Colombia trata de confirmar la muerte de Iván Márquez, líder de las disidencias de las FARC, en Venezuela

Colombia trata de confirmar la muerte de Iván Márquez, líder de las disidencias de las FARC, en Venezuela


Iván Márquez, a la izquierda, junto a Rodrigo Londoño, último comandante en jefe de las FARC, durante un Congreso que surgió de la guerrilla, en Bogotá, en 2017.Fernando Vergara (AP)

Colombia está tratando de confirmar la muerte de uno de los líderes históricos de las FARC, Iván Márquez. El guerrillero fue clave en el proceso de paz de 2016, pero después se sintió engañado y regresó a las armas. En la clandestinidad ha encontrado la muerte, según apuntan los datos de las fuerzas de seguridad que, sin embargo, todavía no han tenido acceso al cadáver. Márquez, de 67 años, habría fallecido en la frontera, del lado venezolano, a manos de un grupo de élite conocido como Lobo, especializado en el cobro de recompensas. La DEA ofrecía 10 millones de dólares por su cabeza.

El presidente Iván Duque confirmó por la mañana que su Gobierno trataba de confirmar la noticia: “Estamos trabajando con la inteligencia para verificar esa información”. Márquez era en este momento el jefe máximo de las disidencias, los grupos que no quisieron reintegrarse a la vida civil. Su papel ahora tenía más que ver con el narcotráfico y la delincuencia que con los ideales de los campesinos que se levantaron en armas hace más de medio siglo. La muerte por confirmar de Márquez sigue el mismo patrón que la de su gente de confianza, como Jesús Santrich, Romaña o El Paisa. Los tres murieron emboscados en los alrededores de los campamentos en los que se escondían. Los tres en circunstancias extrañas, sin que los gobiernos de un lado u otro ofrecieran una explicación clara. El cadáver de Santrich apareció sin uno de sus dedos índice.

Estas operaciones tan misteriosas las comanda una fuerza de élite integrada por policías, miembros de las fuerzas especiales y antiguos militares estadounidenses, según fuentes de seguridad. El equipo da con las coordenadas de estos criminales que se encuentran entre los más buscados y ejecuta su plan. Desde que vio morir a sus camaradas, Márquez trató de huir a Cuba o Nicaragua en busca de protección. No lo consiguió. Otra de las versiones que circulan es que su asesinato ha sido una venganza de Iván Mordisco, el sucesor de Gentil Duarte, otro disidente abatido hace unas semanas por los Lobo. Mordisco creería que fue el propio Márquez quien rebeló la ubicación de Duarte, un estorbo en su intento de aglutinar a todos los disidentes y crear un grupo fuerte que controle el territorio, como en su día hicieron las FARC.

Márquez ingresó en la guerrilla en 1982, de la mano de Rodrigo Londoño, alias Timochenko . “Doy por hecho que está muerto. Fue igual con los otros tres. Siento mucha tristeza porque fuimos compañeros”, dice Londoño por teléfono, último comandante en jefe de las FARC. A diferencia de Márquez, él se acogió a la paz por completo y ahora vive en una finca con una esposa y un hijo que este sábado cumplía tres años. Recuerda que conoció a Márquez cuando fue pedirle explicaciones a un contable de la zona del Caquetá, en el Amazonas, que podía estar desviando dinero. Timochenko y el Mono Jojoy, otro de los cabecillas que dos décadas después moriría en un bombardeo, echaron a ese contable que además trabajaba con narcotraficantes y le confiaron el puesto a Márquez.

Iván Márquez, exmiembro de las FARC, lee un manifiesto acompañado de Jesús Santrich, en 2019.

“Le dije si quería ingresar a filas, y de inmediato dijo que sí. Fue un apoyo muy grande” continúa Londoño. Márquez después ascendió y llegó a ser comandante de uno de los bloques. Ideó alguno de los atentados más sangrientos de las FARC, como la bomba colocada en un club social de Bogotá en el que murieron más de 30 personas y resultas heridas más de 200. Timochenko y él estrecharon su colaboración: “La guerra genera unos lazos únicos entre la gente y llegamos juntos al proceso de paz”. Ahí Márquez jugó un papel importante, de portavoz. Aunque era muy reticente, sentía que era una trampa, que los iban a engañar. “En algún momento en La Habana le dije que si creía eso pues que regresáramos a la guerra y él dijo que no. Me contestó con un dicho campesino: ‘Vamos a buscar la comba al palo’. Y culminamos el acuerdo y ahí parecía todo encarrilado”.

Sin embargo, Márquez no quería dejar del todo las armas. Trató que la formación política que surgió, Partido Comunes, tuviera un brazo armado. “Nosotros queríamos la paz a tiempo completo y él tomó la decisión de irse. Lo lamenté profundamente entonces y lo lamento profundamente ahora”, añade Londoño. Márquez difundió un vídeo en 2019 en el que aparecía de nuevo vestido de verde militar, rodeado de combatientes pertrechados con fusiles, para anunciar que regresaba a la lucha armada. La mayoría de los que aparecen en esas imágenes están muertos, puede que incluido el propio Márquez. Los servicios de inteligencia colombianos tratan de confirmarlo.

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