Clarks, la emblemática marca de zapatos británica, puede tener los días contados como empresa familiar. Tras mantenerse al mando durante 195 años, los Clark, poseedores del 84,8% de la compañía, están listos para cederle el control a LionRock Capital, un fondo de capital riesgo con sede en Hong Kong. Sus gestores se han comprometido a inyectar 100 millones de libras (111,7 millones de euros) para intentar sacar a flote un negocio que ya venía haciendo agua antes del batacazo comercial generado por la pandemia.
Fundada en 1825 por los hermanos James y Cyrus Clark en la pequeña localidad de Street, al suroeste de Gran Bretaña, la firma se ha mantenido durante casi dos siglos bajo las órdenes de una saga familiar tradicional, discreta y de raíces cuáqueras. Pese a la expansión internacional y al crecimiento de la compañía, los Clark nunca movieron la sede y su pueblo natal se benefició durante años de la prosperidad del fabricante de calzado. Al menos hasta 2006, cuando la producción se deslocalizó por completo. Hoy, sus oficinas siguen en Street, pero la gran mayoría de sus productos vienen de Vietnam, Camboya, India y China.
La difícil situación en la que se encuentra la empresa ha ido dejando rastro por las calles de Street. Entre los ejemplos más recientes está la planta con asistencia robótica con la que los Clark intentaron volver a producir en suelo británico en 2017. Fue cerrada menos de dos años después por no cumplir los objetivos. El mismo destino corrió el año pasado el Museo del Zapato, donde Clarks llevaba 70 años exponiendo reliquias, como la primera creación de James y Cyrus: unas zapatillas hechas con los retazos que les sobraban de su negocio de alfombras de piel de oveja.
Grandes desafíos
Pero los desafíos de la firma son demasiado grandes para dejar lugar al sentimentalismo. “Clarks está en modo supervivencia”, afirma Nicholas Found, analista sénior de Retail Week, una publicación especializada en el sector del comercio minorista británico. “Sus beneficios antes de impuestos llevan cayendo cinco años consecutivos… Así que este problema se expande más allá de la pandemia”, explica por teléfono el experto.
La marca de calzado facturó el año pasado 1.469 millones de libras (1.640 millones de euros), lo que supuso una caída anual del 4,6%, según el portal Statista. El resultado final fueron pérdidas por 83 millones de libras (93 millones de euros), más del doble que los números rojos de 31 millones de libras que arrojaron de las cuentas del ejercicio anterior. La empresa anunció el pasado mes de mayo 900 despidos en todo el mundo, que se suman a otros 170 realizados en diciembre de 2019. Si bien la firma insiste en que no habrá cierres “inmediatos” de locales y que sus empleados seguirán recibiendo sus salarios, ya ha abierto un periodo de consultas, el primer paso para un despido colectivo, con sus 4.000 empleados en el Reino Unido.
Para Found, el caso de Clarks es un buen ejemplo de los retos que viven las marcas británicas “de la vieja escuela” y que incluyen la irrupción del comercio electrónico y el dilema de mantener o no sus establecimientos tradicionales. Las ventas por Internet ganan terreno en el Reino Unido y ya antes de la pandemia suponían el 20% del total, según la Oficina Nacional de Estadística del Reino Unido. Con el confinamiento, alcanzaron el 32,8% y ahora rondan el 26%. Esto y el auge del teletrabajo están acelerando la crisis que ya vivía la high street británica, que entre enero y agosto de 2020 sufrió la destrucción de casi 125.000 puestos de trabajo, según el Centre for Retail Research.
Una situación que llevó a otro icono, la cadena de grandes almacenes Marks & Spencer, a registrar este año su primer semestre de pérdidas desde su salida a Bolsa en 1926. “Lo que la covid-19 ha hecho es poner a prueba las cuentas de resultados hasta el punto de que estos negocios históricos están luchando por su vida”, asegura Found. Uno de los principales lastres, según el experto, es el exceso de establecimientos, con un superávit del 20%, según un estudio de Retail Week y la consultora Alvarez & Marsal. Costes fijos como el del alquiler de los locales son otra carga pesada.
No es de extrañar que LionRock Capital haya puesto como condición para la operación la firma de un acuerdo con los acreedores de Clarks para rebajar el alquiler de sus tiendas en el Reino Unido e Irlanda. La propuesta incluye que el precio deje de ser fijo y se calcule según la facturación de cada establecimiento, reduciéndose a cero en 60 de sus 320 tiendas. Una “necesidad absoluta”, afirmó en una nota de prensa Philip de Klerk, jefe financiero interino de la compañía.
Este company voluntary agreement (CVA), una especie de preconcurso de acreedores, deberá ser aprobado en diciembre por el 75% de estos. Los arrendatarios están muy lejos de llegar al 26% necesario para bloquearlo, según la asociación de locales comerciales británicos, la British Property Federation (BPF), que acusa a la marca de zapatos de abusar de este mecanismo legal. “Los propietarios son los únicos acreedores que resultarán afectados por el CVA de Clarks, puesto que representan un pequeño porcentaje del voto y no pueden influir en el resultado”, lamentó en un correo Melanie Leech, jefa ejecutiva de la BPF.
Desde el sector laboral también llegan críticas. Gareth Lowe, jefe regional del sindicato Unite, lamentó en la publicación This is Money que los Clark recibieran “dividendos fastuosos” de 13,4 millones de libras durante dos años en los que la empresa sumó pérdidas de 114,2 millones. “Esto pone en cuestión las prioridades corporativas de los Clark”, aseguró.
La firma confía en que la entrada de LionRock Capital sirva para “revitalizar” la marca y “posicionarla para un crecimiento sostenible futuro a largo plazo”, según afirmó en una nota de prensa. El fondo de Hong Kong tiene participaciones en Didi, conocido como el “Uber chino”, el Inter de Milán y Hailo, otra aplicación de taxis. Según el fundador de LionRock Capital, Daniel Tseung, la inversión “no solo fortalecerá la posición de Clarks como una de las marcas más reconocidas del mundo, sino que también permitirá la expansión a mercados emergentes clave”.
Los Clark, que junto al resto de accionistas votarán en diciembre la entrada de LionRock Capital como socio mayoritario, seguirán teniendo una participación en el negocio, aunque el porcentaje no se ha hecho aún público. Actualmente, la empresa creadora de las botas pisamierdas y los mocasines Wallabees cuenta con 10.000 empleados en más de 100 mercados que incluyen España, donde hay 34 tiendas que, según la compañía, no se verán afectadas por la operación.
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