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Con una huella en común


Las vidas de los hijos de futbolistas suelen esconder destinos comunes. Infancias de maletas hechas, de amistades renovadas y hogares de ida y vuelta. Viajes repletos de estaciones que, con los años, deparan reencuentros inesperados cuando el talento, grabado en muchos de sus ADN, toma forma. Cuando el fútbol pasa de ser un juego a una profesión. Cuando el balón se convierte en el eje de un camino propio.



Mikel
Merino y Denis
Cheryshev se enfrenarán hoy en Anoeta. Futbolistas de segunda generación, comparten un sello en el pasaporte. Ambos coincidieron en Burgos cuando sus padres, Miguel y Dmitri, jugaron juntos en la temporada 01/02.

Con el conjunto burgalés recién ascendido a Segunda, Miguel
Merino, centrocampista de amplio despliegue físico, llegó de la mano de Enrique
Martín, ambos procedentes del Leganés. Dmitri
Chreryshev, delantero rápido y habilidoso, se enroló en la aventura tras cinco temporadas en el Sporting.

Cinco victorias en cinco partidos auparon al liderato al conjunto en el que también militaban el portero hernaniarra Iñigo
Arteaga, el lateral de Getaria Aitor
Arregi y el exrealista Jony
Cuyami. Con Merino como fijo en la medular y Cheryshev alternando buenas actuaciones con problemas de lesiones, logró la permanencia sobre el césped, pero la no conversión en Sociedad Anónima Deportiva mandó al equipo a Segunda B.

Una temporada que apenas supone un vago recuerdo para Mikel
Merino, que por aquel entonces tenía 5 años y daba sus primeros toques en el recreo. Burgos sí marcó a Denis
Cheryshev, que tenía 11 años. No obstante, organiza un Campus en la ciudad. “Fue una etapa muy bonita”, señaló en declaraciones recogidas por la revista ‘Forofos’. “Tanto en Gijón como en Burgos fue donde empecé a jugar. Tenía la ilusión de llegar lejos, pero nunca imaginé que iba a tener un recorrido tan bonito”. Un viaje que, esta tarde en Anoeta, enfrenta a dos futbolistas con una huella en común.


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