Cuñada


Vamos a juntar a Borges con la publicidad. El combinado no es académicamente anómalo si consideramos las fuentes de la poesía novísima y posnovísima, y un ensayo del profesor, poeta y exatleta, Jenaro Talens, que reflexiona sobre la publicidad como fuente historiográfica y, especialmente, sobre la historiografía como fuente publicitaria. Renuncio a someter a Borges a un deep fake —le habría encantado—, en el que detrás de Lola Flores reconocemos a Lolita vendiendo cerveza; y eso que me gusta la reivindicación del acento, no por esa metonimia franquista que convirtió toda España en Andalucía tal como se parodia en Bienvenido, Mr. Marshall, sino por mi persistente denuncia de la homogeneización/gentrificación de los estilos que, lejos de transformar lo local en universal, conduce a que solo lo universal sea universal, y lo universal es el country y pollos que se llaman, redundantemente, pollo, pollo porque de pollo no tienen nada… Pero, volviendo a Borges, él escribió un relato, Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, que comienza así: “Debo a la conjunción de un espejo y de una enciclopedia el descubrimiento de Uqbar”. La enciclopedia en el espejo aboca al descubrimiento y fundación de territorio y una civilización. Palabra y reflejo anteceden a la carne o quizá la carne siempre tiene algo inmaterial. Yo, con mi fórmula quinta de razonamiento pop, he sumado dos y dos para establecer un vínculo entre la literatura fantástica borgeana y un anuncio. Cuando veo anuncios me rejuvenezco porque busco en ellos la verdad —está ahí, detrás de las luces— y aún me siento como una niña que mira con la boca abierta… Dejo la academia y bajo al fango: es preciso encontrar un punto intermedio entre estos dos lugares.

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