EL PAÍS

Condenados con penas de hasta 18 años los colaboradores del terrorista que atropelló a 86 personas en Niza en 2016

Después de tres meses de juicio, la sentencia. La justicia francesa declaró culpables este martes a los ocho acusados por el atentado del 14 de julio de 2016 en Niza, que dejó 86 muertos ―entre ellos 15 menores― y más de 400 heridos. En su fallo, el tribunal de París dictó penas de entre dos y 18 años de cárcel tras un proceso marcado por la ausencia del autor del ataque, el tunecino Mohamed Lahouaiej-Bouhlel, abatido poco después de embestir con su camión a la multitud en el concurrido paseo de los Ingleses de Niza.

En total, siete hombres y una mujer se sentaron desde el 5 de septiembre en el banquillo de los acusados de París. Dos de ellos ―Mohamed Ghraieb y Chokri Chafroud― han sido declarados culpables de “asociación de malhechores terrorista con vistas a preparar crímenes contra personas” y condenados a 18 años de prisión. Otro, Ramzi Arefa, deberá cumplir 12 años de prisión por “asociación de malhechores con vistas a preparar un crimen o delito”.

Ghraieb (46 años), Chafroud (42 años) y Arefa (28 años), nacidos en Túnez o de origen tunecino, eran los principales acusados por haber ayudado a Lahouaiej-Bouhlel a alquilar el camión o hacerse con las armas que llevaba en el momento de la matanza. Conocían directamente al autor del atentado.

Los otros cinco procesados ―cuatro albaneses y un tunecino― afrontan penas de entre dos y ocho años de cárcel por su participación en la venta del arma que usó el autor del atentado contra las fuerzas de seguridad. Tres de ellos tendrán prohibido entrar en territorio francés. Los condenados tienen ahora 10 días para recurrir la sentencia.

Las penas son más elevadas que las que había solicitado la Fiscalía Nacional Antiterrorista. El 6 de diciembre, pidió 15 años de cárcel para los tres principales acusados y de dos a diez años para el resto.

El 14 de julio de 2016, Lahouaiej Bouhlel, un tunecino de 31 años, embistió con un camión de 19 toneladas a centenares de personas que habían acudido al emblemático paseo de los Ingleses de Niza para ver los fuegos artificiales el día de la fiesta nacional. El ataque empezó poco después de las 22.30 y causó la muerte de 86 personas. Más de 400 quedaron heridas.

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El grupo terrorista Estado Islámico reivindicó el atentado dos días después, pero su autor, que cargaba con un largo historial de maltratos a su mujer y sus hijos, no dejó ningún mensaje. El atentado fue el peor en suelo francés después de los de París del 13 de noviembre de 2015, que dejaron 130 muertos.

Una catarsis para las víctimas

El juicio arrancó en el Palacio de Justicia de París en septiembre y con la participación de numerosas acusaciones particulares y populares. Las sesiones, en las que 270 víctimas dieron su testimonio, tuvieron lugar en la misma sala que acogió el juicio de los atentados de París.

Niza se encuentra a más de 900 kilómetros de distancia, pero las sesiones pudieron seguirse excepcionalmente en directo desde el Palacio de Congresos Acrópolis de la ciudad mediterránea. Las autoridades también lanzaron una radio digital para poder seguirlas a distancia.

Aunque muchas preguntas quedaron sin respuesta, el juicio tuvo una parte catártica para las víctimas, resaltó a este periódico la abogada Olivia Chalus-Penochet, que representó a un mínimo de 45 afectados.

“Muchos se reconocieron a través de los testimonios. Para los que vinieron al tribunal el efecto fue enorme (….). Y luego están los que no vinieron, pero que leyeron los artículos escritos por la prensa, escucharon la radio digital o estaban en el [Palacio de Congresos] Acrópolis. Y para ellos fue muy importante ver que se expresaba lo que sentían. Los sacó de la soledad”, explica.

Tras el veredicto, algunas víctimas temen que se les olvide. Durante el juicio, “sus historias estaban bajo los focos”, señala Chalus-Penochet, coordinadora del Colectivo 14-07 Avocats. Pero ahora, “la puerta volverá a cerrarse y tienen miedo de caer en el olvido y, por lo tanto, en la soledad, en los traumas”, indicó.

El lunes, antes de que los cinco jueces encargados del caso se retiraran a deliberar en un lugar secreto de la región parisina, los acusados hicieron sus últimas declaraciones. Arefa reconoció haber vendido un arma al autor del crimen. “Soy culpable, vendí un arma sin reflexionar y, desde hace seis años, no paro de pensar en ello”, dijo. Ghraieb, por su parte, reafirmó su “inocencia” y dijo: “He escuchado a las víctimas, les deseo que rehagan sus vidas, que vivan en paz”.

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