Cómo se hace un detective en internet: 10 lecciones de quien descubrió armas en Siria e identificó a espías rusos


Hace justo 10 años Eliot Higgins, un hombre de entonces 32 años que era un aburrido administrativo en una empresa de Leicester (Reino Unido), seguía con atención el blog en directo del diario británico The Guardian sobre las revueltas árabes. En esos meses, se dio cuenta de que internet ofrecía una cantidad de información potencial nunca vista. Empezó a buscar y le cambió la vida.

Ahora, una década después, es el líder de Bellingcat, un medio de investigación digital con 22 empleados a tiempo completo y sede en Países Bajos, que ha revelado la identidad de espías rusos, racistas estadounidenses y el tipo de armas químicas que usó el régimen sirio.

Este año ha publicado un libro titulado Somos Bellingcat. Crimen global, detectives online y el atrevido futuro de la información, traducido o en camino a seis lenguas (el español no es una de ellas). EL PAÍS ha aprovechado la publicación para tener una larga conversación telefónica con Higgins y, junto al libro, explicar cómo se hace un detective en internet.

1. El descubrimiento: pruebas que nunca nadie había encontrado. En la mañana del 12 de agosto de 2011, la revuelta libia se intensificaba alrededor de la ciudad de Brega, con su refinería y puerto. No estaba claro quién controlaba el lugar. “Un vídeo de rebeldes apareció en YouTube”, escribe Higgins, que puso el enlace en los comentarios del blog de The Guardian para decir que los rebeldes controlaban el enclave.

Entonces otro comentarista le respondió: “¿Cómo sabes que eso es Brega?”. Ahí empezó todo. Higgins volvió a mirar el vídeo. No leía árabe, así que un cartel le hubiera ayudado poco. Cogió papel y lápiz y volvió a reproducirlo. Intentó hacer un esquema de las calles que salían. Fue a Google Maps, puso la opción que sobreimpresiona imágenes de satélite y empezó a observar barrios de Brega: si una zona era de edificios altos, no. En la zona este parecía que había calles con curvas. “Era un inicio”, escribe Higgins. Volvió a reproducir el vídeo para buscar detalles más concretos: la forma de un edificio, cómo es un cruce, lo que fuera. Al final certificó que era New Brega, una zona de la ciudad.

“Sentado en mi oficina en medio de Inglaterra”, escribe, “había aclarado el frente de una guerra a miles de millas de allí. Todo con YouTube y Google Maps”. Lo tuiteó y era solo su séptimo tuit (hoy ha hecho más de 260.000 tuits).

Tenía evidencia de algo que nadie más sabía en ese momento: “Había tropezado con la geolocalización, como acabamos llamándola, la primera técnica del detective digital”, escribe.

2. Dos novedades centrales. El método o conjunto de herramientas que usa Higgins y Bellingcat constituyen lo que hoy ha convenido en llamarse investigación de fuentes abiertas en internet. Es simplemente encontrar evidencia de algo en la red que nunca nadie ha comprobado antes.

“Nuestro trabajo es posible por dos novedades”, explica Higgins a EL PAÍS. “Primero, por el desarrollo de los móviles y las opciones de compartir en redes sociales, lo que nos da acceso a una enorme cantidad de información en todo el mundo. Y segundo, la irrupción de Google Earth, Street View y otro tipo de herramientas. Si unes las piezas, tienes una idea de lo que pasa en cualquier parte del mundo”.

3. Tu reputación es lo que encuentras. Higgins descubrió esas habilidades sin saberlo. A su alrededor, como pasa con lo nuevo, levantaba suspicacias: “Quienes se oponían a mis hallazgos me describían como ‘el llamado experto Eliot Higgins’ para desacreditarme, haciendo notar mi falta de educación formal”, escribe. Higgins no acabó la universidad. Pero pronto acabaría citado en la portada de The New York Times hablando de armas químicas en Siria.

“Muchos altos cargos y políticos sabían menos que yo sobre el conflicto sirio de lo que había aprendido mirando fuentes abiertas. Había topado con un hueco en el sistema de información: uno que he empleado cada día desde entonces tratando de llenarlo”, añade.

El trabajo del periodista sobre el terreno sigue siendo necesario, dice Higgins, pero sin ampliar lo que ve con las fuentes abiertas en internet será incompleto.

