Comprar pollo en lugar de res: así crecen los precios de la canasta básica en México

Gastar lo mismo, pero comprar menos. Desde finales del año pasado, los mexicanos han visto cómo su poder adquisitivo para comprar la despensa ha ido a la baja a medida que la inflación avanza desbocada a niveles no vistos en los últimos 20 años. A finales de diciembre de 2021, surtir una despensa con la veintena de productos básicos para una dieta familiar, incluyendo aceite, carne, pollo, verduras, tortillas, frutas y legumbres, entre otros productos, tenía un precio de entre 763 pesos a 1.000 pesos, de acuerdo con los datos recabados tanto en mercados como en tiendas de autoservicio por la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco). Ciento trece días más tarde, esta canasta básica elevó su coste a un rango de 1.037 pesos a los 1.229 pesos, un incremento de hasta un 35% en menos de cuatro meses. La inflación que se ha resentido en los bolsillos de las familias también se palpa en las cifras: el índice de precios de la Canasta de Consumo Mínimo, que considera 176 productos y servicios, se ubicó a marzo pasado en 7,88%, su nivel más alto en lo que va del año, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Desde los pequeños comercios hasta los grandes puntos de venta como en la Central de Abasto de Ciudad de México o el Mercado de Abastos de Villahermosa, Tabasco, comerciantes y marchantes lidian con el mismo fenómeno desde hace meses: la mayor escalada en los precios de los alimentos de las últimas dos décadas. Desde el aguacate, pasando por el chile serrano o el tomate verde, han presentado en algún momento del año un ascenso inusitado. Un alza que ha obligado a los productores a hacer malabares con los precios, mientras los clientes finales, apenas saliendo de la crisis económica de la pandemia, han optado por reducir sus compras para reducir la presión.

Magaly Martínez, empleada de la Cocina Doña Fina, local de comida para llevar en la alcaldía Coyoacán, que reconoce que debido a la escalada de precios aumentaron los costes de las comidas unos cinco pesos. “Tiene un año que empezaron a subir los precios. Cuando los precios de los ingredientes suben mucho, sí le disminuimos el jitomate, o la cebolla, la calabaza, hasta la papa, que luego sí está muy cara” afirma la joven de 20 años. Este local de comida ofrece platillos de comida desde los 25 pesos a los 60 pesos.

Isidro García, empleado de la frutería y verdulería Valeria, en la colonia Prados Churubusco, coincide en que a partir de este año el alza en los precios ha disminuido el poder de compra de sus clientes en alrededor de un 10%. “Se va vendiendo poquito a poquito, ya no se vende igual, los clientes compran menos, si antes llevaban un kilo ahora compran medio, si antes llevaban dos kilos ahora solo adquieren un kilo”, dice. En su caso, ellos se surten de frutas y legumbres a granel en la Central de Abastos. “Hace un año el tomate verde era lo más caro, ahorita es el aguacate el kilo lo estamos dando en 90 o 100, 110 pesos”, comenta el comerciante de 28 años.

Juan Carlos Anaya, director de Grupo Consultores de Mercados Agrícolas (GCMA), pronostica que en las próximas semanas habrá productos que en las próximas semanas bajarán de precios por efectos de estacionalidad y por factores externos como la producción agrícola de Estados Unidos. De acuerdo con el análisis de esta empresa consultora, el Indicador de Precios de la Canasta Básica pasó de 13,4% en marzo 2022 a 13,1% al cierre de abril 2022. El precio promedio de la canasta básica en la Ciudad de México disminuyó del 13% a 12%, pero en la ciudad de Guadalajara se elevó del 12,7% a 13,3% y en Monterrey pasó del 14,5% a 13,9% de un mes a otro.

Frente al mayor aumento en las últimas dos décadas, el Gobierno de López Obrador ha presentado esta semana una batería de medidas, pactadas con los empresarios, para intentar atajar la inflación. El plan contempla una homologación de precios en los 24 productos que componen la canasta básica de la Profeco durante los próximos seis meses, una mayor producción de granos y exención de cobro de aranceles en la importación de alimentos y fertilizantes para abaratar los costos de la cadena alimentaria.

El Paquete contra la inflación y la carestía (Pacic), presentado la semana pasada por el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, resulta insuficiente para los economistas. “Se trata de una ocurrencia vestida de política pública, una medida que resulta artificial, una política de control de precios que funcionará solo a corto plazo”, dice David Lozano, académico de la Facultad de Economía de la UNAM. Pero no solo no convence a expertos, sino que no convence a los consumidores. “La situación está muy difícil, de repente me piden prestado para poder hacer el mandado, y como uno ya conoce a los clientes, no hay de otra, tienes que darles la oportunidad o no se come”, comenta Ofelia Enríquez, propietaria de un puesto de pollo fresco, quien actualmente ofrece el kilogramo de pechuga a 120 pesos (unos seis dólares). “Yo no creo que los precios vayan a bajar”, dice la vendedora, mientras aplana medio kilo de pollo.

De acuerdo con el Gobierno federal, del 7,5% de inflación anual registrado en marzo, 3,8% son atribuibles a precios de alimentos, mientras que los 24 productos de la canasta básica presentados por la Profeco representaron 1,9% del alza en la inflación. A través de las medidas presentadas, se espera que los incrementos en los precios de bienes básicos logren detenerse, contribuyendo a una menor inflación y un impacto menos negativo para las familias de bajos ingresos. “La implementación involucra a la iniciativa privada, quien será la responsable de ofrecer precios más bajos a los consumidores, y el acuerdo tiene vigencia de seis meses, con la posibilidad de ser extendido tras una evaluación de sus resultados”, dice Alejandra Marcos, analista de Intercam Banco.

Teodoro Cuacuas, un carnicero de Iztapalapa, despacha medio kilo de bistec de res desde su local. “Los precios siguen subiendo, pero la gente no puede dejar de comer”, reconoce. Para esa comida su clienta ha pagado 102 pesos (poco más de cinco dólares). Le ha dado el dinero preciso, ni un centavo más. “Hoy es viernes y se dan el lujo, pero si un día no les alcanza, se van a comprar unas piezas de pollo”, dice, mientras el pasillo del mercado se observa, a su parecer, mucho más vacío que a inicios de año.

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