Hace milenios que la filosofía y la espiritualidad se ocupan de este terreno brumoso que es la felicidad humana. Sin embargo, ha habido que esperar a la era moderna para que la neurociencia aporte datos sobre lo que sucede en el cerebro de las personas felices. Algunos investigadores denominan “el cuarteto de la felicidad” a la dopamina, la oxitocina, la serotonina y la endorfina. Estas aliadas del bienestar protagonizan El cerebro de la gente feliz, un libro reciente fruto de la colaboración entre la neurocientífica Sara Teller y el escritor Ferran Cases, cuya historia llama la atención.
Aquejado de ataques de pánico desde su adolescencia, permaneció varios años encerrado en su casa, padeciendo incluso parálisis corporal. Al cumplir los 20, se decidió a explorar todas las posibilidades que tenía en su mano: médicos, psicólogos, terapias alternativas, deporte, alimentación…, con el fin de recabar el máximo de información para sanar. Tras vencer la ansiedad, en este libro examina, guiado por una científica, cómo hacer sonar mejor a cada integrante de este cuarteto que pone la banda sonora a nuestra felicidad.
Las endorfinas mitigan el dolor —son analgésicos naturales— y, al estimular los centros de placer, son responsables de nuestros momentos de bienestar e incluso euforia. Segregamos endorfinas al practicar ejercicio, pero también al realizar actividades placenteras como bailar, reír u ocuparnos con un hobby que nos apasiona.
La oxitocina, a veces llamada “hormona del abrazo”, promueve que nos vinculemos a otras personas y desarrollemos la confianza y el amor. Algunos investigadores la asocian con el contacto físico e incluso con el orgasmo. La fórmula para aumentar los niveles de esta hormona: tocar, abrazar y besar. Meditar de forma regular parece favorecer también su producción.
La serotonina recibe por derecho propio el apelativo de antidepresivo natural. Dado que la mayor concentración de serotonina está en el intestino, a menudo se infravalora el impacto que tiene una dieta equilibrada. Otro factor importante es la exposición a la luz natural.
La dopamina promueve el placer y la relajación, además de alimentar la motivación. Este neurotransmisor está muy presente en la gente feliz e interviene en multitud de procesos cerebrales relacionados con la conducta y el aprendizaje. Para que esté presente de forma generosa es esencial dormir una media de ocho horas diarias. Practicar ejercicios y celebrar los logros estimula su producción.
Ferran Cases y Sara Teller explican en su libro que podemos lograr un cerebro feliz con algunas de estas claves:
1. Vivir en modo presente en lugar de gastar energías proyectándote al pasado o al futuro. Eso incluiría gestionar a tiempo real el estrés y el miedo, sin dramatizar ni agobiarnos, aceptando que son emociones tan naturales como pasajeras.
2. Practicar la resiliencia, que es el arte de sobreponerse a las dificultades. Hace casi dos milenios, Marco Aurelio ya recomendaba: “Acepta lo que puedes controlar y deja ir lo que no puedes controlar”. Algunos neurocientíficos han calculado que esa parte que no puedes controlar es la genética (40%), mientras que la que sí puedes controlar es la “neuroplástica” (60%).
3. Probar cosas nuevas. Un exceso de rutina nos lleva a repetir las mismas sensaciones y recuerdos, lo cual desata la apatía, el desánimo y los pensamientos negativos recurrentes. Para salir de esa cárcel mental, el mejor antídoto es buscar nuevas experiencias que pongan a trabajar nuestra neuroplasticidad.
4. Echarle humor a la vida. El prestigioso psicólogo Martin Seligman considera que el buen humor es un factor clave de las personas resilientes, además de un indicador de la salud mental. Reír y tomar distancia de nuestros dramas cotidianos combate la rigidez mental, que dispara la ansiedad porque aspira al control en un mundo caótico. Al sonreír, mandamos a través del nervio vago el mensaje al cerebro de que todo está bien, lo que pondrá a tocar al cuarteto de la felicidad.
Francesc Miralles es escritor y periodista experto en psicología.
‘Happy-go-lucky’
— Hay personas que tienen un talante naturalmente optimista, como si hubieran nacido para ver el lado soleado de la realidad. La politóloga y escritora Xenia Vives relata en su libro Tener suerte en la vida depende de ti que la cultura anglosajona cuenta con una expresión para este tipo de personas: Happy-go-lucky, algo así como “a las personas felices les salen bien las cosas”.
— ¿Se puede cambiar la polaridad, cuando llevas tiempo viviendo en el lado de la sombra? Según Vives, sí, ya que se trata básicamente de una elección: cada persona escoge su actitud ante la vida. Podemos ser héroes, protagonistas de nuestra aventura o víctimas incapaces de hacer nada hasta ser rescatadas.
Source link