Crítica de ‘El callejón de las almas perdidas’, nominada a mejor película en los Premios Oscar 2022

El cineasta Guillermo del Toro salió triunfador en la alfombra roja de 2018 gracias a La forma del agua. Una cinta en la que volvía a recurrir a los elementos fantásticos y a una extraña criatura como protagonista. Un sello característico si repasamos la filmografía del mexicano y recordamos títulos como El laberinto del Fauno o las dos entregas que realizó de Hellboy. Ahora, tras cuatro años dedicados a la producción y dirección de series, el cineasta vuelve con El callejón de las almas perdidas, una de las 10 historias nominadas a Mejor Película en los Premios Oscar 2022.

Del Toro ya matizó que su versión era una adaptación de la novela homónima de William Lindsay Gresham y no un remake del clásico realizado por Edmund Goulding. Del mismo modo que los hermanos Coen filmaron Valor de ley, alejándose del primer largometraje que la Paramount Pictures le encargó a Henry Hathaway. Lo primero que llama la atención, atendiendo al estilo que maneja realizador es el abandono de cualquier tipo de fantasía alrededor del relato. Las cartas están destapadas desde el principio y sólo el misterio detrás del terrible origen de partida de Stanton Carlisle (Bradley Cooper), permanece en la conciencia del personaje.

‘El callejón de las almas perdidas’ (Fox Searchlight)

Abordada desde los estereotipos del cine negro, El callejón de las almas perdidas rechaza cualquier atisbo de magia, pero no deja de lado el maniqueísmo tan propio de otros trabajos del director. La maldad surge de la propia maldad y no existe en sus personajes motivación que nos explique sus intenciones. Por este motivo, roles como el de la Dr. Lilith Ritter (por bien que lo defienda Cate Blanchett) no terminan de funcionar, independientemente que Del Toro intente enmascararlo todo en esa neblina de misterio sobre el pasado, tan propia del género.

Una historia que se pierde al salir del circo

El callejón de las almas perdidas
‘El callejón de las almas perdidas’ (Fox Searchlight)

El callejón de las almas perdidas se pierde nada más salir de la oscuridad del circo, donde se presenta un escenario, al que no le hacen falta monstruos de efectos especiales, estos se albergan dentro de unos humanos que viven como desechos. Tan sólo Molly Cahill (Rooney Mara) tiene ese punto de bondad impropio entre las mentiras, trampas y bambalinas de un lugar lleno de barro y suciedad. En la última propuesta de Del Toro, todo se diluye hacia un desarrollo previsible en el que prácticamente nada genera interés, por muy atractiva que sea su puesta en escena.


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