Cuando el reguetón, ese ritmo de la calle, es lo que importa

El reguetón, el último gran fenómeno musical mundial, necesitaba ya de una perspectiva académica. Más allá de las aportaciones periodísticas y los ensayos, hacía falta un libro en castellano -en inglés hay un par muy valiosos- que lo analizase con rigor y profundidad para explicar mucho de lo que se deja sin atender ante la inmediatez de los éxitos o las batallas culturales -muchas de ellas maniqueas-, que acaban por eclipsar la importancia del contenido o los hechos. Existe ese libro. Se llama Reggaeton. Entre El General y Despacito y está escrito por el periodista argentino, aunque afincado en Colombia, Pablito Wilson.

Es un libro autoeditado, por lo que es muy difícil de encontrar, pero tampoco conviene alarmarse. Por suerte, está ahora mismo en proceso de ser publicado por una editorial española e incluso su autor se halla metido en una gran revisión y actualización con el fin de mejorar una obra que ya de por sí es notabilísima y necesaria. Me lo cuenta el propio Wilson, al que he tenido oportunidad de conocer en los últimos meses y al que le solicité su libro a principios de este año.

En su versión original, Reggaeton. Entre El General y Despacito es una obra con más de tres años de investigación que, con la revisión en marcha, irá a más. Como se cuenta en el prólogo, su autor invita “a pensar en el género urbano por excelencia de una manera más amplia”. Lo consigue. Buena parte del secreto reside en el propio modus operandi del autor, que es un espíritu inquieto, tal y como me cuenta en conversación telefónica. “Por suerte, el reguetón me encontró comenzando la universidad y entendiendo que no podía hablar de un género musical si no lo conocía. Así que empecé a escucharlo y empecé a encontrar cosas que me gustaban de él. Yo vengo del dancehall, el género donde comenzó todo; así que explorar el reguetón era más bien como expandir los horizontes de lo que ya conocía”.

Los expandió. El libro recorre la historia de un género que nació en los noventa con una canción jamaicana llamada Dembow y con un sonido llamado pounder, que surgió cuando en un estudio de Nueva York quisieron reinterpretarla. A partir de ahí, también se establecen muchas relaciones con otros géneros, pero también con otros aspectos culturales y sociales. Es una gran inmersión de documentación. “Conocía mucho reguetón, pero aún así no era suficiente. Muchas cosas no las había vivido, de muchos discos solo conocía las canciones más conocidas. No llegué a explorar todo, pero sí bastante; lo suficiente para entender la importancia de muchos momentos de la historia del reguetón y de los géneros urbanos que han sido fundamentales para su crecimiento: el reggae en español de panamá, el dembow dominicano y hasta el merengue que en su momento hicieron agrupaciones como Proyecto Uno o Ilegales”, explica Pablito Wilson.

El barrio La Comuna 13 en Medellín, Colombia.
El barrio La Comuna 13 en Medellín, Colombia.

Fuera prejuicios. Este libro ayuda a conocer mucho mejor un género que no se ha sabido explicar suficientemente bien en España. Hagamos el mea culpa. Por lo general, la crítica musical española más consolidada no hemos sabido profundizar en el reguetón con la perspectiva necesaria, pero no por ello quiere decir que no haya habido nombres interesados en desentrañar éxitos de este género o acercamientos para entenderlo. Con todo, ha sido insuficiente. Un cúmulo de prejuicios, desinterés y agendas muy marcadas por una industria musical española centrada en el pop y el rock han llevado a saber que el reguetón está ahí, pero realmente no se ha adentrado en todo su ser. Un ser con dilemas y polémicas, algunas de ellas bien conocidas como la visión machista de muchos creadores. 

Quizá solo podía explicarse por parte de alguien que conoce bien la tierra caribeña y entendió con todas las claves que “su universo permeó muchos otros universos que van más allá del género”. Tal y como dice Wilson: “En la actualidad un chico que escucha rock, vive la sexualidad de una manera muy diferente a la manera en que la vivimos quienes fuimos adolescentes a comienzos del milenio; en momentos en que aún existía rock mainstream. Hoy en día la misma joven va a un concierto de punk puede estar bailando en la discoteca una canción de Karol G y sentir que no hay nada de incoherente en esa dualidad. Después de todo, tanto Bikini Kill como Karol G han intentado ser una voz para otras mujeres. Más allá de las observaciones personales que tengamos sobre cómo lo ha hecho cada una de ellas”.

Y, aparte de permear estilos y marcar distintas etapas, ha tenido un éxito tan descomunal que se considera el nuevo pop. “Su éxito viene de muchas cosas”, explica Wilson. “Resumiendo podría decir que es porque ha sabido mimetizarse en otras escenas musicales y alcanzar nuevos públicos, así como también reinventarse cuando es debido. Ha aprendido de sus errores, ha potencializado sus fortalezas y a veces hasta las ha reutilizado en diferentes momentos; por ejemplo, cuando ha regresado a géneros musicales que ya habían sido explotados en el pasado (como el reggae), pero produciéndolos de forma más contemporánea. Calma de Pedro Capó y Farruko no suena a copia de Junto al amanecer de J. Álvarez, pero podría decirse que ambas tienen una esencia parecida”.

Cuando Wilson acabe su revisión y actualización, este libro será un gran documento que exista sobre el reguetón. Una referencia que ayudará a derribar muros y explicar complejidades políticas y sociales que muestran que este estilo callejero latinoamericano, en sus orígenes y en buena parte de su evolución, arroja luz sobre comunidades que casi nunca se miran. Luz sobre barrios, ciudades y países donde hay pobreza, exclusión y una calle que acompaña a muchos seres que lo cantan y bailan. Luego, ya sí, como en otros géneros del pasado desde el rock’n’roll al rap o electrónica, está su éxito, mercantilización y simplificación.


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