Ícono del sitio La Neta Neta

Cronología de un peligroso caos

Cronología de un peligroso caos

Sam B. nació el día de un Barça-Madrid en los tiempos del Dream Team. Para que supiera que esto del fútbol iba de emociones rotundas, el Barça ganó en el último remate del partido. Era una buena manera de estrenarse como socio. Desde entonces, Sam B. ha tenido la suerte de asistir a las cuatro últimas finales de la Champions ganadas por el Barça. La primera de ellas en París, en Saint Denis, en 2006. Ese día se percató de la pésima organización en los accesos al estadio francés. Recuerda cómo a uno de los muchos culés desesperados que intentaron colarse por encima de las vallas, se le enganchó un testículo en la reja y allí estuvo, como palillo en aceituna, hasta que los bomberos lograron desengancharle mucho rato después. 

El pasado sábado, por motivos laborales, Sam B. volvió al mismo estadio para acompañar a unos cincuenta invitados de un patrocinador de la Champions que iban a ver la final entre el Liverpool y el Real Madrid. Ayer, las autoridades francesas abrieron investigaciones para esclarecer los hechos. La conclusión, a la que jamás llegarán, es que a la deficiente organización de la UEFA se le sumó una autoritaria e incongruente actuación policial. Del caos a la tragedia sólo había un paso. Lo que pasó, nos lo cuenta al detalle Sam B., que estuvo ahí y se quedó sin ver la final.

18.15 h. Casi tres horas antes del partido, el autocar sale del hotel situado a veinte minutos del estadio. El atasco es tan monumental que llegan a los aledaños del Stade de France cuando faltan 75 minutos para el inicio del partido.

19.45 h. De nuevo, lentitud y caos en la rampa a pie de acceso al estadio. Cuando vislumbran su puerta, la X, que es por donde también deben entrar parte de los aficionados del Liverpool, en la cola tiene unas 300 personas por delante suyo. Lo peor es constatar que no avanza, que se acerca la hora del partido, que todos quieren entrar y crece el caos y el nerviosismo. Algunos aficionados sin entrada empiezan a intentar saltar la empinada valla. Otros ‘supporters’, a pesar de no tener billete, también se arremolinan en la cola para entrar.

20.45 h. Por el teléfono móvil, se enteran de que la UEFA ha decidido retrasar media hora el partido. El anuncio significa un pequeño alivio para los miles de aficionados que todavía están fuera. Los altercados empiezan cuando un grupo de jóvenes locales se suman al caos entre la multitud. Cuando los aficionados ponen el ticket electrónico en la pantalla de su móvil, esos espabilados lo capturan en su propio teléfono para tener la entrada. El robo de datos enciende la mecha en la cola, ya de por sí alborotada y con los nervios a flor de piel. El alud humano coge tintes peligrosos.

21.00 h. Ante tal situación, cuando alguien llega al acceso X, pasa. Tenga o no tenga entrada, falsa o verdadera, para adentro. “Si no funciona, pasa”, dicen en la puerta. Entre entradas falsificadas, entradas robadas virtualmente y los sin entrada, el código lector no daba más de sí. Al ver que, poco a poco, dejan pasar a todo el mundo, se produce el efecto llamada. Mala decisión. Más jóvenes locales y más ingleses sin entrada se arremolinan peligrosamente en la puerta para entrar.

21.20 h. La policía francesa llega y actúa con escudos para sacar a la gente de la puerta. Acto seguido, lanza gases lacrimógenos indiscriminadamente que provocan el pavor entre la multitud. La gente corre hacia atrás. Otra mala decisión. El perímetro está cerrado por vallas y en la estampida se producen escenas de pánico.

21.30 h. La policía cierra esa puerta X y, automáticamente, todos los que estaban en ella se van al acceso contiguo. Otra mala decisión. Allí se suman la gran cantidad de aficionados que le toca entrar por esa puerta, y no podía, más la que llega rebotada de la X. Y, de nuevo, el caos multiplicado por dos.

21.45 h. Con el partido ya iniciado, Sam B. y el grupo de invitados, muchos de ellos menores de edad que no eran ni del Liverpool ni del Real Madrid, deciden que no van a poner más en riesgo su integridad y su vida. Con la entrada en la mano, desisten de acudir a la final. Una buena decisión. Regresan al autocar y, de allí al hotel, para ver por pantalla lo que ya estaba cantado que pasaría.




Source link

Salir de la versión móvil