Cuenca se asienta a 2.538 metros de altura, en un valle interandino de la Sierra Sur ecuatoriana. En este paraje confluyeron cañaris, incas y españoles. Cada uno de ellos fue imponiéndose al otro y todos dejaron su propio legado. Ese sincretismo entre las culturas nativas y la arquitectura colonial española hizo que la Unesco declarase patrimonio mundial al casco histórico de la ciudad. Un entorno mestizo en el que cohabitan lugares ancestrales y contemporáneos. La presencia de los cañaris, el almohadillado inca, las iglesias, el ladrillo, el habla cantarina de su gente, las cholas, los ríos que la rodean y atraviesan y su afrancesamiento de principios del siglo XX son algunas de las señas de identidad de Cuenca. Pero es durante la celebración de fiestas como la Semana Santa, el Corpus y el Inti Raymi —la fiesta del sol y la cosecha del solsticio de junio— cuando la ciudad manifiesta sus vínculos con la cultura, la gastronomía y la fe.
8.00 Una medición histórica
El centro histórico es la zona residencial y devota más antigua de Cuenca. Un espacio concebido según los principios de la planificación urbana del Renacimiento en América. En el mismo conviven las raíces indígenas con la tradición arquitectónica colonial española. Este adoquinado casco antiguo es de color rojo, por el ladrillo y la cerámica empleados en la construcción de los edificios. Algunos de ellos todavía conservan restos de la piedra empleada por los incas, lo que se conoce como el almohadillado incaico. Su punto neurálgico es el parque Abdón Calderón (1). Su nombre es un homenaje al héroe local de la guerra de independencia en Ecuador contra la España colonial. Este lugar está flanqueado por las sedes de los poderes político, judicial y religioso, que dirigen y rigen la ciudad: Municipio y Gobernación, Corte Provincial de Justicia y Catedral Nueva. En los alrededores se suceden casonas que evidencian la huella que dejó aquí la influencia francesa a principios del siglo XX. La catedral de la Inmaculada Concepción es un enorme templo de estilo gótico renacentista que mide 105 metros de largo y 43,5 de ancho, con capacidad para 8.000 personas. Del templo sobresalen tres cúpulas en forma de media naranja, cubiertas con azulejos blancos y azules, así como un puñado de torreones. La altura de la cúpula central es de 53 metros y su diámetro de 15. En la cercana Catedral Vieja, declarada patrimonio mundial y hoy convertida en museo, el naturalista, matemático y geógrafo Charles-Marie de La Condamine y el resto de miembros de la Misión Geodésica Francesa (1739) tomaron la antigua torre sur —renovada más de un siglo después— como referencia para sus trabajos de triangulación geométrica entre la llanura de Tarqui y Cuenca. Se supone que en este punto se cruzan un meridiano y un paralelo, por lo que para muchos la unidad de medida del metro tiene su cuna en Cuenca. Una placa recuerda este episodio con la siguiente leyenda: “Torre más célebre que las pirámides de Egipto”.
10.00 En casa de La Condamine
El paso por Cuenca de La Condamine dejó huella. El museo que lleva su nombre se encuentra en una calle que también se llama como él en el barrio de El Vado. Ocupa un edificio histórico en el que a lo largo de sus salas, distribuidas en torno a un patio central y un traspatio, se puede ver y conocer cómo era la arquitectura colonial. En la cercana Casa Museo Remigio Crespo Toral (calle Larga 7-07 y Borrero) (2), un poeta, político, docente y rector universitario cuencano, está la lápida que mandó realizar La Condamine y en la que grabó los resultados de sus mediciones. En el mismo edificio se encuentra el Archivo Municipal de Historia de Cuenca, donde se conserva el acta original de la fundación de la ciudad, entre otros documentos. En la geométrica y renacentista plaza de San Sebastián (3), antes de afrancesarse, se celebraban corridas de toros. Aquí murió Juan Seniergues, médico de la Misión Geodésica Francesa. La iglesia de esta recoleta plaza fue una parroquia de indios, en la que los indígenas asistían a los servicios religiosos.
11.00 Sombreros tradicionales
En un edificio más que centenario se encuentra el Museo del Sombrero de Paja Toquilla (calle Larga 10-41 y Padre Aguirre) (4). Un espacio en el que conocer la historia del tejido tradicional del sombrero de paja toquilla, declarado en 2012 patrimonio inmaterial de la humanidad por la Unesco. El centro tiene un aliciente en su cafetería: una terraza desde la que se puede contemplar una excelente vista.
12.30 Comida en Tres Estrellas
De camino al parque arqueológico de Pumapungo se puede parar a comer en el Salón Tres Estrellas (Calle Larga 1-174 y Miguel A. Estrella) (5). Un restaurante clásico, algo retirado del meollo del casco histórico, que los locales frecuentan para comer cuy, un roedor que se asa igual que si fuera un cochinillo.
14.30 Tarde para la historia
El Museo y Parque Ancestral Pumapungo (calle Larga y Huayna Cápac) (6) aúna la historia y la cultura de los cañaris, incas y españoles. Las salas interiores albergan una colección de arte y etnografía de una gran riqueza intercultural. En el exterior, en el sitio arqueológico, además de contemplar los restos que se conservan en pie de Pumapungo, el barrio religioso y administrativo de Tomebamba —el gran centro administrativo del norte del imperio inca—, se puede disfrutar del jardín etnobotánico con más de 200 especies de plantas y árboles nativos de los Andes. A modo de complemento es recomendable visitar las ruinas arqueológicas de Todos Santos (7), el Museo de la Identidad cañari (Presidente Córdova, 626) (8) y el complejo arqueológico de Ingapirca, ya fuera de la ciudad.
18.00 Cabalgar a la luz de la luna
Quienes busquen naturaleza para redondear la jornada, en Totorillas de Tarqui (9), a 22 kilómetros de Cuenca, una zona agrícola y ganadera rodeada de bosques en un entorno andino, la empresa de turismo de aventura MontaRuna organiza rutas nocturnas a caballo. Cabalgatas por caminos y senderos ancestrales conectados al Camino del Inca y que transitan campesinos locales.
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