Es el trabajo de investigación perfecto para esta era. El grupo de detectives que fue reuniéndose en torno a Higgins y que acabó en Bellingcat procedía de oscuras comunidades (Higgins practicó mucho en el foro digital Something Awful) y dedicaba muchas horas a navegar. “La investigación de fuentes abiertas en internet no depende de tu cualificación formal. Tu reputación son tus resultados”, escribe Higgins.

En un reciente perfil en la revista británica GQ el redactor le llama “el periodista más innovador del mundo”. Ha subido unos cuantos peldaños.

4. Lo que la gente quiere enseñar en una foto o vídeo no es todo lo que revelan. Bellingcat fue fundado inadvertidamente tres días antes de la caída del vuelo de Malaysia Airlines en Ucrania en 2014.

Tras varios días de investigaciones, tenían la hipótesis de que el ejército ruso había prestado irresponsablemente un lanzamisiles móvil Buk a los rebeldes del este de Ucrania. Tenían la imagen, pero para demostrarlo debían encontrar ese mismo aparato en territorio ruso antes del día en que cayó el avión. “En esa región a la gente le encantan las dashcams [cámaras en el salpicadero del coche] así que alguien podía había filmado el Buk en Rusia”, escribe.

Ahora tenían que encontrarlo. Pero, ¿cómo? “Lo que hizo [Iggy, el investigador encargado] marcó un antes y un después en el trabajo del detective digital”, escribe Higgins. Hasta entonces miraban vídeos polémicos o que procedían de una lista de fuentes acotada. Iggy se lanzó al pajar de internet para buscar la aguja. Probó en Instagram, que ya le había ido bien antes, y estuvo cuatro días, apenas sin dormir.

Pero lo encontró en una foto, formando parte de un convoy militar. De ahí expandió la búsqueda a la zona. Luego dio con un vídeo. Luego buscó la ruta probable desde allí hasta Ucrania. Y fue trazando todo el recorrido con cámaras desde coches. Habían encontrado su primera gran exclusiva e iban a acusar al Gobierno ruso.

Toda esa labor demuestra uno de los primeros principios que aprendió Higgins: “Lo que la gente quiere enseñar en una foto o vídeo no es todo lo que revelan”. En el fondo de fotos y vídeos pasan muchas cosas.

5. ¿Pero somos los únicos que lo hacemos? Esta exclusiva llevó a los investigadores internacionales de los países afectados por el derribo del avión a interesarse por Higgins. Le llamaron de una comisaría de Leicester y allí fue a hablar con miembros del equipo: “¿Puede explicarnos lo que han encontrado?”, le dijeron. “¿Y si no le importa, también cómo lo han hecho?”.

“Mientras veía sus reacciones al hablar, crecía en mí una sensación rara: somos los únicos haciendo esto”, escribe. En estos años su percepción ha cambiado e incluso cree que agencias de inteligencia pequeñas deben tener a alguien mirando: “Internet es una manguera enorme de información y no pueden dejar de estar mirando”, dice.

6. Una agencia popular de inteligencia. Ahora, años después, en Bellingcat ya no son los únicos que hacen esto. The New York Times tiene su propio equipo, que llaman de Investigaciones visuales, donde hay algún antiguo miembro de Bellingcat, y que ya ha ganado un Pulitzer y dos Emmys. Y Higgins ha hecho montones de talleres de formación en la BBC y otros medios, lo que forma parte de sus ingresos.

Son una fundación con sede en Países Bajos y su financiación depende de organismos internacionales que dan préstamos. No dependen del éxito de público de sus investigaciones, sino de su impacto. Aquí están las organizaciones que les pagan por proyectos.

7. El trabajo es colectivo. La mayor diferencia de la labor de Bellingcat y lo que hacen periodistas y espías es la publicidad. Mientras las agencias trabajan en secreto y los periodistas esconden sus exclusivas, Bellingcat es un esfuerzo colaborativo público. Las deliberaciones y consultas en abierto son constantes y es parte esencial del trabajo.

Esta semana han sacado una historia sobre una nueva arma secreta de Estados Unidos: un misil con cuchillas. Han trabajado con otro medio y los vídeos que usan están hechos sobre el terreno.

