Los cuerpos celestes que surcan los cielos siempre nos han parecido interesantes desde el punto de vista científico y visual. Unas extrañas formaciones que los astrónomos saben diferenciar perfectamente pero que la gente de a pie no tenemos muy claro. Por eso hoy hablamos de las diferencias entre cometas y asteroides. Dos cuerpos espaciales que solemos confundir a la hora de comentar sus características pero que a partir de ahora estarán más que identificados.
Diferencias evidentes
Los cometas y los asteroides pueden diferenciarse claramente unos de otros, la única equivocación que solemos cometer es confundir sus nombres. En primer lugar, los asteroides están hechos de metal y rocas, mientras que los cometas se forman de polvo, rocas y hielo. Además, los asteroides se encuentran mucho más cercanos al Sol que los cometas, ya que si estos estuvieran a una mayor proximidad se derretirían fácilmente. Así es como se produce uno de los efectos más famosos que pueden verse desde la Tierra: la cola del cometa. Un fenómeno que los asteroides no pueden sufrir, ya que no incorporan hielo en su composición.
Otra de las diferencias más destacadas entre estos dos cuerpos celestes se basa en su órbita. Si hablamos de los cometas, la órbita puede llegar a ser tan extendida como 50.000 veces la distancia entre el Sol y la Tierra. Por eso el número de avistamientos es mucho menor. Sin embargo, los asteroides conforman una órbita mucho más corta y circular, reuniéndose así en los conocidos cinturones de asteroides que seguramente te suenen si has visto Star Wars.
Aspectos en común
Cabe destacar que estas formaciones también tienen cosas en común, y es que cometas y asteroides se formaron en las primeras etapas del Sistema Solar. Es decir, hace aproximadamente 4,5 billones de años. Pero la antigüedad no es un síntoma que genere la confusión de los científicos, sin embargo, algunas veces es complicado diferenciar un cuerpo de otro debido a sus parecidos.
En algunas ocasiones, los asteroides pueden albergar escasas dosis de hielo en su composición. Un aspecto que les hace generar ese típico brillo propio de los cometas al acercarse a los territorios en los que el Sol irradia más calor. Por eso es complicado diferenciar unos de otros, ya que la inmensa mayoría de los asteroides no tienen cola. Aunque si te fijas, podrás apreciar que los restos blanquecinos de los cometas son mucho más resplandecientes y largos que los que nunca podrá generar un asteroide.
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