El candidato presidencial colombiano Sergio Fajardo y su fórmula vicepresidencial, Luis Gilberto Murillo.

Colombia, a la espera de las fórmulas presidenciales

El candidato presidencial colombiano Sergio Fajardo y su fórmula vicepresidencial, Luis Gilberto Murillo.
El candidato presidencial colombiano Sergio Fajardo y su fórmula vicepresidencial, Luis Gilberto Murillo.CORTESÍA

A los aspirantes que sobreviven en la larga campaña por llegar a la Casa de Nariño les ha llegado el momento de destapar sus cartas a la vicepresidencia. Sergio Fajardo, el candidato por la coalición de centro que salió debilitada de las elecciones legislativas del domingo, ha sido el primero en elegir a su fórmula, el exministro de Ambiente Luis Gilberto Murillo, en busca de retomar el impulso perdido. El político y académico afrocolombiano declina así su propia aspiración presidencial por el movimiento Colombia Renaciente, que se había mantenido al margen de las tres grandes alianzas que encumbraron también a Gustavo Petro en la izquierda y a Federico Gutiérrez en la derecha.

“Luis Gilberto Murillo tiene todas las condiciones para ser presidente de Colombia”, subrayó Fajardo, quien al hacer el anuncio este jueves destacó el tema ambiental como una condición para el desarrollo de un país en el que las regiones “no se ven desde el centro”, así como la necesidad de incluir “con dignidad” a los grupos que no han tenido voz. Ambos políticos coincidieron como gobernadores de sus departamentos, Chocó en el caso de Murillo, y Antioquia en el de Fajardo. “Necesitamos implementar el acuerdo de paz con decisión”, el único en el mundo que tiene un capítulo étnico, para mejorar la seguridad en las regiones, apuntó a su turno el exministro de Ambiente.

Murillo (San Juan, Chocó, 55 años) vivió hasta enero en Washington, es investigador asociado del MIT y está muy bien conectado con sectores afroamericanos del partido demócrata en la capital estadounidense. Oriundo de un pequeño pueblo en el selvático departamento del Chocó, el más pobre de Colombia, estudió becado ingeniería de minas en la antigua Unión Soviética, y después regresó a Colombia para participar en el movimiento estudiantil que desembocó en la Constitución política de 1991. Ha sido elegido gobernador en dos ocasiones y vivió una década refugiado en Estados Unidos luego de haber sufrido un secuestro. Durante el Gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018), encabezó el programa presidencial para la región Pacífico, una de las más olvidadas del país, y la cartera de Ambiente.

La concurrida campaña presidencial comenzó a despejarse el domingo, cuando los tres grandes bloques de derecha, centro e izquierda escogieron a sus candidatos únicos en sendas consultas que coincidieron con las elecciones legislativas. Fajardo es el primero de los tres en escoger a su fórmula, a la espera de los anuncios de Petro, que encabeza el Pacto Histórico, una alianza de izquierdas hecha a su medida, y Fico Gutiérrez, quien intenta reagrupar a la derecha en torno a su figura.

La elección de Murillo encierra la paradoja de que atenúa y acentúa al mismo tiempo la falta de diversidad que ha lastrado a la Coalición Centro Esperanza. Aunque le aporta un nuevo componente regional y étnico, que de alguna manera obliga a Petro a mover ficha, es un fórmula masculina que se suma a una alianza en la que concurrieron cinco precandidatos hombres entre los que triunfó Fajardo, pero con una votación ostensiblemente menor a la de sus rivales a la izquierda y a la derecha. Mientras Petro obtuvo más de cuatro millones de votos en el Pacto Histórico, y Gutiérrez más de dos en el Equipo por Colombia, Fajardo se impuso en su alianza con apenas 723.000.

El flamante candidato vicepresidencial de centro tiene el reto de emocionar con un discurso sobre abrir espacios a los “olvidados” del país, “que compense la exigencia tácita que existía de que la fórmula de los candidatos debía ser mujer para sostener el discurso de equidad de género”, apunta el analista y consultor Andrés Segura, quien destaca su incidencia en las comunidades del Pacífico normalmente olvidadas desde los centros de poder.

La búsqueda de vicepresidentas

En una campaña donde han escaseado las candidaturas femeninas con opciones reales, escoger a una mujer como segunda abordo se antojaba casi como una necesidad estratégica. A la espera de la decisión de Petro y Gutiérrez, que todavía no agotan el plazo para inscribir a su fórmula, Fajardo ha desafiado esa lógica.

En el Pacto Histórico, en particular, la decisión ha provocado fricciones. En un principio, el bloque de izquierdas se había comprometido en público a darle al segundo en la consulta la llave para acompañar a Petro, el favorito con distancia de todas las encuestas. A pesar de que la líder ambiental afro Francia Márquez se convirtió el domingo en un fenómeno electoral –superando en votos incluso a Fajardo–, eso no le ha garantizado ser la elegida.

“Dejar de lado a Márquez sería un gran error para Petro, aunque no puede permitirse el lujo de convertirla en vicepresidenta, ya que necesita proporcionar a los centristas y los partidos tradicionales una participación en su campaña. Esta será la decisión más importante a tomar en este momento”, sostiene un análisis de la consultora Colombia Risk Analysis. “Yo no tengo afán por ocupar un cargo, mi afán es por lograr un cambio para este país, eso significa un proyecto de construcción colectiva que hemos venido construyendo con el Pacto”, ha dicho Márquez –quien deslizó que Fajardo la había buscado, aunque este la desmintió– en un intento por zanjar la controversia dentro de su coalición.

En el caso del Equipo por Colombia, en el que se impuso Gutiérrez, hay pocas pistas. La pregunta que ronda es si va a escoger a una figura que le permita morderle votantes al alicaído centro político o una que le permita afianzar sus credenciales más conservadoras, que lo asocian a la continuidad del Centro Democrático, el partido de Gobierno fundado por el expresidente Álvaro Uribe. “Colombia no va a cambiar si nos quedamos atrapados en esas dos posiciones, Petro-Uribe, o el que diga Uribe con el disfraz de la temporada”, aseguró Fajardo al presentar a Murillo y revindicar que son la mejor alternativa a la polarización en un país “mayoritariamente de centro”.

Los plazos son distintos para los demás candidatos que no hicieron parte de ninguna alianza, quienes ya inscribieron a sus fórmulas. Rodolfo Hernández fue el primero en anunciar a una compañera a mediados de febrero, la periodista Paola Ochoa, pero ella declinó su aspiración a los pocos días en un episodio que mostró una campaña errática. El anuncio del nombre de Ochoa había provocado titulares en momentos en que el exalcalde de Bucaramanga competía por atención, en medio de los debates de las alianzas. A comienzos de este mes, Hernández se inclinó por Marlene Castillo, vicerrectora académica de la Universidad Minuto de Dios en Bogotá.

También Ingrid Betancourt, que abandonó la Coalición Centro Esperanza en medio de desencuentros, ya inscribió a su fórmula vicepresidencial. La política del partido Verde Oxígeno, que pasó largos años en la selva secuestrada por la extinta guerrilla de las FARC, se decidió por el coronel José Luis Esparza, que participó en la operación militar que la liberó a ella y otros 14 secuestrados el 2 de julio del año 2008.

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