Conejo al ajillo


El conejo es una carne que parece haber perdido, en buena medida, el favor del público, pero a veces hay que admitir que el público está equivocado (”hala, lo que ha dicho”, se escucha de fondo). Pero se trata de una carne muy magra y sabrosa que, si es de buena calidad y la tratamos adecuadamente, puede quedarnos muy tierna. Además resulta tan versátil como el pollo, ya que admite muchas y variadas fórmulas de preparación. Desde cocciones más cortas a la parrilla o la plancha -mejor con una marinada previa, que además de aportar sabor puede ayudar a que la carne se cocine antes y quede más tierna- hasta guisos donde haga chup-chup durante horas, arropada con todo tipo de salsas y retozando con las verduras que más nos gusten.

En cuanto a la receta que nos ocupa, el ajillo es una elaboración tradicional y humilde que encontramos en muchas regiones de España; solo necesitas profusión de ajo y buen aceite de oliva, además de algo de líquido para que la carne se estofe y quede tierna, que puede ser vino blanco o algo de agua. El ajo puedes ponerlo picadito o entero, el caso es que la cantidad sea suficiente para aromatizar el plato a base de bien. No he sido capaz de rastrear su origen, que debe ser muy antiguo por fuerza; pero sí puedo asegurar que está buenísimo y es muy recomendable tener a mano algo con lo que recoger o untar la deliciosa salsa. Una buena hogaza o barra de pan

Para la presente receta me he inspirado en la de Chelo, jienense de pro. No puede ser más sencilla, ahora que está de moda eso de cocinar con el mínimo número de ingredientes, no sea que nos estalle la cabeza si usamos más de cuatro o qué sé yo: en este caso se trata de carne, ajos, aceite, algo de vino blanco y sal. Se trata de guisar la carne en esta compañía hasta que esté tierna: tan fácil -y a la vez tan mágico- como eso.

Dificultad

Nula.

Ingredientes

Para 3-4 personas:

  • 1 kg de conejo troceado Calidad y Origen Carrefour
  • 2 cabezas de ajo
  • 150 ml de aceite de oliva virgen
  • 100 ml de vino manzanilla
  • 200 ml de vino blanco
  • Algo de agua para acabar de cubrir la carne
  • Un poco de tomillo, fresco o seco
  • Sal

Elaboración

  1. Separar los dientes de ajo, pelarlos y cortarlos por la mitad sin llegar a separar ambas partes.

  2. Salar las piezas de conejo. Calentar el aceite de oliva en una cazuela donde nos vaya a caber todo el guiso y dorar los ajos. Retirarlos a un plato antes de que se requemen.

  3. Dorar seguidamente las piezas de conejo a fuego alto. Ir sacando las piezas doradas a una fuente.

  4. Devolver ajos y conejo a la cazuela, bajar el fuego y añadir el tomillo y ambos vinos. Añadir agua si hiciera falta para casi cubrir por completo la carne. Poner algo más de sal en el líquido.

  5. Remover el conjunto, tapar la cazuela y guisar el conejo hasta que la carne esté tierna; el tiempo será variable y dependerá del conejo, hay que ir probando, pero por lo menos 45 minutos.

  6. Si buscamos que se reduzca y concentre más la salsa, destapar la cazuela al final de la cocción o sacar las piezas de conejo cuando estén tiernas y acabar de reducir la salsa unos minutos adicionales hasta que esté al gusto. Hay quien dice que el vino se debe reducir por completo hasta que solo quede el aceite, pero yo prefiero una salsa con algo de vino.


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