Cuba, tras ser excluida de la Cumbre de las Américas: “¿Será que España está en América?”

Cuba, tras ser excluida de la Cumbre de las Américas: “¿Será que España está en América?”


Miguel Díaz-Canel, presidente de Cuba, y Nicolás Maduro, mandatario de Venezuela, en La Habana, en mayo.YAMIL LAGE (AFP)

“¿Será que España está en América”, se pregunta este lunes el diario oficial cubano Granma, a raíz de la exclusión de Cuba, Venezuela y Nicaragua de la Cumbre de las Américas en Los Ángeles y la invitación del presidente norteamericano a una delegación española. Aunque se trata solo de un artículo y no de una declaración oficial, el cuestionamiento del periódico cubano recoge la posición del Gobierno cubano, que ve en los vaivenes y titubeos de Washington en la convocatoria una señal del nerviosismo de su histórico enemigo ante el plante de diversos países de la región. Para La Habana, las críticas de diversos grados de un grupo de naciones latinoamericanas por la política de exclusiones norteamericanas — que finalmente han provocado que el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, no asista al encuentro — muestran el “fracaso anticipado” de la IX Cumbre de las Américas y representan una victoria diplomática propia.

Horas antes de que EE UU diese a conocer su decisión definitiva de no permitir la participación de Cuba en la Cumbre — se sabía que Venezuela y Nicaragua no iban a ser convocados, pero hasta el último momento Washington jugó con la posibilidad de cursar una invitación de menor nivel a La Habana —, Granma hablaba del “silencio raro” de los anfitriones. Y ponía énfasis en la paradoja de que Biden convocara a Pedro Sánchez a todo correr, interpretando que “la invitación allende los mares” tenía “el centro de atención en el tema de los migrantes”.

El órgano oficial del Partido Comunista de Cuba se hizo eco de informaciones de prensa que apuntan a que “la administración estadounidense espera que España acepte duplicar o triplicar el número de trabajadores temporales procedentes de Centroamérica”, para expresar después su escepticismo porque “el poder de persuasión de Biden pueda involucrar en este asunto a un país que sigue a la cabeza del paro en la Unión Europea, con una tasa del 13,3 %”. No era una crítica a España, sino más bien un golpe al hígado de Washington por la política errática que ha mantenido durante los preparativos de una Cumbre que concibió como una oportunidad de ganar peso en la región, y que se ha convertido en lo contrario y en cierto modo ha minado su liderazgo.

Las autoridades cubanas han vivido con indisimulada satisfacción las críticas a Washington y los traqueteos de la Administración Biden después de su denuncia, a finales de abril, de que EE UU le excluía de los preparativos de la IX Cumbre de las Américas. De entonces, el tema de la exclusión o inclusión de Cuba, Nicaragua y Venezuela se ha transformado en un culebrón y en un pulso diplomático que ha puesto contra las cuerdas al anfitrión. EE UU retrasó hasta el último momento la decisión de a quién invitar o no, tratando de asegurar hasta el último momento la presencia de López Obrador, algo que finalmente no logró.

Diez días antes del encuentro hemisférico organizado por Washington, la capital cubana fue sede de una reunión presidencial de las diez naciones que integran el ALBA (la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América). Convertidos en portavoces del desagravio de los países a los que EE UU pretendió excluir del encuentro por sus déficits democráticos —Cuba, Venezuela y Nicaragua—, finalmente estos acabaron marcando la agenda del cónclave, pues desde hace más de un mes poco se habla de los contenidos que pretende debatir la Cumbre de las Américas. La cuestión ha quedado casi reducida a si esta debe ser inclusiva, y aceptar a países que EE UU no tolera y considera dictaduras, o admitir como normal las exclusiones, como venía siendo hasta ahora.

La protesta de numerosos gobiernos, incluso aliados importantes de Washington, como México o Argentina, se han convertido en una pesadilla para EEUU, que finalmente este lunes -el mismo día del comienzo de la Cumbre, que durará hasta el jueves-, anunció oficialmente su decisión. “Estados Unidos sigue manteniendo reservas sobre la falta de espacios democráticos y la situación de los derechos humanos de Cuba, Nicaragua y Venezuela. En consecuencia, estos países no serán invitados a la Cumbre”, dijo un funcionario del gobierno estadounidense. La respuesta de La Habana, en la voz del ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez, no se hizo esperar: “El presidente, Miguel Díaz-Canel, anunció que no participaría en la Cumbre de Los Ángeles. Era una firme decisión de Cuba si todos no recibían una invitación en pie de igualdad. El evento ya es un fracaso neoliberal y monroista que aísla y desconecta a EE UU de Nuestra América. Se conocen presiones y chantajes”.

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Poco después, el gobierno cubano emitió una declaración oficial en la que acusó a EE UU de mantener una posición “discriminatoria e inaceptable”, y denunció que Washington abusaba“del privilegio que le otorga su condición de país anfitrión”. Según La Habana, la exclusión es “antidemocrática y arbitraria”, y una evidencia de que EE UU “concibió” y “utilizó” este mecanismo de diálogo de alto nivel “como instrumento de su sistema hegemónico en el hemisferio”, denunciando además las “presiones inmorales, chantajes, amenazas y sucias maniobras de engaño” que, dijo, han sufrido algunos países de la región que rechazaban las exclusiones. La Habana agradeció las muestras de apoyo que Cuba, Venezuela y Nicaragua han recibido en los últimos días por parte de países de la región, y consideró que EEUU “subestimó el apoyo a Cuba en la región”. “Tenemos plena confianza también en que los líderes de la región que decidan ir, sabrán fundamentar dignamente que Estados Unidos no puede tratar a nuestros pueblos de la manera en que lo hizo en el siglo XX”, agrego la declaración.

La telenovela todavía no ha terminado. Habrá que ver quién finalmente acude a la Cumbre y cuál es el tono de los mensajes de los presidentes.

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