Twitch se ha convertido en uno de los nombres propios de la pandemia. Un ganador indiscutible de este tiempo de restricciones, cierres y confinamientos domiciliarios. Su crecimiento durante 2020 carece de comparación posible desde que en junio de 2011 dejara atrás su nombre de justin.tv. De acuerdo con los datos facilitados por la plataforma propiedad de Amazon, en el último año hasta 13 millones de personas emitieron en directo por primera vez; cuentan con 30 millones de usuarios activos diarios; y su audiencia media diaria alcanza los 2,5 millones de espectadores. Como sugiere por videoconferencia su vicepresidente, Damian Burns, el interés por el streaming es creciente: “La gente quiere conectar, forjar comunidades y compartir en tiempo real sus pasiones”.
España, precisamente, se ha convertido en un pilar fundamental de la empresa. “Sus creadores de contenido son genuinos, únicos mundialmente. Ofrecen emisiones con una personalidad propia. Han conseguido llegar a ser referentes de Twitch”, asegura Burns. Para contextualizar el impacto de la comunidad española, basta con fijarse en personajes del calado de Ibai Llanos, que ha logrado que estrellas del fútbol, como Gerard Piqué y Sergio Ramos, se acerquen a su canal, y TheGrefg, que alcanzó el récord absoluto de espectadores en Twitch, con 2,4 millones. Por no mencionar a Biyin, la primera mujer con 400.000 seguidores antes de emitir por primera vez, ElRubius o AuronPlay, que día tras día congregan de media a unos 100.000 usuarios frente a la pantalla.
“El streaming en España se basa más en contar historias que en jugar a videojuegos, que es la esencia de Twitch. Esto no se ve en ningún otro lugar del mundo con el éxito que ha cosechado allí. Lo veo interesante y fascinante. Sus seguidores quieren saber qué sucede en estos canales. Me parece muy innovador. Creo que va a ir a más”, sostiene Burns. Estos nuevos formatos a los que alude, la mayoría recogidos en la categoría que la plataforma denomina Charlando, han ganado un peso específico durante la crisis del coronavirus, lo que ha acercado la creación de contenido en directo a esferas profesionales a priori alejadas del gaming. Como comenta Burns, en un año tan peculiar, la sociedad ha encontrado en Twitch una oportunidad para conectar con su público objetivo.
Si nos fijamos en los músicos, según las cifras que aporta el vicepresidente, sus horas emitidas se han triplicado en 2020 y el número de horas vistas se han multiplicado por seis. “Las barreras de entrada al streaming han caído con la evolución tecnológica. Puedes hacer lo que quieras desde cualquier parte del planeta. Los usuarios se han dado cuenta de ello y se ha originado un efecto de bola de nieve”, admite Burns.
La revolución audiovisual a la que apunta, iniciada en su momento por gigantes como Netflix, HBO y YouTube, afronta en el corto plazo nuevos capítulos con el auge de Twitch. Burns entiende que, desde un punto de vista simplista y reduccionista, estas compañías son su competencia directa; pero, si abrimos el análisis, convendría centrarse en conocer dónde la sociedad gasta su tiempo libre. Y aquí la plataforma de Amazon ha conectado a la perfección con los usuarios gracias a unos nuevos formatos imposibles de encontrar en otros espacios. “Twitch forma parte de las pasiones y aficiones de la gente. Esto es un movimiento más macro. Un producto donde encontrar, producir y consumir estos nuevos patrones audiovisuales”, zanja.
Lucha contra el machismo y racismo
El anonimato bajo el que vive internet ha favorecido —y favorece— el machismo, la discriminación y el racismo. En una plataforma como Twitch, donde la comunidad se comunica principalmente a través del chat, cuesta atajar esta lacra social. Ha endurecido recientemente su política para combatir el acoso hacia mujeres que emiten en directo, así como los mecanismos de control de lo que denominan comportamientos tóxicos. Burns es consciente de que aún falta mayor inversión y esfuerzo. Herramientas como la moderación automática mediante inteligencia artificial sirven de filtro para bloquear tanto a streamers como seguidores inmediatamente y para siempre, aunque solo es un pequeño apéndice de algo que, según sus palabras, se toma muy en serio.
En su compañía les gusta enarbolar la bandera de la diversidad —”lo que no significa que pueda decirse de todo sin que lo castiguemos”, precisa—. Historia diferente es que tenga la capacidad material de controlar unos contenidos heterogéneos y de audiencias millonarias. Siempre se pueden bordear los límites establecidos, por mucho que la intención sea erradicar por completo estos comportamientos. “Las actitudes machistas, misóginas o xenófobas no son bienvenidas en nuestro servicio. Seguiremos reforzando la tecnología que detecte estas actitudes”, asegura Burns.
Aunque no se atreve a dar algún consejo a quienes pretendan animarse a esto de la creación de contenido en directo, sí tiene claro que el talento marca la diferencia. Algunos de los streamers más conocidos carecen de buenas dotes comunicativas o carisma. Simplemente son brillantes en un videojuego o en aquello que emiten, como los músicos o ajedrecistas. En cierta manera se asemeja al deporte profesional, donde los aficionados aplauden a las estrellas por su rendimiento; y no tanto por su carácter y personalidad. “Si eres talentoso, la gente te encontrará. Estamos ante una economía de la creación. Es una nueva era. Veremos cómo evoluciona, pero nosotros formamos parte de esta posibilidad”, concluye Burns.
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