Este viernes se cumple un año.
Garitano
asumía la dirección de una nave a la deriva en los días previos al partido copero de vuelta en Huesca. Los jugadores solventaron la eliminatoria por la vía rápida, aprovechándose del colchón forjado en San Mamés.
En aquella primera rueda de prensa, previa a su primer partido de Liga en casa contra el Girona, Garitano mostró su auténtico libro de estilo sin cortapisas ni disimulos. El mismo que sigue aplicando un año después aunque con los matices lógicos. “No tenemos dudas”, sentenció.
El deriotarra insistió una y otra vez en que tenían las ideas claras. No cabe duda de que esa impronta ha calado, de que su mensaje -sencillo y constante- ha simplificado una situación peligrosa. Sin bandazos, sin propuestas suicidas. Tal y como reconoció
De Marcos
meses después “aprendiendo a hacer la A”. Al parecer era necesario el reseteo.
Sobre el estilo tampoco hubo dudas, ni populismos para la grada: “No se puede jugar cada día a una cosa diferente, no es fácil de asimilarlo para los jugadores”. Garitano tenía dos handicaps complicados de entrada: la espada de Damocles del descenso y la falta de tiempo para probar florituras propias de la pretemporada. En cuanto el Athletic salvó los muebles comenzaron los ajustes, de piezas y de posiciones. Hasta hoy, con
Williams
en banda y
Raúl
García
de falso nueve.
También lo dijo en aquella conferencia iniciática: “Construir un estilo de juego requiere de muchas semanas y no las tengo”. Ha casi un año y el Athletic más ‘garitanesco’ asoma a los puestos europeos con la solidez mantenida en casa y la mejora progresiva fuera. Los resultados. El pan y la sal de los entrenadores. Entre otras razones, por eso está Gaizka aquí y no otros con más pedigrí y verborrea. No hay dudas. El que las tenga que se lo haga mirar.
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