Contratar un seguro de salud o decesos en tiempos de Covid, pros y contras


La gran incertidumbre que la pandemia de coronavirus proyecta no solo en la sociedad en su conjunto, sino también en las vidas de todos los ciudadanos, podría empujarles a buscar protección en forma de seguro. Una póliza de salud o decesos —dos de los principales seguros del ramo no vida— no será una garantía contra una infección potencial, pero, por lo menos en teoría, podría aminorar la magnitud de sus consecuencias en la economía del hogar. Sobre esta consideración, sin embargo, pesa la espada de Damocles de las llamadas exclusiones. “Con respecto a la Covid-19, si la aseguradora excluye las epidemias y pandemias, no cabe esperar que nos cubran por ello”, zanja Carlos Lluch, director técnico de la correduría de seguros Lluch y Juelich. ¿Bajo qué criterios, entonces, compensaría contratar un seguro de salud o decesos en tiempos de coronavirus?

En 2019, casi el 22% de lo que los españoles gastaron en seguros del ramo no vida fue a parar al seguro médico, solo por detrás de las pólizas para el coche (31,5%), según el último informe del Ministerio de Asuntos Económicos. Y, durante la pandemia, estos son los únicos que han crecido durante la pandemia, un 4,9%, según datos de la patronal Unespa. Los seguros privados de salud garantizan la asistencia sanitaria y hospitalaria, en función de la modalidad de contratación. “Los hay que solo cubren la asistencia extrahospitalaria, la hospitalización, o las intervenciones quirúrgicas, o que limitan sus prestaciones a contadas enfermedades graves”, explica Lluch.

“Otros productos, más comunes, cubren cualquier necesidad no expresamente excluida. En todos los casos, podemos hallar seguros que limitan sus prestaciones a un cierto cuadro médico, generalmente muy amplio, y otros que otorgan cobertura con libre elección de médico y hospital en cualquier parte del mundo, garantizando un cierto porcentaje de reembolso del gasto en que se ha incurrido”, añade.

Una serie de ventajas los caracteriza: “Poder elegir el facultativo, reducir drásticamente las listas de espera tanto en pruebas diagnósticas como en cirugía, y una hospitalización con más intimidad y mejor calidad de vida para el enfermo y el acompañante”, desgrana Lluch. Con respecto a la Covid-19, sin embargo, “pocas expectativas cabe hacerse, pues la cobertura no es integral. Algunas aseguradoras están cubriendo la asistencia inicial, PCR incluida, derivando al sistema público los casos hospitalarios, como los que tienen que estar en una UCI, pero también hay otras actitudes ante el mismo problema”, admite este experto.

Lluch, sin embargo, cree que la solución a este problema está en los números. Puesto que “la función del seguro es asumir riesgos de sus asegurados y hacerlo responsablemente, a cambio de una prima suficiente”, se tratará de calcular cuánto vale ese esfuerzo. Por ello, se debería observar la proporción de población ya infectada por el coronavirus (un 10%, según la última ola del estudio de seroprevalencia, cuyos resultados se presentaron el 15 de diciembre) y de fallecidos por Covid (alrededor del 0,1%), y la estancia media en el hospital de los afectados agudos (8,46 días) y de los casos críticos (18,47 días), con un coste medio de 875,59 euros al día y 2.486,22 euros al día, respectivamente, según la consultora KPMG. Este cálculo sería suficiente, en palabras de Lluch, para que la aseguradora “facilite una solución a sus clientes como alternativa a una fácil, pero poco empática, exclusión contractual”.

Prevenir mermas económicas

Lo mismo ocurre con los seguros de decesos, que supusieron un 6,6% de las primas no vida recaudadas en 2019, al situarse en cuarta posición, precedidos por las pólizas multirriesgo del hogar (11,9%). Los seguros de decesos cubren los gastos y servicios por el funeral y el enterramiento o incineración de una persona fallecida, así como la repatriación del cadáver hasta su lugar de residencia, si el fallecimiento ocurre durante un viaje, los servicios de gestoría, testamento y asistencia psicológica para la familia, entre otros.

“Si ya sabemos que el fallecimiento de un familiar nos causaría un trastorno económico o emocional importante, es útil contratarlo”, subraya Lluch a la pregunta sobre las ventajas del seguro de decesos. “Que alguien se ocupe de todos los trámites, nos evite las tarifas particulares de las funerarias y que el dolor por el fallecimiento de un ser querido no vaya acompañado de una gran pérdida económica, son otros tantos objetivos de quien se asegura”, agrega.

Pero, de nuevo, más allá de la presencia de enfermedades previas o el ejercicio de ciertas profesiones, entre las exclusiones se contemplan también epidemias y pandemias. “Las casi 50.000 personas fallecidas en exceso en 2020 a causa de la Covid-19 suponen un incremento interanual cercano al 12%”, razona Lluch. “Si establecemos un margen y redondeamos al 20%, deberíamos poder preguntarle a un asegurado si prefiere pagar 45 euros al año sin cobertura Covid o desembolsar 54 euros y tenerla incluida”, calcula.

Mejor una póliza vitalicia

Hay más exclusiones a tener en cuenta al contratar un seguro de salud. Que no se asegure por enfermedades que se padecen con anterioridad a la firma del contrato o por el llamado turismo sanitario, resulta bastante lógico. “Pero algunas compañías tampoco cubren tecnologías con láser, y otras, el diagnóstico a través de la tomografía por emisión de positrones o la quimioterapia ambulatoria. Hallar alguna que cubra radioterapia con positrones o cirugía robótica es muy raro”, destaca Lluch.

Asimismo, este experto asegura que son “muchas” las compañías que retienen el derecho a echar a su cliente cada año, una práctica legal, puesto que está recogida en el artículo 22 de la Ley de Contrato de Seguro. Para evitarlo, “elegir una póliza vitalicia será una solución inteligente”, afirma. Las aseguradoras que ofrecen esta posibilidad “cuentan con cuadros médicos más estables y de calidad, que las low-cost no tienen”, apunta.

En lo que a seguros de decesos se refiere, será mejor desoír a los comerciales que apelan al concepto de antigüedad para disuadir a sus clientes a pasarse a otro seguro. “El recurso a tablas de mortalidad recientes siempre será más beneficioso que si tenemos una póliza muy antigua, puesto que antes la gente moría más joven”, explica Lluch. De la misma manera, no convendrá contratar un seguro a prima única. Al respecto, este experto cita el caso de una señora muy mayor, a la que un banco vendió una póliza de 5.400 euros, para asegurar un capital de 3.500 euros. Resultado: “El seguro le costó casi 2.000 euros más que la cobertura garantizada”, concluye.


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