Hong Kong, según Goldman. Esto supone un dolor de cabeza de 21.000 millones de dólares para Alibaba.
Guardar información
Vale la pena recordar que las dos partes han llegado a puntos similares antes. Una inspección piloto realizada en 2016 por los reguladores estadounidenses en el continente chino —su último esfuerzo sobre el terreno— quedó abandonada porque las autoridades chinas se guardaron información. El viernes, el South China Morning Post, periódico con sede en Hong Kong, informaba de que China estaba dispuesta a proporcionar datos por escrito. De ser así, parece poco probable que se llegue a un acuerdo definitivo cuando los funcionarios estadounidenses han dicho recientemente, y en reiteradas ocasiones, que solo aceptarán un acceso sin restricciones.
Hace dos semanas, cinco gigantes chinos de propiedad estatal anunciaron sus planes de retirarse voluntariamente de cotizar en Nueva York. Esto supuso un posible avance al pasar Pekín de las interminables esperanzas de negociación a la elección real de las empresas a las que concedería o no el acceso. Los inspectores sobre el terreno en Hong Kong podrían representar un nuevo avance, pero solo si conlleva un acceso total a la información, algo que no está ni mucho menos garantizado.
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