En el mencionado perfil en GQ, Higgins explica cómo ayudó a capturar a los secuestradores de un perro (los secuestran para revenderlos). La familia propietaria le contactó después de acudir a la policía y empapelar el barrio con carteles. Tenían dos segundos de un vídeo con el coche del ladrón, pero la policía no podía leer la matrícula. Mandaron a Higgins el vídeo.

Un colega alemán había creado un programa que separaba los fotogramas de un vídeo y había aprendido a distinguir los patrones de matrículas de cada país y lograba leerlos aunque estuvieran borrosos al ojo humano. Higgins pasó el programa por el vídeo del secuestrador del perro. En una hora mandó la matrícula a los propietarios, que recuperaron a su mascota. La policía sacó una nota de prensa para presumir, pero Higgins pidió no aparecer. Ya tiene suficiente trabajo buscando armas clandestinas y espías asesinos.

8. Internet es una herramienta mala en manos del mal, pero hay que ir más allá. Internet tiene cada vez peor fama: la vigilancia, las redes, el acoso. A Higgins le parece injusto. Igual que los gobiernos usan la tecnología para su beneficio, hay maneras de defenderse con esos mismos medios. Es una visión optimista, pero un ejemplo obvio es combatir al Gobierno ruso con armas digitales.

También usaron internet para desenmascarar a los racistas de Charlottesville en 2017 y en enero fueron rápidos en pedir y asegurar todo el repositorio posible de vídeos del asalto al Capitolio para posibles investigaciones y causas judiciales.

9. La respuesta al caos informativo es la transparencia. Bellingcat enlaza toda la evidencia disponible en sus artículos. Aun así, la cuenta de Twitter de Higgins está llena de peleas con troles de todos los asuntos. “Si les dirijo a nuestras investigaciones exhaustivas, pivotan a la siguiente pregunta”, escribe. “Este juego de trileros implica que la evidencia no debe ser tenida en cuenta porque la manipulación política acecha en todas partes, una táctica para negar todas las respuestas impulsada por afines a RT [el canal público ruso], cuyo eslogan es precisamente ‘Pregunta más”, añade.

Aunque el ambiente actual no ayude a cerrar los debates cuando se presentan pruebas, en el origen de Bellingcat está ofrecer toda la evidencia disponible y los caminos que han tomado para obtenerla.

En esta transparencia se incluyen los límites morales. Para sus investigaciones más sonadas sobre Rusia, Bellingcat ha comprado datos de telefonía móvil de millones de personas, que en el país se encuentran con facilidad. Pagar por ese tipo de información está en el límite de lo permitido y Bellingcat no lo hubiera hecho, explica Higgins, si no fuera por la importancia del objetivo: “Intentar que estos espías dejen de asesinar”, añade.

Bellingcat se seguirá encontrando con otros dilemas en el futuro: ¿usar herramientas de reconocimiento facial? ¿Comprar vídeos de cámaras privadas de seguridad? “Para eso tenemos un consejo que nos revisa en qué gastamos el dinero y nosotros no paramos de debatirlo internamente”, explica Higgins.

10. El ratón puede capturar al gato. El nombre de Bellingcat [gato con cascabel] viene de una fábula de Esopo: un grupo de ratones aspira a ponerle un cascabel al gato para saber dónde está. Ese es el objetivo de Bellingcat: ver venir a los poderosos. En su carrera hay grandes éxitos: además del avión derribado en Ucrania, la revelación de los atacantes del exespía ruso Skripal o de quienes intentaron envenenar al opositor Alexei Navalni.

El grupo de ratones que son Bellingcat tienen una lista de temas sin cerrar. Entre ellos, está el presunto objetivo del paso por Cataluña de tres espías rusos entre 2016 y 2017. En sus investigaciones, los viajes de los agentes estaban vinculados a objetivos, según explica el libro: la anexión de Crimea, la desestabilización de Moldavia, un intento de asesinato en Bulgaria, un golpe fallido en Montenegro, ataques contra la Agencia Mundial Antidoping en Suiza y el envenenamiento de Skripal. En esa lista, Higgins añade Cataluña. “Aún tenemos cosas por publicar de ese tema, espero que salgan en los próximos meses”, dice.

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