Jefes de Estado de los países que forman la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), en La Habana, este viernes.MIRAFLORES PALACE (via REUTERS)
La polémica Cumbre de las Américas convocada por la administración del presidente estadounidense, Joe Biden, paradójicamente no ha comenzado en la ciudad de Los Ángeles, sino en La Habana. Diez días antes del encuentro hemisférico organizado por Washington, la capital cubana ha sido sede este viernes de una reunión presidencial de las diez naciones que integran el ALBA (la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América). Convertidos en portavoces del desagravio de los países a los que EE UU ha pretendido excluir del encuentro por sus déficits democráticos —Cuba, Venezuela y Nicaragua—, finalmente han doblado el brazo diplomático de Washington al marcar la agenda del cónclave.
Nadie habla ya de los contenidos que pretendían debatirse en la Cumbre de las Américas. La cuestión ha quedado casi reducida a si ésta debe ser inclusiva, y aceptar a países que EE UU no tolera y considera dictaduras, o admitir como normal las exclusiones, como venía siendo hasta ahora. La protesta de numerosos gobiernos, incluso aliados importantes de Washington, como México o Argentina, han convertido en una pesadilla para el anfitrión una cumbre que pretendía ser una oportunidad de ganar peso e influencia en la región.
El que más claro lo ha dicho en La Habana ha sido el presidente venezolano, Nicolás Maduro: gran parte de América Latina, con diferentes discursos y grados, se ha rebelado contra EEUU, y eso hay que celebrarlo. “La voz del continente resuena”, ha asegurado Maduro, en tono triunfal, señalando que “ha valido la pena la lucha durante años por levantar las banderas de la dignidad de América Latina y el Caribe”.
El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ha reiterado este viernes que, si hay exclusiones, él no acudirá a la cita. Lo mismo ha opinado en La Habana el mandatario boliviano, Luis Arce: “La decisión arbitraria de Estados Unidos de excluir a Cuba, Nicaragua y Venezuela bajo la excusa de que sus gobiernos no respetan la carta democrática, solo ha conseguido debilitar la institucionalidad del foro”. Maduro ha agradecido también los pronunciamientos del presidente argentino, Alberto Fernández, en contra de los vetos.
El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, que el miércoles rechazó participar en el encuentro aunque finalmente fuese invitado, ha afirmado en su discurso inaugural que EE UU “ni política ni moralmente” tiene autoridad para decidir a quién invita y a quién no. El mandatario ha acusado a Washington de prácticas “antidemocráticas” por ser incapaz de asegurar “un espacio plural” en el hemisferio e “irrespetar las diferencias”.
Se sabía que la declaración final de la Cumbre del ALBA (organización fundada por los desaparecidos Hugo Chávez y Fidel Castro en 2004, y que actualmente está integrada por Cuba, Nicaragua, Venezuela, Bolivia, Antigua y Barbuda, Dominica, Granada, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, y Santa Lucía) iba a ser una fiesta antiimperialista, y así sucedió. El documento, en primer lugar, denuncia “las pretensiones de dominación imperialista sobre los pueblos de América Latina y el Caribe para mantener dividida a la región en función de sus intereses hegemónicos”.
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Los países del ALBA, a continuación, rechazaron “la exclusión arbitraria, ideológica y políticamente motivada” de La Habana, Managua y Caracas de “la denominada Cumbre de las Américas”, que se efectuará entre el 6 y el 10 de junio en la ciudad norteamericana de Los Ángeles. Esta “decisión unilateral” constituye, a su juicio, “un grave retroceso histórico en las relaciones hemisféricas que ofende a los pueblos latinoamericanos y caribeños”. Por ello, respaldan “el derecho de todos los países del continente a ser invitados y participar en dicho evento en igualdad de condiciones”, enfatizando que el país anfitrión “no tiene derecho a imponer exclusiones o condicionamientos violatorios de su soberanía e independencia”.
En un párrafo clave, “apoyan y agradecen la valiente y digna posición asumida por gobiernos, actores sociales, organizaciones y pueblos hermanos de nuestro continente, que han rechazado de manera contundente y de diversas formas, las exclusiones de la reunión de Los Ángeles”. Pocos pensaron, dentro y fuera de EE UU, que el veto a Nicaragua, Cuba y Venezuela pudiera provocar una reacción como la que se ha visto y que ha desvirtuado la Cumbre de las Américas hasta el extremo de convertir a los que se quería excluir en los protagonistas de un plante inédito frente a Washington.
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