Cómo un escape de una tubería de gas en la calle hizo saltar por los aires un edificio en Madrid

El cura Matías Quintana estaba comiendo cuando las paredes de su casa volaron por los aires tras un fuerte estruendo. Segundos después, se levantó aturdido. Agarró el móvil con su mano y dispuso a grabar lo que había pasado a su alrededor. Pensó que se iba a morir. Envió un vídeo a su familia en modo de despedida. “Recen por mí”, les pidió con voz serena.

Vídeo grabado por el propio Matías Quintana instantes despúes de la explosión.

El destrozo de su piso, lleno de escombros y sin paredes, contrastaba con el de su cuerpo, intacto. Salió prácticamente indemne de la explosión. Para algunos, aquello fue un milagro. Para otros, tan solo la ciencia puede explicar que siga con vida. Su compañero Rubén Pérez y el electricista David Santos no tuvieron la misma suerte.


El gas natural, que es más ligero que el aire y tiende a subir, se fue acumulando en las plantas superiores del edificio.

Sacerdote

Matías Quintana

El gas acumulado encontró en algún punto del edificio una chispa o una llama y se produjo la deflagración de todo el gas.

Una deflagración genera más gases y expande el aire de forma inmediata. La onda expansiva, que va ganando fuerza mientras se aleja del origen, encontró la resistencia de las paredes y las derribó.

A Matías Quintana no le alcanzó la deflagración, pero sí la onda expansiva. Esta le pasó por encima, pero no le causó daños.

El gas natural, que es más ligero que el aire y tiende a subir, se fue acumulando en las plantas superiores del edificio.

Sacerdote

Matías Quintana

El gas acumulado encontró en algún punto del edificio una chispa o una llama y se produjo la deflagración de todo el gas.

Una deflagración genera más gases y expande el aire de forma inmediata. La onda expansiva, que va ganando fuerza mientras se aleja del origen, encontró la resistencia de las paredes y las derribó.

A Matías Quintana no le alcanzó la deflagración, pero sí la onda expansiva. Esta le pasó por encima, pero no le causó daños.

El gas acumulado encontró en algún punto del edificio una chispa o una llama y se produjo la deflagración de todo el gas.

El gas natural, que es más ligero que el aire y tiende a subir, se fue acumulando en las plantas superiores del edificio.

Sacerdote

Matías Quintana

A Matías Quintana no le alcanzó la deflagración, pero sí la onda expansiva. Esta le pasó por encima, pero no le causó daños.

Una deflagración genera más gases y expande el aire de forma inmediata. La onda expansiva, que va ganando fuerza mientras se aleja del origen, encontró la resistencia de las paredes y las derribó.

El gas natural, que es más ligero que el aire y tiende a subir, se fue acumulando en las plantas superiores del edificio.

El gas acumulado encontró en algún punto del edificio una chispa o una llama y se produjo la deflagración del gas.

Una deflagración genera más gases y expande el aire súbitamente provocando una onda expansiva.

Sacerdote

Matías Quintana

La onda, que va ganando fuerza mientras se aleja del origen, encontró la resistencia de las paredes y las derribó.

A Matías Quintana no le alcanzó la deflagración, pero sí la onda expansiva. Esta le pasó por encima, pero no le causó daños.

Tras la explosión del edificio, comenzó una investigación pormenorizada para averiguar qué había pasado exactamente. Dónde estaba la avería. Cómo había ocurrido. Por qué. La policía científica se puso manos a la obra, observando primero y preguntando después. Los bomberos, que fueron los primeros en llegar, explican a EL PAÍS cómo se comporta una explosión de gas en un sitio cerrado.

Fernando Elvira, sargento de Bomberos de Madrid, enseña a EL PAÍS cómo se comporta el gas en espacios cerrados cuando se produce una deflagración y su onda expansiva. Vídeo: Antonio Nieto / Olivia López

Una rotura en la acometida del gas

Un mes después, la justicia ha archivado la causa. “Tras la práctica de las diligencias de investigación necesarias para el esclarecimiento de los hechos”, argumenta la magistrada en un breve auto de dos páginas, “se concluye que la etiología de la explosión fue accidental, sin que haya podido establecerse otra causalidad distinta, habiendo sido provocada la explosión por un escape de gas natural, que se desarrolló de forma lenta, continua y prolongada en el tiempo”.

Los investigadores encontraron una pista. La tubería que está enterrada bajo tierra a la entrada del edificio estaba separada de su acometida, es decir, el enganche que conecta el gas de la calle con el de la casa estaba roto. Además, también encontraron un socavón por agua debajo del inmueble. Qué ocurrió primero, si la avería del gas o la del agua, no se sabe. La jueza cree que ha sido todo “accidental”.


El gas natural entró en el edificio por fuera de la tubería y se filtró a través de las oquedades de techos y paredes.

La fuga se produjo en la acometida del gas.

Un movimiento de terreno desconectó el tubo de suministro de gas natural de la llave de acometida. El gas comenzó a salir a presión.

El gas natural entró en el edificio por fuera de la tubería y se filtró a través de las oquedades de techos y paredes.

La fuga se produjo en la acometida del gas.

Un movimiento de terreno desconectó el tubo de suministro de gas natural de la llave de acometida. El gas comenzó a salir a presión.

El gas natural entró en el edificio por fuera de la tubería y se filtró a través de las oquedades de techos y paredes.

