Allison Jean, madre de la víctima, a la salida del juzgado el pasado martes. En vídeo, la sentencia del juicio. TOM FOX AP
La muerte que conmocionó a Dallas hace poco más de un año se ha saldado con una condena de 10 años por asesinato para la agente de policía Amber Guyger, una mujer blanca de 31 años que ha alegado hasta el último momento haber cometido un error fatal. El 6 de septiembre de 2018, cuando llegaba por la noche a su bloque de apartamentos, entró en casa de un vecino y lo mató. La víctima era Botham S. Jean, un hombre negro de 26 años que estaba viendo un partido de fútbol tranquilamente. El suyo era el apartamento número 1.478. Guyger vivía en el 1.378, justo el de debajo. Ella asegura que se equivocó de piso, se encontró la puerta entreabierta y, al ver dentro a quien creía que era un intruso, sacó el arma reglamentaria, disparó dos veces y acabó con su vida.
El caso escapa a los parámetros habituales de brutalidad policial contra la comunidad afroamericana, pero el suceso encendió igualmente el malestar por el sesgo racial. Guyger no fue detenida de inmediato y, en un principio, fue acusada de homicidio imprudente, pero el jurado del condado de Dallas que ha abordado el caso la ha hallado culpable de asesinato, lo que le podría haber supuesto hasta 99 años de prisión, finalmente la pena ha quedado en 10.
Todo ha sido extraordinario en este suceso, incluída la reacción del hermano de la víctima, este miércoles, tras la sentencia. Brandt Jean, de 18 años, abrazó a la policía condenada y le dijo: “Te perdono”. “Te quiero como persona y no te deseo nada malo, ni siquieras que vayas a la cárcel”, añadió. La jueza Tammy Kemp también acudió hacia la agente, le entregó una biblia y la abrazó. El episodio corrió como la pólvora por las redes sociales.
La herida racial está muy presente en la historia. El abogado de la familia de la víctima, S. Lee Merritt, aseguró hace cerca de un año que el desenlace, incluso dando como buena la versión de la equivocación letal, hubiese resultado muy distinto si Botham hubiese sido un chico blanco. “Su cultura, su experiencia, le dicen que no puedes disparar a un blanco y librarte de ello, así que das un paso atrás y te lo piensas, te das un tiempo, miras un poco más los muebles, las cosas y dices… ‘esta no es mi casa”, reflexionaba en una entrevista con este diario.
La investigación no halló rastro ningún tipo de vínculo entre la agente de policía y el joven negro, que trabajaba como analista en PricewaterhouseCoopers. La familia de la víctima sostuvo que la puerta no estaba entreabierta, sino cerrada, ya que, según algunos vecinos, se oyen gritos de una mujer pidiendo entrar. El error, en cualquier caso, empezaba ya desde la llegada en coche, pues la agente aparcó directamente en la planta equivocada, donde vivía su vecino.
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