Cuando algo nos parece extremadamente caro, decimos que ‘cuesta un ojo de la cara’, pero casi nadie sabe qué es lo que significa exactamente esta expresión. Suponemos que esta frase, cuando fue dicha por primera vez, no fue literal, aunque parece ser que en realidad sí lo fue, aunque nos parezca extraño.
El navegador Diego de Almagro fue un adelantado español que participó en la conquista de Perú, y fue el primer europeo en llegar a la actual Bolivia. También fundó San Pedro de Riobamba, la primera ciudad española en Ecuador y se le considera el descubridor de Chile.
Nació en la ciudad de Almagro, actual provincia de Ciudad Real, en 1475. Fue hijo ilegítimo de Juan de Montenegro y de Elvira Gutiérrez, por lo cual fue escondido en la villa de Bolaños de Calatrava y criado por Sancha López del Peral.
Cuando cumplió los 4 años, volvió a Almagro y vivió bajo la tutela de su tiránico tío, pero pronto se fugó y se fue a recorrer el mundo. En Sevilla, pasa a ser criado de don Luis de Polanco, el alcalde de la ciudad y uno de los cuatro alcaldes de los Reyes Católicos. Allí acuchilló a otro criado y fue buscado por la justicia, pero don Luis consiguió que viajara a América en calidad de colono.
Almagro llegó al Nuevo Mundo en 1514 y se dedicó a la agricultura, pero más tarde comenzó sus acciones conquistadoras. Trabajó con Vasco Núñez de Balboa y fue compañero de Pizarro en las incursiones y fundaciones del padre Hernando de Luque y Espinosa.
El verdadero origen de la expresión ‘cuesta un ojo de lcara’
Cuando Pizarro se aventuró tomar el Fortín del Cacique de las Piedras, en la actual Colombia, entre finales de 1524 y principios de 1525, Almagro quiso socorrerlo, pero fue atacado y herido por una flecha indígena en un ojo, lo que lo dejó tuerto.
Tras un tiempo, Diego de Almagro se entrevistó con el monarca Carlos I, al cual le dijo:
“El negocio de defender los intereses de la Corona me ha costado un ojo de la cara”.
Esta frase pronto se hizo popular y las personas la utilizaban para mencionar lo difícil que son ciertas acciones. Pero a día de hoy ha evolucionado y se refiere a lo que cuesta económicamente comprar un objeto.
Por eso ‘cuesta un ojo de la cara’ es que algo es extremadamente caro u oneroso. Para Diego de Almagro, sus afanes de conquista, ciertamente le costaron muy caros.
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