Cientos de personas huyen a Tailandia y la India ante el aumento de la represión en Myanmar


Myanmar se adentra progresivamente en un periodo de aislamiento que hace rememorar el vivido durante la anterior junta militar (1962-2011). Desde comienzos de semana la conexión a internet a través del móvil permanece cortada, así como algunas redes wifi públicas. Los últimos periódicos independientes que se publicaban de forma impresa han dejado de hacerlo, mientras continúan las detenciones de periodistas. Un apagón informativo con el que los generales que dieron un golpe de Estado el 1 de febrero intentan ocultar la escalada de violencia y represión, que ha provocado un aumento del flujo de refugiados a países vecinos como Tailandia y la India.

Cientos de birmanos han huido de sus ciudades desde la asonada, alojándose en asentamientos informales controlados por milicias de minorías étnicas en la frontera con Tailandia, que se prepara para el previsible aumento de la llegada de refugiados a su país, según publica Channel News Asia. Un portavoz de la Unión Nacional Karen (KNU, por sus siglas en inglés), el brazo político del Ejército para la Liberación Nacional Karen (KNLA), uno de los grupos que ha estado combatiendo al Ejército birmano –más conocido como Tatmadaw– desde hace décadas, aseguró que casi 1.000 personas han buscado refugio en territorio bajo su control, en el Estado de Kayin, limítrofe con Tailandia.

Además, cerca de 300 policías y sus familias han cruzado al noreste de India buscando asilo, ante el temor de represalias por su desacuerdo con los violentos métodos utilizados por las fuerzas de seguridad contra los manifestantes que cada día protestan contra el golpe por todo Myanmar. Las autoridades birmanas, aseguró un desertor a la agencia AFP desde el Estado indio de Mizoram, “golpean y torturan” a los manifestantes.

La alta comisionada de la ONU por los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, denunció el miércoles en una entrevista con CNN que las fuerzas de seguridad disparan a las masas con rifles automáticos y semiautomáticos, alertando del aumento de la violencia por parte de los uniformados en el país. Según la Asociación para la Asistencia a Presos Políticos, un grupo por los derechos civiles birmanos, al menos 217 personas han muerto a manos de las fuerzas de seguridad desde que los militares tomaron el poder, alrededor de un centenar en la última semana. Este mismo viernes ocho personas fallecieron en la ciudad central de Aungban debido a disparos del Ejército y la policía contra manifestantes prodemocracia, según el medio Myanmar Now.

El periódico digital Irrawaddy informa por su parte de que las fuerzas de seguridad dispararon contra la planta de maternidad de un hospital de Yangón, la capital comercial del país, el jueves por la noche, sin que haya registro de heridos. En esta misma urbe, la principal de la antigua Birmania, testigos aseguran que la policía fuerza a un miembro de cada familia a participar a diario en la retirada de las barricadas desplegadas por los manifestantes para defenderse de los ataques de las fuerzas de seguridad, bajo amenaza de ser detenidos.

Una escalada de violencia y represión cuyo alcance resulta cada vez más difícil de conocer por las restricciones a internet y al acoso a medios y periodistas por parte de la junta militar. El Ejército ordenó el pasado 15 de marzo a los operadores de telecomunicaciones bloquear la conexión a internet a través del móvil de forma indefinida, y días después empezó a censurar el acceso a redes de wifi públicas. Hasta entonces, solo cortaba las conexiones por las noches. El creciente control de las redes busca también reducir las vías de comunicación entre los birmanos para organizarse en el masivo movimiento de protestas y desobediencia civil que surgió a raíz de la asonada.

Los últimos periódicos independientes que publicaban de forma impresa –entre ellos 7Days New y The Myanmar Times, símbolos de la transición democrática vivida entre 2011 y 2021- han dejado de hacerlo, debido a los mayores controles de la junta, que hace días retiró la licencia a cinco medios, entre ellos los citados. Estos medios ya solo publican de forma digital, con la dificultad añadida para hacerlo que suponen los cortes a internet.

Desde el golpe, los militares han detenido al menos a 39 periodistas, de los que 10 se enfrentan a acusaciones de perturbar el orden público. Este viernes, los corresponsales de la BBC, Aung Thura, y del medio local Mizzima, Than Htike Aung, fueron detenidos mientras intentaban cubrir desde Naypydó el juicio contra Win Htein, miembro de la Liga Nacional para la Democracia (NLD) de Aung San Suu Kyi, ganadora de los comicios del pasado noviembre, tachados de fraudulentos por parte de los militares como excusa para dar el golpe.

Este viernes, el presidente indonesio, Joko Widodo, hizo un llamamiento para la inmediata celebración de una reunión con sus homólogos de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), de la que Myanmar forma parte, ante la escalada de violencia en este país. “La seguridad y el bienestar de la gente debe ser la prioridad. Indonesia urge a un proceso de diálogo y reconciliación para recuperar la democracia, la paz y la estabilidad en Myanmar”, enfatizó Widodo en un vídeo divulgado en YouTube.


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