BISBEE, Arizona — MJ era una niña delgada, de cabello negro, de solo cinco años, cuando su padre le contó a su sacerdote que estaba abusando sexualmente de ella.
El padre, miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y un confeso adicto a la pornografía, estaba hablando con su obispo cuando reveló el abuso.
Siguiendo la política de la iglesia, el obispo, quien era un médico de cabecera, llamó a lo que la iglesia describe como una “línea de ayuda”.
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Pero recibió poca asistencia. Abogados de la iglesia, más conocida como la iglesia mormona, cuyo personal responde a las llamadas, le dijo al obispo John Herrod que no llamase a la policía ni a los servicios de protección de los menores. Por ello, mantuvo el abuso en secreto.
“Me dijeron, ‘no puedes hacer absolutamente nada’”, relató Herrod, en una entrevista grabada con la policía.
Herrod siguió dando terapia al padre de MJ, Paul Douglas Adams, por otro año, e incorporó a las sesiones a la esposa de Adams, Leizza, en la esperanza de que hiciese algo para proteger a la pequeña. No lo hizo.
Posteriormente Herrod le contó lo que sucedía a un segundo obispo, quien tampoco hizo nada tras consultar con funcionarios de la iglesia, la cual sostiene que los obispos no tenían que hacer una denuncia a la policía porque están amparados por normas que protegen la relación entre clérigos y penitentes.
Adams continuó violando a MJ por otros siete años, hasta su adolescencia, e incluso abusó de ella frente a su hermanita menor, nacida durante ese período.
A menudo filmó el abuso y difundió el video por la internet.
Adams fue finalmente arrestado por agentes del servicio de seguridad nacional en el 2017, sin ayuda de la iglesia, luego de que policías de Nueva Zelanda descubriesen los videos y alertasen a sus colegas de Estados Unidos. Adams se suicidó estando en prisión, antes de ser juzgado.
Warren Jeffs cumple cadena perpetua en una cárcel en Texas.
La Associated Press obtuvo casi 12,000 páginas de documentos sellados de una demanda separada por abuso sexual de un menor contra la iglesia mormona de Virginia. Los documentos ofrecen un panorama detallado de la línea de ayuda a la que llamó Herrod.
Las familias de las víctimas que presentaron la demanda dijeron que revelan que hay un sistema que puede ser fácilmente manipulado por los jerarcas religiosos para impedir que las denuncias de abuso lleguen a manos de la policía y para que sean manejadas en cambio por abogados de la iglesia, que pueden ignorar el problema, exponiendo a las víctimas a nuevos abusos.
La línea fue criticada por víctimas de abusos y sus abogados, quienes dicen que no sirve para frenar los abusos y proteger a las víctimas.
La iglesia con sede en Utah, no obstante, defiende el sistema a pesar de los cuestionamientos y del creciente interés de abogados y fiscales, incluidos los del caso de Adams.
Fue condenado a perpetua por abuso sexual de una menor.
“Creo que la iglesia mormona apesta”, dijo MJ, quien hoy tiene 16 años, durante una entrevista con la AP. “Son el peor tipo de personas, a juzgar por mi experiencia y por lo que pasaron otras”.
MJ y su madre adoptiva pidieron a la AP que usase solo sus iniciales, en parte porque los videos de los abusos que difundió el padre siguen circulando en la internet. La AP no publica los nombres de sobrevivientes a abusos sexuales sin su consentimiento.
William Maledon, un abogado de Arizona que representa a los obispos y a la iglesia en una demanda presentada por tres de los seis hijos de Adams, dijo a la AP el mes pasado que los obispos no estaban obligados a reportar los abusos.
“Los obispos no hicieron nada malo. No violaron las leyes y por lo tanto no se los puede considerar en falta”, expresó. Maledon opinó que la demanda era una maniobra para “sacar dinero”.
En su entrevista con la AP, Maledon sostuvo asimismo que Herrod no sabía que Adams seguía abusando de su hija tras la confesión que le hizo.
Pero en una entrevista grabada con un agente obtenida por la AP, Herrod dijo que le preguntó a Leizza Adams en varias ocasiones si el abuso continuaba y “¿qué vamos a hacer para frenar esto?”.
“Al menos por un cierto período di por sentado que eso había parado”, declaró. “Y nunca pregunté si se había reanudado”.
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