Llevamos semanas escuchando a
Garitano
en unas cuantas ruedas de prensa la repetición de lo que bien pudiera haberse convertido en un mantra. Que no salga nadie, ya que no me fichan que se queden todos. Tal vez por esa reincidencia sorprendan poco las palabras de
Ibai
contando lo mismo que su entrenador. Hablaron y el míster le dijo que de salir al Espanyol, nada de nada.
Entiendo que el futbolista, sin minutos, busque alternativas fuera. Lo comparto, siempre y cuando se trate de una cesión, no tanto si su único objetivo es abandonar Bilbao porque se haya cansado de luchar por un puesto en el once. Si defendemos que un canterano tiene que jugar, ¿por qué no ser igual de razonables con un profesional más veterano? Jugar y ejercer sí, irse del club no.
Al día siguiente pudimos leer en este mismo periódico una entrevista a
Unai Núñez
en la que su mercado invernal copaba buena parte de la misma. Entre agentes, supuestas ofertas y mensajes ambiguos acerca de su futuro (“Lo que tenga que venir ya vendrá”), el central no afirmaba en ningún momento su deseo firme e indubitado de querer quedarse. Núñez no lee a su presidente y preguntado por si el Athletic es diferente: “No conozco ningún otro club, no le puedo decir”.
Digo lo mismo que cuando
Valverde
respondía a cuestiones ajenas a las de un cuerpo técnico. No creo que deba ser Garitano el que despache asuntos contractuales, de ofertas y gestión administrativa de la plantilla. Habría sido mucho más conveniente una rueda de prensa en febrero del máximo responsable en cuestión. Desde la naturalidad, la normalidad y con respuestas claras a las dudas que el mercado haya podido dejar.
Hemos oído a Garitano negarse a la salida de jugadores, pero ¿cuál ha sido la posición de club y su dirección deportiva? Ojalá la próxima vez.
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