La fuga se produjo en la acometida del gas. Un movimiento de terreno desconectó el tubo de suministro de gas natural de la llave de acometida. El gas comenzó a salir a presión.

El gas natural entró en el edificio por fuera de la tubería y se filtró a través de las oquedades de techos y paredes.

La fuga se produjo en la acometida del gas. Un movimiento de terreno desconectó el tubo de suministro de gas natural de la llave de acometida.

El gas comenzó a salir a presión.

Aquel día llovía y hacía frío en Madrid. La capital de España vivía todavía los coletazos del temporal Filomena. La temperatura máxima alcanzó los 10 grados y la mínima los 3. Uno de los dos curas que sobrevivió contó a la policía que, a media mañana, sus radiadores “no estaban ni fríos ni calientes”. Costaba caldear el ambiente. La caldera de la sexta planta activó el botón rojo como señal de alarma. Y empezaron a preocuparse.

Tras las primeras pesquisas, el foco dejó de apuntar hacia un posible fallo en las calderas del edificio y, más importante, hacia el electricista fallecido, que había acudido a echar una mano a los religiosos porque vivía justo al lado.

El escape de gas, según consta en el informe policial, se situó entre la primera caldera del edificio y la acometida del suministro, “no habiendo influido en la causa de la explosión las posibles irregularidades o no de la instalación”. La avería estaba en la calle. Eso ha quedado claro. Naturgy, la empresa que distribuye el gas en la zona, no registró ningún aviso aquel día. La compañía de gas se enteró de la tragedia por las noticias y se puso a disposición de los investigadores.

En este caso era importante determinar el sitio exacto que provocó el desastre porque hay varias empresas implicadas. Naturgy distribuye el gas a la zona centro de Madrid, pero no necesariamente es la empresa comercializadora de cada vivienda. En este caso, su responsabilidad se ciñe a todo lo relacionado con las tuberías que llegan hasta el edificio, pero no se hace cargo de los fallos de las que se distribuyen por dentro.

El fallo se encontró en el exterior, justo en la acometida. La última inspección de la zona se realizó a finales de 2019, según explica a EL PAÍS la propia compañía. La siguiente revisión, obligatoria, estaba prevista para finales de este año. El edificio, con sus puertas y ventanas al exterior cerradas, se convirtió en una gran trampa. El gas natural, con menos densidad que el aire, subió por todo el bloque, se acumuló durante horas, se encontró con una chispa y la onda expansiva hizo el resto.


Relación de peso con respecto al aire de los gases habituales en los sistemas de calefacción:

El gas ciudad y el gas natural son más ligeros que el aire y tienden a acumularse en techos y oquedades superiores.

El gas propano y el gas butano pesan más que el aire y se acumulan en el suelo, sótanos y bajos.

Relación de peso con respecto al aire de los gases habituales en los sistemas de calefacción:

El gas ciudad y el gas natural son más ligeros que el aire y tienden a acumularse en techos y oquedades superiores.

El gas propano y el gas butano pesan más que el aire y se acumulan en el suelo, sótanos y bajos.

El gas ciudad y el gas natural son más ligeros que el aire y tienden a acumularse en techos y oquedades superiores.

Relación de peso con respecto al aire de los gases habituales en los sistemas de calefacción:

El gas propano y el gas butano pesan más que el aire y se acumulan en el suelo, sótanos y bajos.

El gas ciudad y el gas natural son más ligeros que el aire y tienden a acumularse en techos y oquedades superiores.

Relación de peso con respecto al aire de los gases habituales en los sistemas de calefacción:

El gas propano y el gas butano pesan más que el aire y se acumulan en el suelo, sótanos y bajos.

Cuando llegaron los equipos de bomberos, se encontraron tres plantas al descubierto en un edificio de siete, además de un incendio en la entrada. El gas natural estuvo saliendo durante toda la tarde del accidente. Los bomberos no lograron apagar el fuego hasta las 21.30, seis horas después de la explosión.

La investigación policial ha concluido sin revelar en dónde se produjo el punto exacto de ignición, aunque hay un dato importante sobre el comportamiento del gas que explican los expertos consultados: cuando se acumula entre un 5% y un 15% de gas en el ambiente de un espacio cerrado, cualquier chispa puede ocasionar una deflagración. Encender la luz, un microondas, pulsar el botón del ascensor, encenderse un cigarrillo o una simple llamada de teléfono.

“Fue un accidente fortuito”, ha argumento la jueza para archivar la causa. Un mes después, la calle de Toledo vuelve a ser transitable aunque el bloque sigue en reconstrucción. Cuatro personas murieron: dos de ellas salieron despedidas del edificio y otras dos recibieron el impacto provocado por la explosión porque pasaban en ese momento por la calle. 16 coches acabaron completamente destrozados. Los 210 niños del colegio concertado La Salle-La Paloma, justo al lado, se salvaron porque en lugar de estar en el patio, como era habitual a esas horas, se encontraban en las aulas para evitar la nieve y el hielo que dejó el temporal Filomena. El 20 de enero Madrid vivió una estampa bélica a solo 10 minutos a pie de la Puerta del Sol.

Un helicóptero de la policía sobrevuela la zona tras la explosión. Vídeo: Policía Nacional.

Antonio Nieto (vídeos) y Nacho Gallello (información) han contribuido en la elaboración de este reportaje.


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