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Cuando el valor social tiene premio


Enero de 2020. Fundación Grandes Amigos, que trabaja desde 2003 para prevenir y paliar la soledad de las personas mayores mediante la creación de vínculos afectivos y de apoyo vecinal con voluntarios, recibe uno de los Premios al Valor Social 2019 de la Fundación Cepsa. La distinción supone una inyección económica vital para reinventarse cuando, poco después, estalle la crisis sanitaria. “Nos está permitiendo impulsar dos líneas de trabajo que veníamos desarrollando y que cada vez son más necesarias: facilitar un voluntario que acompañe a la persona mayor sola a citas médicas o gestiones administrativas, y mantener nuestro programa de acompañamiento afectivo telefónico [que incluye videollamadas e incluso el envío de cartas], puesto en marcha al inicio de la pandemia, y que continuará funcionando cuando esta termine, tras sus buenos resultados”, explica el portavoz de Grandes Amigos, José Ángel Palacios.

“Una de las cuestiones que valoramos es que, independientemente del colectivo al que vaya dirigido, el proyecto tenga un componente innovador, bien sea por el enfoque que le diferencia del resto, por las herramientas que utiliza o por la capacidad de afrontar nuevos retos”, comenta Cristina Ortiz, directora de Fundación Cepsa. “Hemos comprobado que muchas entidades se han adaptado de manera ejemplar a la crisis provocada por la Covid-19, con iniciativas novedosas basadas íntegramente en las nuevas tecnologías”, añade, refiriéndose a los 435 proyectos que se postulan de cara a la XVI edición de los Premios al Valor Social, la de 2020, presentada en septiembre. Récord de candidaturas y también de dotación económica, que aumenta en 100.000 euros, hasta alcanzar los 500.000. Fondos para impulsar iniciativas que ayuden a cerrar las heridas sociales que está causando el coronavirus.

“Las personas mayores son las principales afectadas por esta crisis”, alerta Palacios. Pero hay otros colectivos vulnerables también muy afectados. Desempleados, enfermos, personas con diversidad funcional, grupos étnicos, infancia, jóvenes y adolescentes, víctimas de violencia de género… Detrás de una palabra tan genérica como “colectivo” siempre asoman rostros concretos.

Cristina Ortiz recuerda “como si fuera ayer” el de aquella madre con su hija diagnosticada con una cardiopatía congénita en la entrega de trofeos de la edición de 2019, en Madrid. “Fue emocionante comprobar que esa madre nunca se sintió sola para afrontar su realidad y recibió apoyo por parte de los profesionales de la entidad ganadora”, describe. “Sentí una gran admiración cuando una joven con capacidades diferentes nos trasladó, con una amplia sonrisa, lo que había supuesto para ella la ayuda de otra de las entidades galardonadas para favorecer su inclusión social y así poder practicar uno de sus mayores hobbies, el deporte”, indica en otro ejemplo.

Los trabajadores de Cepsa son padrinos y madrinas de los proyectos que optan a los premios al valor social

Los Premios al Valor Social fueron creados hace 15 años obedeciendo a “una necesidad de cambio y de mejora”, en palabras de Ortiz. “Nacieron con el objetivo de poder llevar a cabo proyectos sociales de manera equitativa y transparente”, añade. Se entregaron por primera vez en 2005, en Huelva, con un elemento distintivo: eran (y lo siguen siendo) los profesionales de la compañía energética quienes se convierten en padrinos y madrinas solidarias, proponiendo programas susceptibles de ser candidatos, acompañándolos durante el proceso y siendo sus representantes.

Vínculos duraderos

Aquella primera edición tuvo tanto éxito que se extendió a otras zonas geográficas en las que Cepsa tiene presencia relevante: Madrid, Canarias, Campo de Gibraltar y Portugal en 2009; Colombia en 2012 y Brasil en 2016. Ese año, 2016, se crea Fundación Cepsa para canalizar la acción social de la empresa, y estos galardones se convierten en su columna vertebral. Según destaca Ortiz, desde el principio contaron con el apoyo de las administraciones locales y autonómicas. “Uno de los cambios que venimos observando en cada edición es la confianza que las entidades depositan en esta convocatoria de ayudas sociales”, subraya.

Fundación Cepsa mantiene un “vínculo duradero” con las entidades premiadas. “Nos permite fomentar colaboraciones en actividades de voluntariado corporativo o en otros proyectos”, indica su directora. Todas han de enviar, al final del año, y como mecanismo de control, la memoria de justificación. “Además de las actividades desarrolladas, nos detallan la justificación económica con los gastos en los que se ha incurrido para la puesta en marcha de la iniciativa solidaria”, añade.

También hay visitas de seguimiento. Una de las que más impactó a Ortiz fue a la entidad Candelita, en Madrid, y a su proyecto Mirada en violeta, para favorecer el acceso al mercado laboral mediante la formación en cocina a mujeres víctimas de violencia. “Son admirables por cómo, a pesar del miedo, aprovecharon esta oportunidad para sentirse útiles y ser económicamente independientes”, concluye. Muchas de ellas tienen ya un contrato de trabajo estable.


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